Un exoficial escapa del ejército en Rusia y revela a Occidente cómo era la vida en su base nuclear ultrasecreta
La BBC hace público, en exclusiva, un testimonio que arroja luz sobre la rutina y la férrea disciplina que rigen el día a día en una de las instalaciones más desconocidas.
En febrero del año 2022, mientras los tanques rusos cruzaban la frontera hacia Ucrania en una operación especial centrada en la región del Donbás, después de que Vladimir Putin asegurase en un polémico discurso que la ocupación pretendía "desnazificar" el territorio ucraniano, en una base nuclear ultrasecreta en Rusia, sin embargo, se declaraba el estado de alerta máxima. Anton, nombre ficticio que ha elegido la BBC para proteger la identidad de un exoficial del ejército ruso, exiliado, que ha contado a la televisión británica todos los detalles de aquellos días en los que el arsenal nuclear del Kremlin estaba preparado para su lanzamiento. "Las armas estaban completamente operativas. Podíamos enviar tropas por aire y mar o, en teoría, lanzar un ataque nuclear", recuerda el desertor ruso.
El 24 de febrero de 2022, coincidiendo con el inicio de la invasión rusa de Ucrania, Anton y sus compañeros se quedaron completamente aislados en el complejo militar nuclear de Rusia. "No teníamos acceso a otra cosa que no fuera la televisión rusa. Simplemente nos dedicábamos a cumplir con nuestras tareas de forma automática, sin entender realmente el alcance de lo que ocurría”, recuerda. Durante semanas, la base ultrasecreta permaneció en alerta máxima, un grado que no se relajó hasta después de dos o tres semanas.
Los protocolos de seguridad de la base secreta en la que Rusia guarda su arsenal nuclear, cuenta el exoficial en la BBC, son inflexibles: está prohibido el uso de teléfonos dentro del recinto militar, además de visitas estrictamente controladas. Una vida marcada por reglas estrictas. "La selección del personal es rigurosa: no hay reclutas, solo profesionales sometidos a controles constantes, incluso con detectores de mentiras", señala el militar.
Aunque a Anton nunca los enviaron al frente de la guerra, como miembro de la unidad de seguridad de la base, el exoficial ruso formaba parte del equipo de respuesta rápida que estaba preparado para proteger el arsenal nuclear y, si fuera necesario, lanzar un ataque. "Hacíamos simulacros todo el tiempo. Nuestro tiempo de respuesta ante cualquier tipo de incidente era de dos minutos", relata.
Si bien algunos analistas ha señalado que gran parte del arsenal nuclear ruso podría estar anticuado, Anton ha querido desmontar esta falsa percepción. "Esa idea es poco realista. Rusia tiene un arsenal enorme y operativo, con misiles en patrullas por tierra, mar y aire”, afirma el exoficial. Precisamente, el testimonio del militar desertor llega en un momento de creciente tensión internacional, después de que el Kremlin haya probado en Dnipro un nuevo misil, conocido como Oreshnik, que está diseñado para montar cabezas nucleares, algo que ha provocado cierta inquietud en Occidente.
Pese a todo, cuando Anton se atrevió a expresar en voz alta su rechazo a la guerra en Ucrania, sus superiores ordenaron su trasladado a una unidad destinada al combate en el frente. Orden que se negó a cumplir y que le supuso una investigación criminal en Rusia, aunque finalmente logró huir del país gracias la ayuda de una oenegé. "No había margen para errores ni para desviarse de las normas. Se controlaba cada detalle de nuestra vida, desde lo que llevabas hasta cada uno de tus movimientos”, ha explicado el militar.