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Rusia apaga este país europeo y desata el miedo entre su población

Rusia apaga este país europeo y desata el miedo entre su población

El corte de gas a Moldavia deja a miles al borde de una crisis energética y humanitaria este invierno

Un tramo del gasoducto que conecta Moldavia con Rusia.Pierre Crom

Moldavia afronta uno de sus inviernos más duros tras el anuncio de Gazprom de cortar el suministro de gas el 1 de enero por un supuesto impago de 709 millones de dólares, cifra que el gobierno moldavo rechaza categóricamente. "Estamos ante una crisis difícil de resolver", señala a Associate Press un cartero en la localidad de Chisináu, Petru Murzin, quien teme quedarse "sin calefacción ni luz".

El corte amenaza con paralizar la planta energética de Kuciurgan, en la región separatista de Transnistria, controlada por prorrusos. Esta planta, que depende del gas ruso, genera buena parte de la electricidad del país. La situación ya ha llevado al parlamento moldavo a declarar el estado de emergencia en el sector energético, con previsiones de temperaturas bajo cero que agravan el riesgo de un colapso humanitario.

El primer ministro de Moldavia, Dorin Recean, acusa al Kremlin de usar el gas como “arma política” para desestabilizar al país. La presidenta Maia Sandu, por su parte, denuncia que Rusia busca influir en las elecciones parlamentarias de 2025 y frenar las aspiraciones europeas de Moldavia. “Es crucial mantenernos unidos y solidarios, usando la energía con racionalidad”, afirma Sandu.

Mientras tanto, en Transnistria, hogar de 470.000 personas, muchas de ellas con ciudadanía rusa, el temor crece. Observadores internacionales señalan que Moscú podría aprovechar la crisis para exacerbar tensiones entre Chisináu y Tiráspol, la capital de facto de la región. “Un conflicto humanitario en Transnistria podría desbordar los recursos de Moldavia y avivar las críticas contra el gobierno proeuropeo”, alerta Cristian Cantir, profesor de relaciones internacionales.

Medidas de emergencia

Ante la incertidumbre, el gobierno moldavo ha implementado medidas para reducir el consumo energético, como disminuir un 30% la iluminación en edificios públicos y comerciales. Sin embargo, para residentes como Iuliana, que trabaja desde casa, los cortes de luz y calefacción supondrían un golpe insostenible. “Es la primera vez que enfrentamos algo así. Estamos asustados”, confiesa.

Aunque Moldavia ha diversificado su acceso al gas tras la invasión rusa de Ucrania, sigue dependiendo en parte de Moscú. En este contexto, la nacionalización de activos estratégicos como Moldovagaz podría ser una opción, según el primer ministro Recean. Sin embargo, esto no aliviará la inminente presión que sufren los ciudadanos y los refugiados de Transnistria, que podrían llegar en masa buscando calor y refugio.

La tensión crece en un país que busca desesperadamente soluciones antes de que las temperaturas caigan y el suministro de energía se detenga por completo. “Muchos vendrán aquí, buscando calor”, advierte Murzin, mientras imagina largas colas en las fronteras. La crisis energética en Moldavia no solo pone a prueba la resistencia de su población, sino también su capacidad para resistir la presión de un Kremlin que juega con fuego en medio del invierno.