Trump arrasa y Biden, tranquilo: las claves del Supermartes que confirmó lo esperado
Presidente y expresidente tienen en la mano la candidatura, de nuevo, para las elecciones de noviembre. Pese al aplastamiento sin sorpresas, hubo también un poco de sal: alguna pérdida, algún castigo, algunos avisos...
La vida sigue igual en Estados Unidos. Tanto el demócrata y actual presidente, Joe Biden, como el republicano y exmandatario, Donald Trump, han logrado esta madrugada los apoyos esperados en el Supermartes y serán, con práctica seguridad, los candidatos de sus formaciones en las elecciones del 5 de noviembre.
Esta megajornada electoral, en la que 15 estados y un territorio votaban en primarias o caucus, ha acabado sin sorpresas, consolidando el liderazgo de dos hombres ancianos, blancos, cristianos, con experiencia de poder y una honda animadversión mutua. Apenas quedaba, en el lado conservador, una tercera en discordia, la exembajadora ante la ONU Nikki Haley, que se ha apuntado sólo un estado -y ya ha sido la noticia de la noche- y ahora aguarda ente bastidores el siguiente paso: tirar la toalla o no tirarla ante el poderío del magnate.
No es una victoria total, a matemáticas cabales. Tanto a Trump como a Biden se les negó esa foto final, pero será cuestión de días que se dé, entre el 12 y el 19 de marzo, que son las fechas marcadas por republicanos y demócratas. El multimillonario ha arrasado, logró adjudicarse más de 900 de los 1.215 delegados necesarios para ser elegido el candidato de su partido, aunque debe estar molesto por la sorpresiva victoria de Haley en Vermont. Probablemente Biden tampoco no anticipó ser derrotado en Samoa Americana por el empresario Jason Palmer, un desconocido fuera, y que no pesa en el proceso global pero afea su expediente inmaculado de notas.
Ninguno de estos contratiempos impidió que ambos favoritos solidificaran sus posiciones como candidatos de su partido. Ahora, ambos están centrados en atacarse mutuamente cuando la campaña para las elecciones generales prácticamente ha comenzado, ocho meses antes de la votación. Han dado buena muestra de ello en los mensajes o comunicados de victoria de esta mañana, en los que han brillado las navajas.
Los resultados han arrojado arrojaron algunas señales de advertencia para ambos candidatos, destacando sus posibles debilidades. Biden debería estar preocupado por las encuestas a pie de urna, que sugirieren que el tema que más preocupa a los votantes es la inmigración y la frontera sur de EEUU, desplazando ligeramente a la economía, que era el centro hasta ahora -junto a la salud y los años del mandatario-. Ésa es la cuestión distintiva de Trump, en la que encuentra un enorme eco, y ya fue el tema principal de su discurso de victoria, anoche, desde su mansión de Mar-a-Lago (Florida). El aborto y la democracia serán otros dos grandes caballos de batalla.
También puede estar preocupado Biden por el voto "no comprometido" en algunos estados, alimentado por la ira de los votantes por el apoyo del presidente a la guerra de Israel en Gaza. Esas mismas personas podrían negarse a votar por Biden en noviembre o cambiar su apoyo a un candidato de un tercer partido, inclinando estados de forma definitiva. No es moco de pavo que, en Minnesota, ese voto de castigo haya llegado al 20% y que ya días atrás, en Michigan, se llegase a un 13,2 % de voto en blanco, en un estado con notable presencia de norteamericanos de origen árabe y religión musulmana.
Trump arrasa, es verdad, pero tiene que tomar nota también de algunas cosas. Su larga lista de victorias en las primarias de Trump demuestra su dominio sobre su partido, pero Haley ha atraído a una parte significativa de los votantes primarios republicanos, los del viejo partido a los que no gusta la transformación forzada por el expresidente. Tiene cuatro procesos penales este año y hay gente a la que no le gusta su candidatura en estas circunstancias. Además, ha quedado claro que a Haley la apoyaron en los suburbios y votantes de educación superior. Una brecha con respecto al favorito.
El escenario para Biden
Ese es el marco general de la noche. Ahora, bajemos a la arena, empezando por el actual presidente. Biden ha ganado este Supermartes en todos los estados en liza, aunque ha perdido (56 %a 44 %) en Samoa Americana. No se han puesto en la urna ni cien papeletas, si sirve el dato para dimensionar su derrota, pero perder, ha perdido.
Llegaba a la cita con muy malas previsiones de voto para el 5-N: todas las encuestas salvo una dan a Trump por delante, con una distancia de entre uno y seis puntos respecto al republicano. Malos datos y en estados clave (Georgia, Carolina del Norte, Nevada, Arizona, Michigan, Wisconsin...) y con el horizonte de ver a Trump sometido a los jueces cada vez más lejano. Era su esperanza. Ya no la ve. Sólo al magnate subiendo, haciéndose el mártir.
Pero esta cita, interna, la iba a ganar y la ha ganado. No tiene rivales internos, sólo dos semidesconocidos -Marianne Williamson, famosa escritora de libros de autoayuda, y Dean Phillips, congresista por Minnesota y empresario- han dado el paso de presentar candidaturas alternativas. Los demás, todos a una con el presidente. Biden los ha arrollado con más del del 80% de los votos, con datos aún por cerrar. Claramente, cuenta con el respaldo de la base de su partido.
Los analistas entienden que Biden tiene más margen para ganarse a sus detractores dentro del seno del partido, esa mayoría numerosa y ruidosa, cada vez más, a los que no les gusta su apoyo sin fisuras a Israel, sobre todo. Esa indignación no desaparecerá por completo con el tiempo, aunque espera Biden que hasta noviembre se rebaje y ya en agosto, cuando llegue la convención demócrata, sea más manejable.
Puede que, a priori, esta rama crítica se vea con condescendencia. Unos propalestinos gritones. Pero no, se espera que estas elecciones de otoño sean muy cerradas, así que decenas de miles de votos en algunos estados clave pueden dar o quitar el Despacho Oval. Esa frustración, combinada con su posición disminuida con varios electorados críticos -negros o hispanos, donde Trump está pescando cada vez más-, podría bajar la participación demócrata lo suficiente como para dar un vuelco.
En Michigan fueron más de 100.000 los demócratas que votaron "sin compromiso" en la primaria presidencial del partido, la semana pasada, por la guerra en Gaza y las políticas de Biden. Las proyecciones de la prensa local sostienen que, si ese margen se da en noviembre, los demócratas perderán el estado. En Minnesota, anoche, se calcula de inicio que fueron 45.000 los votos contrarios. En el distrito del representante Ilhan Omar, musulmana, que incluye la ciudad de Minneapolis, los críticos están en camino de superar el 30%. Progresistas y jóvenes son los que más están sacando los colores a Biden.
El escenario para Trump
"A lo grande", "aplastante", "rodillo"... Los titulares de la prensa norteamericana hoy dan cuenta de la contundencia de la victoria de Trump en el Supermartes. A pesar de perder un estado, Vermont, ante Haley, sigue en su racha. Ya se quitó de encima a los primeros aspirantes a la candidatura, como Ron DeSantis, Vivek Ramaswamy, Asa Hutchinson y Chris Christie, y le queda una que, si no se marcha aún, es porque ha tenido el dinero para sostenerse y la esperanza de que los procesos judiciales contra Trump le estallen en la cara y le compliquen la campaña.
Aunque los 15 estados que votaron este martes no tenían suficientes delegados para que Trump asegurara la candidatura del partido para una tercera elección presidencial consecutiva, se acercó mucho, muchísimo, y demostró que la puerta para Haley está prácticamente cerrada. Ella está desaparecida en estas horas y no avanza nada sobre su futuro.
Trump ya supera los 900 delegados -el 92% de los otorgados hasta ahora- y se acerca irremediablemente a los 1.215 que aseguran la nominación. Haley acumula 53 delegados y solo ha conseguido imponerse a Trump en el estado de Vermont y el Distrito de Columbia, con lo que, si la tendencia se mantiene, el magnate neoyorquino podría proclamarse ganador matemáticamente la semana que viene. Haley no ha tenido ningún acto público para reaccionar a los resultados. Se sabe que sigue en Carolina del Sur, su estado de nacimiento y que gobernó. No ha dicho que se vaya, por ahora.
Como detalla EFE, Trump se hizo esta noche con las dos grandes cestas de delegados: la mayoría de los 161 delegados de Texas, al obtener el 78 % de los votos, y con los 169 de California, con más del 70 % del escrutinio. En otros estados del sur Trump mantuvo unos márgenes abismales, con el 84 % de Alabama o el 77 % de Arkansas, mientras que en estados clave en noviembre como Virginia (63 %), Carolina del Norte (75 %) o Minnesota (68 %), marca un dominio entre los conservadores de Estados Unidos inédito en décadas.
"Lo llaman supermartes por una razón. Es grande. Y me dicen, los expertos y de otra manera, que nunca ha habido uno como este", dijo Trump en su fiesta de anoche. En su discurso, omitió cualquier mención a Haley. Ni para lanzarle buenas palabras, ya que la ve en la lona. Verla de segunda en su boleta, como posible vicepresidenta, es algo que se puede calificar como imposible a estas alturas -aunque hablamos de Trump, siempre hay margen para todo-.
El multimillonario se viene arriba, pero no debe pasar de largo los mensajes que también se le han lanzado en el proceso. Hay "señales de advertencia", como las llama la CNN. La primera, el hecho de que el mejor desempeño de Haley se produjo en ciudades, entornos universitarios y suburbios de grandes urbes. Eso podría representar problemas para Trump, si los votantes con educación universitaria en esas regiones han cambiado fuertemente a favor de los demócratas desde que emergió como líder republicano. Si la aspirante sigue en la contienda, le puede hacer daño ahí. Si no hay alternativa a Trump, puede haber votantes conservadores más templados que se inclinen, en noviembre, por Biden.
En Carolina del Norte, un estado oscilante con una población en crecimiento rápido de votantes con educación universitaria, el 81% de los que respaldaron a Haley este martes dijeron que no votarían por Trump en noviembre, añade esta cadena de noticias. Un aviso de los grandes.
Tampoco es para agobiarse, tiene muchos más motivos para abrir champán del caro: ha ganado independientes en Carolina del Norte, ha derrotado a Haley en áreas urbanas y suburbanas de ese estado estado, y la aplastó directamente en regiones rurales, que son muchas en el país. También ganó áreas urbanas y suburbanas en Virginia, aunque Haley lo superó ligeramente entre graduados universitarios allí. No es todo lineal, no es seguro que lo rechacen. Con ese margen y su poderío en espacios medios, tiene la Casa Blanca... si Biden lo se lleva a los mejor formados y a los suburbios, que justo fueron clave en 2020.
En dos semanas, los candidatos tendrán los números exactos que los respalden. Los republicanos coronarán a Trump en su convención de julio y los demócratas, a Biden, en agosto. Eso es lo que dice el calendario y la inercia de los hechos y lo votado anoche consolida una carrera sin sorpresas en el liderazgo y a cara de perro.