Un experto alza la voz por lo que está pasando en Finlandia: "Somos rehenes de Rusia"
Las sanciones internacionales por la invasión de Ucrania se topan con la 'realeconomik' y Moscú sigue sacando tajada.
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Rusia lleva casi cuatro años librando una guerra de agresión a gran escala en Ucrania. La frontera entre Finlandia y Rusia lleva, por ello, más de un año blindada, ante el riesgo de que la escalada salte líneas divisorias, dentro del afán expansionista de Vladimir Putin. Aún así, hay cosas que van y vienen, poroso como es este punto del planeta. Entre ellas, los fertilizantes minerales, que llegan constantemente desde Rusia al puerto de Kotka a través del ferrocarril.
Fertilog, la firma que se ocupa de fertilizantes minerales en Kotka, afirma abiertamente en su sitio web que uno de los clientes de sus socios es la empresa petroquímica rusa Gazprom Neftekhim Salavat, que pertenece casi al cien por cien al gigante energético estatal ruso Gazprom, informa el tabloide finlandés Ilta-Sanomat.
Según un profesor especializado en economía energética rusa, las acciones en el extremo sureste son moralmente incorrectas, pero Finlandia no puede intervenir. "El fósforo y los fertilizantes forman parte del negocio de los cereales alimentarios y de los flujos de materias primas. Se trata de la seguridad alimentaria mundial", afirma Veli-Pekka Tynkkynen, del Instituto Aleksanteri.
Según Tynkkynen, imponer sanciones a los fertilizantes rusos no sólo dañaría la economía rusa, sino que también aumentaría los precios de los cereales y los alimentos en el mercado mundial. Esto podría conducir a un empeoramiento de la hambruna en África.
Si Occidente interviniera en los flujos de materias primas que afectan a la seguridad alimentaria mundial, se volvería contra Occidente, estima el profesor. Luego, en África se podría pensar que los africanos tendrán que sufrir cuando Europa frene la guerra en Ucrania. Los rusos, por otra parte, podrían utilizar la pregunta como arma de propaganda y afirmar que se trata de la continuación del colonialismo occidental.
"Somos rehenes de Rusia a la hora de frenar el flujo de materias primas", afirma, en resumen, Tynkkynen.
Fertilog, que importa fertilizantes y los exporta desde Kotka a Europa y al resto del mundo, ha aumentado su facturación en millones de euros en los últimos años. La respuesta de la empresa a la solicitud de entrevista de Ilta-Sanomi fue que "se centra en sus actividades comerciales y no adopta una posición política". El representante de la empresa también señaló que sólo maneja fertilizantes que no están sujetos a sanciones.
"Somos un contribuyente importante en Kotka. Los fertilizantes que procesamos se exportan no sólo a los países en desarrollo, donde son importantes para la seguridad alimentaria mundial. También los exportamos a países de la UE, donde los fertilizantes forman parte de la preparación y la seguridad del suministro de la UE", afirma el representante de Fertilog al citado medio.
Por verdaderas razones políticas, Finlandia tiene que tolerar el negocio de fertilizantes con Rusia, afirma el profesor. Sin embargo, significa que Finlandia y Europa tendrán que aplicar más sanciones contra Rusia. Reducir el precio máximo del petróleo y poner fin a la compra de gas GNL ruso son medios eficaces para suprimir las arcas militares de Rusia, recomienda Tynkkynen.
Según el experto, Finlandia también debería dejar de importar níquel ruso. Ahora el níquel se importa a una fábrica de propiedad totalmente rusa en Harjavalta. Ni en Finlandia ni en Europa ha habido suficiente voluntad política para incluir en la lista de sanciones al principal propietario de la fábrica, el oligarca Vladimir Potanin, que forma parte del círculo íntimo de Putin.
"Finlandia permite que los oligarcas rusos ganen dinero con el comercio del níquel", algo que Tynkkynen desaprueba.
Por otro lado, mientras Europa se esfuerza por deshacerse de la energía fósil, necesita metales como el níquel para la transición verde. Tynkkynen se pregunta por qué Finlandia no ha nacionalizado la planta de níquel de Harjavalta, cuando Rusia ha nacionalizado tantas empresas y participaciones occidentales en Rusia. "Somos demasiado blandos en estos temas. Para que podamos mantener los flujos de fertilizantes por razones humanitarias y políticas, todas las demás sanciones deben aplicarse de manera mucho más estricta", concluye.