Putin mantiene el mensaje tras un mes de la incursión ucraniana: "No hay de qué preocuparse"

Putin mantiene el mensaje tras un mes de la incursión ucraniana: "No hay de qué preocuparse"

La operación no parece haber logrado sus objetivos posibles de desestabilizar a la sociedad rusa ni obligar a Moscú a redistribuir tropas del Donbas y a eso se aferra. 

Soldados de Ucrania, en la ciudad rusa de Sudzha (región de Kursk), el pasado 18 de agosto.Ed Ram / The Washington Post via Getty Images

La ofensiva de Ucrania en la región de Kursk sigue adelante, tras cumplir un mes el pasado 6 de septiembre. El presidente Volodimir Zelenski insiste en que "Rusia trajo la guerra a suelo ucraniano y debe sentir las consecuencias de lo que ha hecho". Sin embargo, la respuesta de Moscú, tanto entre los ciudadanos como entre los líderes militares, está siendo "sorprendentemente moderada".

Es lo que explica en un análisis Olga Vlasova, profesora visitante en el King's Russia Institute, publicado en la web National Interest. Indica que "un factor clave" detrás de esta "respuesta silenciosa" es la "calculada política de pacificación del Kremlin hacia su sociedad". "Ni siquiera las incursiones en Kursk han provocado un cambio significativo en esta estrategia. La narrativa presentada a los rusos ha sido cuidadosamente manejada: si bien se reconoce la presencia de fuerzas ucranianas en suelo ruso, el mensaje es que no se ha ocupado ningún territorio sustancial y no han surgido líneas de frente claras", expone. Tal es el control de Vladimir Putin.

Vlasova destaca que el mensaje del Kremlin "está diseñado para restar importancia al conflicto y asegurar que no hay motivos para alarmarse", lo que se ve por los mensajes de los medios de comunicación que controla el Gobierno y sus portavoces. "En esencia, el Gobierno está diciendo al público: 'Confíen en nosotros, no hay nada de qué preocuparse'".

Esta estrategia, a su juicio, tiene como objetivo "mantener la calma social y desviar la atención de las preocupaciones políticas", incluida la propia guerra, lanzada por Putin en febrero de 2022, y que esperaba que fuera rauda y victoriosa. No es el caso. 

Una parte "crucial" de esta estrategia de pacificación es "el cultivo de una ilusión de vida normal y estabilidad económica", que no es tal necesariamente, por más que por ejemplo las sanciones internacionales aún no estén haciendo el daño esperado. 

"Incluso mientras las fuerzas ucranianas estaban en suelo ruso, el presidente Vladimir Putin asistía a eventos en el extranjero, visitaba Azerbaiyán, Mongolia y el Foro Económico Oriental (EEF). Estas acciones indican al público que la situación está bajo control y que no hay necesidad de alterar sus rutinas diarias. La vida, al parecer, continúa", escribe.

En su discurso en dicho foro, Putin subrayó que el objetivo de la incursión ucraniana en Kursk estaba claro para su mando militar. "El objetivo del enemigo era ponernos nerviosos, apresurarnos, reubicar tropas y detener nuestra ofensiva en frentes clave, especialmente en el Donbás, cuya liberación sigue siendo nuestra máxima prioridad. ¿Funcionó? No, el enemigo no logró nada", afirmó.

"Este mensaje refuerza la idea de que no hay necesidad de tomar decisiones apresuradas y que la estrategia militar de Rusia sigue centrada en un avance constante en el Donbás. De hecho, el Kremlin informa de que las fuerzas rusas están avanzando en el Donbás al ritmo más rápido en mucho tiempo y que la ciudad de Pokrovsk, un centro de suministro fundamental, se ha convertido en un objetivo clave", indica la especialista.

Desde el punto de vista militar, entiende que la respuesta de Rusia a la incursión en Kursk "no fue, una vez más, la que muchos habían previsto." En lugar de un repliegue de tropas en pánico (sobre todo desde el este ucraniano, donde más daño están haciendo) o una escalada, "Moscú siguió comprometida con sus objetivos más amplios, en particular en el Donbas". "Esta respuesta sugiere que ambas partes están reforzando sus posiciones, posiblemente en previsión de futuras negociaciones", a la espera de que en pocas semanas Zelenski proponga un nuevo plan de paz, que hará público en una visita a EEUU.

"Es más probable que se produzcan negociaciones, en particular después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que podrían cambiar la dinámica del apoyo internacional a Ucrania. Por un lado, las acciones de Ucrania en Kursk podrían fortalecer su posición negociadora al demostrar su capacidad para penetrar en territorio ruso. Sin embargo, el hecho de que Rusia siga centrada en el Donbas indica que no está dispuesta a hacer concesiones significativas a cambio de Kursk, ya que Donetsk sigue siendo su objetivo principal", ahonda. "El resultado de las elecciones estadounidenses podría desempeñar un papel fundamental en la configuración del curso de la guerra, ya que el apoyo político estadounidense influirá significativamente en las decisiones estratégicas de Ucrania", añade. Ahora mismo las encuestas dan un empate técnico entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump.

En cuanto al impacto inmediato de la incursión ucraniana en Kursk, la operación "no parece haber logrado sus posibles objetivos de desestabilizar a la sociedad rusa ni de obligar a Moscú a redistribuir tropas del Donbas. Ambos objetivos siguen sin cumplirse, lo que deja el panorama estratégico más amplio prácticamente inalterado". Sin embargo, no se puede minimizar que ha puesto sus tropas en 1.300 kilómetros cuadrados de terreno y cien poblaciones, donde está sin retroceder desde hace más de un mes. 

La incursión en la región de Kursk ha provocado "dos cambios significativos e interconectados en la estabilidad global que no deben subestimarse", expone. El primero es que "las armas nucleares ya no son un elemento disuasorio eficaz contra la guerra convencional, incluso dentro del territorio de un Estado poseedor de armas nucleares". El segundo, que "la incertidumbre mundial está aumentando, ya que la existencia de estas armas significa que podrían seguir utilizándose en cualquier momento".

Moscú está jugando ahora un "juego paciente, manteniendo su compromiso con sus objetivos y manteniendo la calma pública". Este enfoque sugiere una guerra de desgaste prolongada y constante en condiciones que en gran medida "no han cambiado". Pero hay que seguir de cerca la evolución de esta ofensiva en Kursk, por si se extiende. 

"Cualquier cambio hacia una escalada probablemente será señalado por un cambio de la actual estrategia de pacificación a una de movilización ideológica, uniendo a la población para un esfuerzo más intensificado", concluye.