Primer día de negociaciones para la paz en Ucrania: líneas rojas, muchas dudas y Europa y Ucrania mirando desde la grada
Estados Unidos y Rusia sientan las bases para comenzar un diálogo, pero sin confirmar la participación de Europa ni del país en disputa, Ucrania. De fondo, el interés de Trump por las tierras raras ucranianas y el de Putin porque Ucrania no entre en la OTAN y amenace sus fronteras.

En el mundo de las relaciones diplomáticas globalizadas, no es sorpresa que Gobiernos de terceros países participen, incluso organicen, conversaciones destinadas a la consecución de la paz entre dos naciones en conflicto. Ha pasado siempre. El diálogo respecto al fin de la guerra en Ucrania, no obstante, es curioso. Arabia Saudí ha acogido este martes la primera reunión entre Estados Unidos y Rusia destinadas a buscar una solución que satisfaga a todas las partes. Pero sin la parte principal, Ucrania, ni la participación de Europa, cuyos líderes se reunirán nuevamente este miércoles para debatir qué postura tomar respecto a Ucrania, tal y como informó Macron a última hora de este martes. Todo ello, además, después de que la Administración de Donald Trump haya dejado claro que su apoyo a Ucrania, o a la posterior seguridad de Europa, ya no es una prioridad para Estados Unidos. Además de poner fin a la guerra, las conversaciones también esconden otros intereses, como el de Estados Unidos por las tierras raras ucranianas o el de Putin por la desmilitarización de Ucrania, insistiendo en que no debe entrar en la OTAN, algo que acepta Trump.
Las conversaciones bilaterales han causado estos días estupor en los líderes europeos, que se juntaron en una Cumbre informal extraordinaria apenas un día antes de la reunión en Riad entre Estados Unidos y Rusia. Europa, que ha descartado en varias ocasiones iniciar negociaciones con Rusia en base a sus pretensiones, busca ahora la manera de ser parte de algo que ocurre entre sus fronteras. Pero, por ahora, sin la capacidad para hacerse valer. Este lunes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pedía, de hecho, a sus compañeros europeos que dejaran de subestimarse. “Europa es un proyecto político fuerte, que representa el primer bloque comercial del mundo, y juntos representamos la primera economía del mundo. Podemos continuar agrandando y ensanchando ese gran proyecto”, decía Sánchez.
Pero, desde luego, a Europa le pesa el haber dependido tanto de Estados Unidos durante los últimos años. Donald Trump ha advertido de que haría este tipo de cosas desde antes de ser presidente y, con todo, la reacción es tardía. Un análisis reciente del The New York Times describía así la reunión mantenida este lunes en París: “El lamento dio paso a una aceptación apresurada de un nuevo mundo en el que el aliado más poderoso de Europa ha empezado a comportarse más como un adversario. El plan del presidente Trump de negociar un acuerdo de paz en Ucrania con el presidente ruso, Vladimir Putin, sin invitar a los ucranianos ni a los europeos a participar, ha obligado a los aturdidos líderes en capitales como Berlín, Londres y París a enfrentar una serie de decisiones difíciles, disyuntivas dolorosas y costosas cargas”.
Mientras Estados Unidos y Rusia perfilan las bases para un acuerdo que traiga la paz a un país que no es el suyo, Europa discute desde la grada los siguientes pasos. Este mismo lunes, Sánchez dejaba claro que el encuentro organizado por el presidente francés, Emmanuel Macron, no era para tomar decisiones, sino para reflexionar o compartir ideas y pareceres. Los líderes europeos tratan de aliviar el desconcierto mientras Trump y Putin litigan, por ejemplo, sobre si Ucrania debe entrar o no en la UE, en la OTAN o permitir la explotación de sus tierras raras. Casi como una súplica, este martes Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se reunía con el enviado de Donald Trump para Ucrania, el general Keith Kellog. “Queremos colaborar con Estados Unidos para lograr una paz justa y duradera en Ucrania”, dijo.
Lo de las tierras raras no es menor. En un mundo como el actual, no produce sorpresa comprobar que quienes buscan la paz no siempre lo hacen con el único objetivo de la paz en sí. El primer miembro del Gobierno estadounidense que se vio con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, fue el secretario del Tesoro, Scott Bessent, el pasado 12 de febrero. ¿Por qué? Estados Unidos quiere explotar tierras ucranianas con minerales críticos para la poderosa industria tecnológica. “El pueblo americano merece ser recompensado, merece un retorno por los miles de millones que han invertido en esta guerra”, pedía el domingo Mike Waltz, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, en declaraciones recogidas por El País.
Si Estados Unidos quiere la riqueza que albergan estas tierras, Rusia quiere anexionarse al menos cinco regiones ucranianas que ya están bajo su control total o parcial, una cierta desmilitarización del país y que Ucrania no entre a formar parte de la OTAN. Putin llegó a excusar la invasión de Ucrania con este argumento. La entrada de Ucrania en la OTAN durante la guerra apenas fue discutido. A pesar de las peticiones de Zelenski, que Ucrania entrara en la OTAN significaría que el conflicto entraría en una escala global. Los países miembros armaron y apoyaron económica y militarmente a Kiev, pero sin introducir tropas en el territorio. ¿Pero podría entrar Ucrania en la OTAN con el acuerdo de paz? Para Putin es una línea roja, porque supondría tener a la organización militar occidental todavía más cerca de sus fronteras. Y Estados Unidos lo acepta. Su secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseguró hace unos días que no parece “realista” pensar en “la membresía de Ucrania en la OTAN”. E insistió en que la seguridad de Europa depende, ahora, única y exclusivamente de Europa. “Para ser claros”, dijo, “como parte de cualquier garantía de seguridad, no habrá tropas estadounidenses desplegadas en Ucrania”.
El primer paso para una probable paz en Ucrania está dado, pero el camino es largo, tanto que no se atisba el final. Zelenski ya ha dejado claro que no aceptará ningún acuerdo que no cuente con su participación. Los líderes europeos aumentan la presión para tener no solo voz sino también voto en los diálogos. Sea como fuere, por ahora, y como recordaban en Politico este martes, “poco después de finalizar las conversaciones en Riad, comenzó una alerta de ataque aéreo en Kiev, donde las autoridades locales anunciaron la amenaza de misiles balísticos rusos”.