¿Qué tiene Kamala Harris en la cabeza? El programa que aplicaría en la Casa Blanca
La candidata demócrata a la Presidencia de EEUU fue la vencedora clara del debate ante el republicano Trump y sigue brillando en programas como el de Oprah Winfrey, pero aún tiene que explicar mejor sus ideas, propuestas y promesas.
A la vicepresidenta de Estados Unidos y aspirante demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, no se le cae la sonrisa de la boca. La semana pasada se impuso con claridad a su oponente republicano, Donald Trump, en el primer debate que los cruzaba a ambos, tras la salida de escena del presidente actual, Joe Biden. Este jueves, y tras una semana de eventos multitudinarios, ha sido la estrella total del programa-mitin de Oprah Winfrey, con el star system norteamericano derretido a sus pies. Aún le dura el chute de optimismo. Lo demuestra en cada visita o post en redes. Subida en la ola.
Las encuestas demuestran que los ciudadanos norteamericanos la percibieron como vencedora en su cruce con Trump, sí, pero en intención de voto las cosas no se han movido por ahora y ha pasado una semana: de cara al 5 de noviembre, hay empate técnico. Es verdad que Harris sacudió en la ABC News las dudas sobre su capacidad, liderazgo y conocimiento y es verdad que arrinconó a su oponente, pero también es verdad que hay un importante porcentaje de la población (28%, dice el New York Times) que dice que aún no la conoce lo suficiente como para confiarle su voto. Necesitan más.
Hasta ahora, ese es uno de los principales reproches que afronta: está explicando poco de su programa de Gobierno, de su hoja de ruta para EEUU, de lo que quiere hacer con el país. El debate era el momento de su afirmación y su reivindicación como aspirante, así que es entendible que no se perdiera entonces en acumular promesas, pero pasan los días y ha llegado el momento de explicarlas bien, haciendo mucha pedagogía de aquí a la cita con las urnas. "A new way forward", un nuevo camino a seguir, dice en su lema de campaña. ¿Pero eso en qué consiste?
En la página web especial creada para su campaña, la actual número dos del Ejecutivo ha colgado ya sus líneas maestras y sobre ellas y sus declaraciones públicas vamos a sustentar este análisis sobre lo que de verdad tiene en la cabeza.
Como marco general, Harris está nadando y guardando la ropa, porque está buscando cómo atribuirse el mérito de lo mejor logrado por la Administración Biden en estos cuatro años -como la concesión de créditos fiscales a las familias de clase media y de bajos ingresos, la reducción de los costes de los medicamentos y la eliminación de las llamadas tasas basura- y, a la vez, que no le reprochen a ellas las lagunas de este mandado que agoniza y que es, realmente, uno de los de mayor carga legislativa de la historia de EEUU.
Harris describe su visión como una "economía de oportunidades" que se centra en el fortalecimiento de la clase media y castiga a los malos actores que intentan aumentar los costes de forma injusta. En eso, es Biden, aunque lo dice con más ahínco. No puede hacer seguidismo y, por eso, trata ya de mostrar una voz propia, por ejemplo, en asuntos como la guerra de Gaza: su apoyo al derecho a la defensa de Israel es total, pero su crítica al asesinato de civiles palestinos y a la necesidad de pactar un alto el fuego con Hamás son más afiladas, repetitivas e intensas que las de el actual mandatario.
La que puede ser la primera mujer en el Despacho Oval plantea una serie de propuestas progresistas, pero con algunas apuestas atemperadas. No quiere que la llamen socialista, como cuando aspiró, sin éxito, a ser la cabeza de lista en 2019. Por ejemplo, ha confirmado que se ha alejado de varias de sus posturas de izquierda más notables de su campaña presidencial de 2020, como su interés en un sistema de seguro médico de pagador único -en el que todos los residentes de EEUU estarían cubiertos en todos los servicios médicamente necesarios, incluidos los costos de suministros médicos, hospitalarios, preventivos, cuidado a largo plazo, salud mental o reproductiva- y la prohibición del fracking -la fracturación hidráulica, un proceso por el que se inyecta agua y productos químicos en las rocas a alta presión para extraer gas y petróleo, rechazado por los ecologistas-.
Estos cambios hacen que Trump la llame constantemente chaquetera -sin contar con las alusiones a la supuesta volubilidad de las mujeres en general, ejem- y la fuerzan a exponer por qué ya no piensa como pensaba o por qué entiende que este momento no es el adecuado para abordar estas políticas o de aquella manera. Eso será clave en su tarea general -sean cuales sean sus propuestas- de diferenciarse del magnate, que es su enorme reto.
"En este momento, creo que nos enfrentamos a una elección entre dos visiones diferentes para nuestra nación: una centrada en el futuro, la otra centrada en el pasado", dijo a los miembros de la hermandad históricamente negra Zeta Phi Beta en un evento en Indianápolis a fines de julio. "Y con su apoyo, estoy luchando por el futuro de nuestra nación". Frente a lo antiguo, lo nuevo; frente al retroceso, el progreso; frente a la angustia y el enfado, la alegría y la esperanza.
Todo eso queda reflejado en las siguientes propuestas:
Economía
Como vicepresidenta, Harris ha sido aliada y compinche de Biden en la aprobación de importantes leyes económicas en estos tres años y medio, a menudo denominadas en bloque Bidenomics, que han incluido importantes inversiones en infraestructura y energía verde. El crecimiento y la creación de empleo han sido fuertes, pero la inflación y las altas tasas de interés continúan afectando los bolsillos estadounidenses y han hecho que quede empañada la buena imagen de sus acciones, algo que Trump ha aprovechado bien.
Como parte de su agenda económica, Harris quiere contrarrestar el aumento de los precios de los alimentos, que, según ella, se debe en parte a que algunas grandes cadenas de supermercados mantienen los precios altos a pesar de que sus costos de producción se han estabilizado. Para ello, está pidiendo la primera prohibición federal de la especulación con los precios de los alimentos y los comestibles.
También garantizaría una nueva autoridad para que la Comisión Federal de Comercio y los fiscales generales estatales investiguen y penalicen a las empresas que explotan injustamente a los consumidores en la búsqueda de ganancias excesivas en alimentos y comestibles.
Asimismo, ha propuesto aumentar la deducción fiscal para las nuevas pequeñas empresas a 50.000 dólares, frente a los 5.000 actuales. Además, tomaría varias medidas para reducir la burocracia a la que se enfrentan esas pymes, incluida la creación de una deducción estándar para ellas y facilitarles operar a través de las fronteras estatales.
Su candidatura también pide impulsar la inversión en instituciones financieras de desarrollo comunitario, que se dedican a servir a las personas y comunidades de bajos ingresos que los prestamistas tradicionales dejan de lado. En sus discursos de campaña, Harris se ha hecho eco de muchos de los mismos temas económicos que Biden, diciendo que quiere dar a los estadounidenses más oportunidades para salir adelante. Siempre el componente social por delante y, de paso, el recuerdo a los electores de que ella también viene de una familia "de clase media y trabajadora".
En su discurso en la Convención Demócrata dijo que sus planes crearán "una economía de oportunidades donde todos tengan la oportunidad de competir y la oportunidad de tener éxito". Idea que repitió en su primera entrevista como candidata demócrata con CNN: "na de mis principales prioridades es hacer lo que podamos para apoyar y fortalecer a la clase media".
Las grandes cargas de deuda que pesan sobre las finanzas de las personas y perjudican su capacidad para comprar casas, obtener préstamos para coches o iniciar pequeñas empresas, también son un área de interés para Harris. En su plan económico, se comprometió a trabajar con los estados para cancelar la deuda médica de millones de estadounidenses y ayudarlos a evitar atrasarse en las facturas de atención médica en el futuro. Estados y municipios han utilizado fondos del Plan de Rescate Estadounidense para más de 7.000 millones de dólares de deuda médica, lo que ha beneficiado para hasta a tres millones de estadounidenses, según su campaña.
Impuestos
En 2017, mientras era senadora, Harris apoyó una serie de programas fiscales progresistas y copatrocinó un proyecto de ley con Bernie Sanders (el "viejo comunista", como lo llama Trump) para ampliar la seguridad social de las personas mayores, aumentando la tasa impositiva sobre las inversiones.
Como candidata presidencial en 2019, apoyó una tasa de impuesto corporativo del 35%, frente al 21%. Biden se quedó en el 28% y ella, echando mano de pragmatismo, se terminó conformando con ese porcentaje. Tiene que aclarar si ahora quiere ir a más.
Un funcionario de campaña dijo a la BBC que el vicepresidente seguirá apoyando la propuesta del presidente Biden de no aumentar los impuestos a los estadounidenses que ganen menos de 400.000 dólares, pero la prensa norteamericana insiste en que lo hará, igual que los va a subir a las grandes empresas. En público, ha dicho que apoya la propuesta de Biden de un impuesto sobre la renta mínima para multimillonarios, que busca garantizar que quienes tengan un patrimonio de más de 100 millones de dólares paguen una tasa de impuesto sobre la renta federal de al menos el 25% sobre sus ingresos, incluidas las ganancias no realizadas sobre activos, que actualmente no están gravadas. Además, está a favor de cuadriplicar el impuesto sobre las recompras de acciones al 4%, como propuso el presidente en su presupuesto para el año fiscal 2025.
En su discurso de aceptación, anunció que "aprobaría un recorte de impuestos a la clase media que beneficiará a más de 100 millones de estadounidenses". También esto tiene que detallarlo más, aunque sus asesores han afinado que a través de la restauración del Crédito Tributario por Hijos y el Crédito Tributario por Ingresos del Trabajo habrá más ciudadanos que podrán conservar una mayor parte de sus ingresos. Restablecer el Crédito Tributario por Hijos ampliado daría a las familias con niños recién nacidos (hasta un año de vida) un recorte de impuestos de 6.000 dólares, según los cálculos demócratas.
Harris también sugiere volver a la expansión del crédito fiscal por hijo que se hizo durante la pandemia de coronavirus, hasta 3.600 dólares para los niños pequeños. No ha publicado los umbrales de elegibilidad en función de los ingresos, pero es probable que se elimine gradualmente para aquellos con niveles de ingresos más altos.
Igualmente, ha prometido terminar con los impuestos federales sobre la renta sobre las propinas, lo que desató la ira de Donald Trump por estar "copiando" su promesa de campaña.
Vivienda
Harris ha prometido que abordará la escasez de viviendas de su país con varias iniciativas "de primer orden". Promete construir tres millones de nuevas casas asequibles y de alquiler para el final de su primer mandato, ofreciendo exenciones fiscales a los constructores que construyan viviendas para compradores primerizos. También plantea un fondo de 40.000 millones de dólares para ayudar a los gobiernos locales a encontrar soluciones a la escasez de viviendas.
Además, quiere ofrecer a los estadounidenses que hayan pagado el alquiler a tiempo durante dos años una asistencia para el pago inicial de hasta 25.000 dólares, además de más apoyo para los propietarios de viviendas de primera generación.
Inmigración
Harris ha ido cambiando de postura sobre cómo abordar las fronteras, volviéndose cada vez menos progresista o, según su gente, más "cautelosa", teniendo en cuenta que es una de las mayores bazas electorales que están jugando los republicanos. La vicepresidenta no tiene las mejores cartas que jugar en este campo, puesto que Biden, al inicio de la legislatura, dejó la materia en sus manos y los logros han sido discretos.
De hecho, en 2023 se llegó al récord de entrada de personas sin papeles desde México -con picos de 10.000 diarias-, aunque ese dato ha ido bajando desde entonces. Su "no vengáis, no vengáis" pesa en la hemeroteca. Aún así, hizo cosas que se valoraron, como ayudar a recaudar 3.000 millones de dólares (en su mayoría de empresas privadas) para inversiones regionales, con la esperanza de que eso alentara a los residentes a permanecer en sus países de origen, creando empleo. También organizó la Alianza para Centroamérica, que ha actuado como enlace entre las empresas y el Gobierno de EEUU, y ha interactuado directamente con líderes extranjeros en la región. Soluciones que defiende por ser "a largo plazo".
Durante la campaña, Harris ha reiterado su continuo apoyo al duro acuerdo bipartidista de seguridad fronteriza que habría incluido cientos de millones de dólares para la construcción del muro fronterizo y que fue torpedeado por los republicanos del Congreso a principios de este año, a instancias de Trump. Habría acelerado las decisiones sobre los casos de asilo, limitado la libertad condicional humanitaria y ampliado la autoridad para deportar migrantes. Parte de su propuesta política es revivir el proyecto de ley de seguridad fronteriza y convertirlo en ley, ssignando 50.000 nuevas visas de inmigrante anualmente durante cinco años.
También ha dicho que "debería haber consecuencias" para las personas que cruzan la frontera estadounidense ilegalmente, aunque antes mantuvo una posición mucho más indulgente. Su equipo está intentando distanciarla de aquellos días en que apostaba por despenalizar el acto de cruzar la frontera sin autorización y revisar el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
Aborto
Harris es, directamente, una de las mayores defensoras del derecho al aborto de las norteamericanas. Lo ha sido a lo largo de toda su carrera y en los últimos años, ante los reveses judiciales y la presión conservadora, ha tomado esa bandera como causa política "y personal". El aborto es, pues, un tema central de su campaña.
Continúa abogando por una legislación que consagre los derechos reproductivos en todo el país, a nivel federal. Lo ha dicho en diversos mítines y se lo dijo a la cara a Trump en el debate de la pasada semana. En la propuesta política de su web, expone que "nunca permitiría que una prohibición nacional del aborto se convirtiera en ley".
Ella ha sido la primera vicepresidenta en visitar una clínica de abortos y, aún sin tener ni remota idea de que acabaría de candidata, ha ido recorriendo todo el país después de que la Corte Suprema de Estados Unidos revocara el fallo del caso Roe vs Wade en 2022, el texto de referencia que dio cobertura al derecho desde 1973. Desde la decisión del Alto Tribunal, casi un tercio de los estados tienen prohibiciones casi totales del procedimiento, mientras que el acceso al aborto está severamente restringido en un puñado de otros. En su "gira por las libertades reproductivas", Harris ha ido abordando las prohibiciones en cada territorio, siempre enmarcando el derecho en la tradición norteamericana del respeto a las libertades y en la lucha de las mujeres por las decisiones sobre su propio cuerpo.
Cuando quiso ser presidenta en 2019, criticó el apoyo de Biden a la Enmienda Hyde, una medida que impide que se utilicen fondos federales para la mayoría de los abortos. Está por ver si la saca a relucir ahora.
Salud
Al principio de su carrera, Harris tenía opiniones bastante progresistas sobre la atención sanitaria. Apoyó la expansión de los programas de atención sanitaria financiados con fondos públicos en los Estados Unidos que cubren a los ancianos, los jóvenes con discapacidades y los pobres, por ejemplo, y fue partidaria de llevar el Medicare para todos a su aplicación total: quería que toda la atención médica fuera financiada con fondos públicos. Más tarde se retractó de esa postura, por el coste que lleva. Es uno de los problemas de Harris en esta campaña, también: que no ha argumentado de dónde va a sacar el dinero para financiar todo lo que quiere hacer.
Durante su mandato como vicepresidenta, la Casa Blanca ha tenido éxitos en materia de atención sanitaria: redujo los costes de los medicamentos recetados, fijó un tope de 35 dólares para los precios de la insulina, permitió que Medicare negociara los precios de los medicamentos y limitó los gastos de bolsillo para la cobertura de medicamentos de Medicare.
Son pasos muy apreciados por el ciudadano de a pie que ella quiere amplificar y mejorar, por ejemplo, poniendo el tope máximo de gasto anual por persona en medicamentos en 2.000 dólares, y negociando "más rápido" con las empresas para que no sólo bajen más las fórmulas, sino para que bajen antes, porque los pacientes las necesitan.
Además, ha dicho que quiere eliminar miles de millones de dólares de deuda médica de los estadounidenses y que trabajará con los estados en ese tema. Los detalles del plan aún no están del todo claros, pero cuando era fiscal general, Harris solía utilizar leyes antimonopolio para evitar que las aseguradoras, los hospitales y las compañías farmacéuticas afrontasen los costos. Puede ser una vía.
En esta materia, es muy sensible también su apuesta por el acceso a los servicios de fertilización in vitro, un tema de campaña después de que la Corte Suprema de Alabama dictaminara en febrero que los embriones congelados creados durante el proceso de fertilidad podían considerarse niños y que entronca, de nuevo, con los derechos de reproductivos de las mujeres. La decisión amenaza la disponibilidad de servicios de este tipo en el estado y ha puesto el acceso a los tratamientos de fertilidad en el debate nacional. Harris ha dicho repetidamente que apoya el derecho de las mujeres a tomar sus propias decisiones sobre sus cuerpos y la planificación familiar y se está viendo con familias para que le cuenten sus casos.
Su aspirante a vicepresidente, Tim Walz, le está siendo de gran ayuda en este flanco porque él mismo tuvo que recurrir a tratamientos de fertilidad para poder tener a sus hijos.
Educación
En su tiempo como senadora, Harris respaldó un proyecto de ley que habría proporcionado matrícula universitaria gratuita para la mayoría de las familias. Su plan es ampliarlo y garantizar su cumplimiento.
La plataforma del Partido Demócrata propone, además, la matrícula universitaria gratuita para todos, una idea que Harris no ha destacado aún, sin embargo, durante la campaña electoral.
Delincuencia y seguridad
Harris comenzó su carrera legal procesando a abusadores de menores y traficantes sexuales antes de ser elegida fiscal de distrito de San Francisco y luego fiscal general de California. Así que en materia de delincuencia y seguridad se mueve como pez en el agua... y se le nota. Sus cargos aumentaron las tasas de condenas, particularmente de criminales violentos, aunque ese pasado también llevó a que la izquierda más a la izquierda la acusara de estar del lado de la policía, porque no peleó en una serie de casos de violencia de uniformados.
Por ahora, ha utilizado su pasado como fiscal para servir, sobre todo, como un importante contraste con Trump, que ya ha sido condenado por 34 cargos para silenciar a sus oponentes con el fin de influir ilegalmente en las elecciones de 2016 y tiene tres casos más pendientes. En Chicago, durante la Convención, no dudó en sacar a relucir esa condena y su caso de abuso sexual.
La campaña de Harris se ha retractado de la idea de "desfinanciar a la policía" que expresó Harris en 2020 y que fue muy polémica. Un movimiento que iba de la mano de algunas asociaciones que denunciaban el acoso a minorías (cuando ella pertenece a dos, la asiática y la africana). Lo que quiso decir es que apoya ser "duro e inteligente con el crimen", aclaran ahora sus asesores, cuando entonces Harris, claramente, pidió hasta la desmilitarización de los departamentos de policía.
En general, los demócratas se retractaron de esa apuesta después de que los republicanos intentaran vincular el movimiento con el aumento de la delincuencia durante las elecciones de mitad de mandato de 2022.
Políticas verdes
Como fiscal, Harris defendió las leyes climáticas de California y demandó a las compañías petroleras por daños ambientales, con sonadas condenas. También pidió políticas específicas contra el cambio climático a través de un "Nuevo Pacto Verde" durante su campaña presidencial de 2020, algunas de las cuales se han materializado bajo la Administración actual.
En unas declaraciones a la CNN en 2019, dijo que "no hay duda de que estoy a favor de prohibir el fracking", que es una técnica para recuperar gas y petróleo de la roca de esquisto que puede ser perjudicial para el medio ambiente. Pero, ay, se retractó luego de esa postura. Durante el debate presidencial, explicó que había emitido el voto decisivo para aprobar la Ley de Reducción de la Inflación, que abrió nuevos contratos de arrendamiento para las empresas de fracturación hidráulica, además de canalizar cientos de miles de millones de dólares a programas de crédito fiscal y reembolsos para energías renovables y vehículos eléctricos. Es una postura que a Trump le gusta pero que le reprocha porque supone un cambio de idea.
Citando la creación de 300.000 puestos de trabajo en energía limpia durante la Administración Biden, dijo en su primera entrevista como candidata formal que eso demuestra que "se puede aumentar una economía próspera de energía limpia sin prohibir el fracking". "Mi posición es que tenemos que invertir en diversas fuentes de energía para reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero", dijo ella, eludiendo el tema ante Trump.
Si es elegida en noviembre, ha garantizado que protegerá "las tierras públicas y la salud pública", que reducirá los costos de energía de los hogares y responsabilizará a los contaminadores para garantizar aire y agua limpios, según su plataforma política. No ha afinado cómo lo hará. Se espera que continúe persiguiendo los objetivos de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, que financió proyectos energéticos y climáticos destinados a reducir las emisiones de carbono en un 40% para 2030. Ha repetido varias veces que quiere llevar a EEUU a una "economía de energía limpia", sin abandonar por completo el petróleo y el gas, que son una industria importante en estados en disputa como Pensilvania.
En la promoción del Partido Demócrata se dice que aumentará las protecciones contra la perforación y la minería en el Ártico, aunque la producción petrolera estadounidense ha alcanzado niveles récord durante la presidencia de Biden (aprobó casi un 50% más de concesiones de gas y petróleo durante su mandato que Trump durante sus primeros tres años en el cargo, según la CBS). En la actual legislatura se han introducido incentivos para alentar a los estadounidenses a comprar vehículos eléctricos y se ha establecido un objetivo de que la mitad de todas las ventas de vehículos nuevos sean de cero emisiones para 2030, que Harris va a mantener.
Armas
Harris tiene antecedentes de apoyar las regulaciones de seguridad de armas a lo largo de su carrera política y defendió con éxito las leyes de armas de California cuando enfrentaron desafíos legales como fiscal general del estado. Volvió a hacerlo en el debate televisivo, cuando además sorprendió informando de que ella misma tiene un arma, destacando el hecho para contrarrestar la acusación de su oponente de que busca confiscar las armas de fuego.
"Tim Walz y yo somos propietarios de armas (...). No vamos a quitarle las armas a nadie", dijo, aunque ya lo había confirmado en 2019, pero el dato había quedado en el olvido. Entonces aclaró que la tenía "por la misma razón que muchas otras personas: por seguridad personal", de sus tiempos de fiscal.
En su discurso en la Convención Nacional Demócrata, Harris sólo hizo una referencia pasajera a la violencia con armas de fuego. "En estas elecciones, muchas otras libertades fundamentales están en juego", dijo. "La libertad de vivir a salvo de la violencia con armas de fuego en nuestras escuelas, comunidades y lugares de culto", concluyó.
Como número dos del Gobierno, ha supervisado la Oficina de Prevención de la Violencia con Armas de la Casa Blanca y a principios de este año anunció recursos para apoyar la implementación de "leyes de bandera roja", que tienen como objetivo mantener las armas de fuego fuera del alcance de aquellos que pueden hacerse daño a sí mismos o a otros, que permiten a los tribunales incautar armas de quienes se consideren una amenaza. También alentó a los estados a aprovechar los 750 millones de dólares en fondos federales que su gabinete ha puesto a disposición para programas de intervención en crisis.
En su web incluye una prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, así como un requisito de verificación de antecedentes universal. También, una adhesión a la actualización más importante de la ley de seguridad de armas en casi tres décadas, firmada por Biden en 2022. La Ley Bipartidista de Comunidades más Seguras aumentó las verificaciones de antecedentes para los compradores de armas menores de 21 años, proporcionó miles de millones para servicios de salud mental y cerró la llamada "laguna del novio" para evitar que los maltratadores domésticos convictos compren un arma de fuego durante cinco años.
El año pasado, Biden anunció la creación de la Oficina de Prevención de la Violencia con Armas de la Casa Blanca, que ha sido supervisada por la propia Harris.
Ucrania y la OTAN
Harris comenzó su carrera como fiscal y luego entró de lleno en política como senadora por California, por lo que su experiencia en política exterior era limitada, nada que ver con la de Biden. Sin embargo, poco a poco se ha involucrado en la materia, desde el ángulo de la inmigración pero, también, como refuerzo de los mensajes del presidente, especialmente con países aliados de EEUU.
Como vicepresidenta, se ha reunido con 150 líderes mundiales y ha visitado 21 países, dice su web. El año pasado asistió a la Conferencia de Seguridad de Munich -el evento más importante del mundo en la materia- y pronunció un discurso sentido en apoyo a la OTAN, denunciando el aislacionismo -que es una de las marcas de la casa del mandato de Donald Trump- y la invasión de Ucrania por parte de Rusia. "Trabajaremos para asegurar las armas y los recursos críticos que Ucrania necesita con tanta urgencia. Y permítanme ser claro: no hacerlo sería un regalo para Vladimir Putin", dijo en Alemania.
Harris ha prometido siempre apoyar a Kiev "durante el tiempo que sea necesario" y hasta representó a EEUU en la conferencia de paz que se organizó en Suiza el pasado junio. En su discurso en la convención demócrata, indicó que se reunió con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para "advertirle sobre el plan de Rusia de invadir" su país, apenas cinco días antes de que ocurriera, el 24 de febrero de 2022. También se jactó de que ha ayudado a "movilizar una respuesta global" después de que comenzara la guerra. Con Zelenski se ha visto ya seis veces desde el inicio de la ofensiva y ella fue la encargada de anunciarle el mes pasado la nueva ayuda de 1.500 millones de dólares para asistencia energética y humanitaria.
El Gobierno de Biden ha trabajado también con sus socios para sancionar a Rusia por su invasión, una respuesta, especialmente al principio de la guerra, muy criticada por su lentitud. Los republicanos han hecho mella con ello. Harris mantiene que seguirá apretando el puño, como hace Europa.
Respecto a la Alianza Atlántica, sostiene que es "fundamental para nuestro enfoque de la seguridad global". "Para el presidente Biden y para mí, nuestro sagrado compromiso con la OTAN sigue siendo férreo. Y creo, como he dicho antes, que la OTAN es la mayor alianza militar que el mundo haya conocido jamás", ha defendido. Es de esperar que, si gana, siga en la línea de pedirle a los otros miembros un mayor compromiso económico con la Alianza.
Israel y Gaza
Harris es defensora de la solución de dos estados, uno palestino y uno israelí, para resolver el conflicto que enfrenta a las dos naciones desde hace 80 años. Ha sido así durante toda su trayectoria pública, pese a que ha tenido que sufrir los facilones ataques de partidismo por estar casada con abogado judío, Doug Emhoff.
Respecto a la guerra en Gaza, en particular, la aspirante demócrata ha mantenido una postura clara de apoyo a Israel y a su legítima defensa tras los atentados de Hamás del 7 de octubre pasado, que dejaron cerca de 1.200 muertos en suelo israelí, además de 253 rehenes. Sin embargo, es de justicia decir que la suya fue una de las primeras voces que se levantó en la Administración norteamericana para reclamar un alto el fuego general y, en particular, que el Ejército de Israel usara su fuerza de una manera proporcionada, evitando muertes de civiles palestinos. Sigue pidiéndolo ese cese de hostilidades en todas sus comparecencias, en las que denuncia que son "demasiadas" las víctimas palestinas: van más de 41.100 personas muertas y 95.000 heridas, además de las 10.000 que están bajo los escombros.
Que nadie espere un volantazo, pero hay matices. La vicepresidenta se ha mostrado un poco más comprensiva con los palestinos y sus necesidades y ha criticado más duramente la catástrofe humanitaria de Palestina. Va en la línea de una antigua abogada y fiscal muy comprometida con la causa de los derechos humanos, la democracia y el multilateralismo y que, además, por eso está bien vista en el ala más progresista de los demócratas, la que más medidas contra Israel reclama.
"Toda mi carrera y mi vida he apoyado a Israel y al pueblo israelí", dijo en el debate de ABN News. No ha apoyado un embargo de armas a Israel, como han pedido algunos miembros de la izquierda estadounidense. Eso no va a alterarse. En su discurso de aceptación de la Convención Demócrata, se comprometió como presidenta a garantizar "que Israel esté seguro, los rehenes sean liberados, el sufrimiento en Gaza termine y el pueblo palestino pueda ejercer su derecho a la dignidad, la seguridad, la libertad y la autodeterminación". En ese acuerdo por llegar es en lo que se quiere centrar.
Las amenazas de China e Irán
Finalmente, y Rusia aparte, hay otros dos países que van a seguir concentrando la atención de la siguiente Administración norteamericana, sea quien sea el jefe o la jefa. Son China e Irán.
Harris ha ofrecido pocos detalles sobre en qué se diferenciaría su política hacia Pekín de la de Biden, que mantiene las espadas en alto pero ha acercado posturas para que hablen en cuestiones comunes clave. Se ha visto con Xi Jinping, le ha dado la mano y luego lo ha vuelto a llamar "dictador". En la Convención de agosto, Harris dijo que "Estados Unidos, no China, gana la competencia por el siglo XXI". Y en septiembre de 2023, en una entrevista, avanzó que la relación económica entre Estados Unidos y China "no se trata de disociación, se trata de reducir riesgos".
Harris se reunió brevemente con el presidente chino, Xi Jinping, en 2022 en Bangkok, en medio de fricciones entre los dos países, especialmente crudas por Taiwán, a cuyo Gobierno da su pleno apoyo Washington. La vicepresidenta dijo entonces que era necesario "mantener abiertas las líneas de comunicación para gestionar de forma responsable la competencia entre los países".
Más recientemente, ha condenado la agresión de China en el Mar de China Meridional, acusándola de "socavar elementos clave del orden internacional basado en normas" y de coaccionar e intimidar a sus vecinos. En el Senado, la demócrata copatrocinó la Ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong y la Ley de Política de Derechos Humanos de los Uigures.
En el caso de Irán, no está claro si Harris buscará renegociar un nuevo acuerdo nuclear si gana las elecciones. En 2015, Occidente, Naciones Unidas e Irán pactaron un acuerdo para limitar el uso de las investigaciones atómicas de Teherán al campo civil que fue un enorme triunfo de la democracia, pero tres años más tardes, Trump lo abandonó unilateralmente, diciendo que el Régimen de los Ayatolás financiaba el terrorismo. Irán, desde entonces, entendió que el pacto no es vinculante y ha profundizado en su trabajo científico.
Durante la campaña de primarias de 2020, Harris dijo al Consejo de Relaciones Exteriores que buscaría volver a unirse al acuerdo nuclear con Irán, "siempre que Irán también volviera a cumplir de manera verificable". Biden ha estado cerca, pero el proceso se fue enquistando: en agosto de 2022 estaba sólo a falta de flecos y el visto bueno de Israel, pero llegaron las elecciones de mitad de mandato en EEUU, en Tel Aviv volvió al Gobierno Benjamin Netanyahu, luego llegó el ataque de Hamás y la respuesta de Israel en Gaza y este año, por primera vez, Irán e Israel se han atacado en suelo de sus propios países. Ha perdido la diplomacia.
Harris, en resumen, tiene muchos retos por abordar y su meta ha de ser doble: apostar distinto y apostar claro. Si no, el empate actual con Trump no se romperá. Una batalla complicada pero, como le canta Beyoncé antes de cada mitin, a winner don't quit on themselves, o sea, un ganador no se rinde.