Rusia agujerea su suelo
El país dirigido por Vladímir Putin ha decidido jugar al despiste en el ámbito de la producción de petróleo.
Las sanciones de la Unión Europea y el G7 parecen no condicionar los planes de Rusia respecto a su crudo. Buena prueba de ello es que, durante el último año, el país presidido por Vladímir Putin ha puesto en marcha múltiples exploraciones y perforaciones petrolíferas.
En concreto, ha agujereado más de 28.000 kilómetros a lo largo y ancho de su territorio para poder extraer una mayor cantidad de crudo. El dato, tal y como recoge El Economista, supone la mayor perforación de suelo por parte de Rusia a lo largo de la última década.
No obstante, cabe recordar que el estado dirigido por Putin está jugando al despiste en el ámbito del petróleo, ya que, pese a estas numerosas extracciones, la pasada semana decidió efectuar un importante recorte de medio millón de barriles diarios en la producción de crudo a partir del mes de marzo.
El crudo ruso supone en torno a un 10% de todo el que se produce a nivel mundial. Y la citada reducción de 500.000 barriles implica que alrededor del 5% del petróleo que produce Rusia ya no estará disponible.
El objetivo de esta maniobra podría ser provocar un aumento del precio del petróleo para así perjudicar a Occidente y que se replantee el tope al precio del crudo y de los productos refinados rusos.
En ese sentido, el viceprimer ministro de Rusia, Alexander Novak, precisó al anunciar esa disminución en la producción que “no venderemos petróleo a quienes se adhieran directa o indirectamente a los principios del precio tope”. Y, a su vez, subrayó su idea de que el recorte de 500.000 barriles diarios “contribuirá al restablecimiento de las relaciones de mercado”.
La solución de Rusia para salvar el tope al petróleo
La solución adoptada por Rusia para evitar ese tope al precio de su petróleo y productos refinados ha sido exportar su crudo con un descuento de 30 dólares por barril.
Sin embargo, esa medida, aunque permite seguir vendiendo, es poco sostenible económicamente, ya que el país de Vladímir Putin pierde millones de euros diarios al disminuir el precio. Las consecuencias económicas de ese descuento en cada barril puede haber sido otro de los factores que haya influido para que Rusia haya decidido reducir su producción de petróleo.
En ese contexto, quienes más se ha beneficiado de las limitaciones el precio del crudo ruso no han sido ni la Unión Europea ni el G7 en su conjunto, sino China e India. Ambos países han aprovechado para comprar ese petróleo abaratado a Rusia, refinarlo y venderlo al precio que marcan los mercados internacionales, que es bastante superior a la cifra por la que adquieren el petróleo procedente de Rusia.
La operación funciona de la siguiente forma: China e India le compran el crudo a Rusia a 60 dólares por barril (respetando el límite marcado por la Unión Europea y el G7), lo refinan para convertirlo, entre otros productos, en diésel y se lo venden que tienen vigentes las sanciones por 100 dólares el barril. Sin duda alguna, un negocio muy rentable que no requiere demasiado esfuerzo para los países beneficiados.