Parapentes, cohetes y terror: mapas para entender el nuevo capítulo del conflicto palestino-israelí
La milicia islamista Hamás, que controla de facto la Franja de Gaza, asestó el pasado fin de semana el mayor golpe en décadas a Israel. Las cifras de muertos, heridos y desplazados no deja de aumentar.
Un nuevo capítulo con nuevos interrogantes para una historia interminable de violencia, ocupación y guerra perpetua. En torno 6:30 del pasado sábado, cientos de jóvenes celebraban una rave cerca de la localidad israelí de Re'im, cercana a la Franja de Gaza, cuando empezaron a sonar las alarmas antiaéreas que advertían de un ataque con cohetes y misiles. Una situación nada inédita en una zona acostumbrada a situaciones de este tipo, si no fuera porque esta vez el ataque era muy diferente, en apenas unas horas el terror campaba a sus anchas, y solo de esa rave ya se han contado, al menos, 260 muertos.
Mientras sonaban los avisos, miles de milicianos de la facción islamista Hamás y de la Yihad Islámica aterrizaban desde Gaza en territorio israelí en parapentes mientras que otros de sus compañeros de armas asaltaban los pasos fronterizos de la Franja, controlados por el ejército hebreo, en una operación que desbordó rápidamente a las fuerzas israelíes.
La 'operación Tormenta de Al-Aqsa', como Hamás ha bautizado la acción, no había hecho más que comenzar. Los milicianos se desplazaron con rapidez entrando en decenas de pueblos y ciudades en las que han acabado indiscriminadamente con la vida de cientos de israelíes. La cifra no deja de crecer.
Los combates entre los milicianos y las fuerzas israelíes se han prolongado hasta este lunes, y aunque Israel afirma que ya ha recuperado el control de todas las zonas atacadas por los islamistas, todo apunta a que la sangría va a durar, el reclutamientos de reservistas para las acciones futuras desde Israel ascienda hasta los 300.000.
El Estado de Israel ha declarado formalmente la guerra a Hamás, y ya prepara una invasión terrestre sobre la Franja, para la cual ya se han producido los primeros bombardeos, que han matado a cientos de civiles palestinos y que ya dejan una cifra total de muertos en ambos lados sin precedentes.
Una olla a presión
La situación que se vive en la actualidad entre Israel y Palestina ha saltado a la actualidad internacional debido en este caso al ataque de Hamás. Sin embargo, la realidad del día a día en la zona dibuja una situación de precariedad y pisoteo de los derechos humanos condenada formalmente por la ONU.
El Gobierno de Israel se ha embarcado desde hace unos años en una deriva ultranacionalista y ultraderechista que ha dado cada vez más cuotas de poder y popularidad a las fuerzas políticas que abiertamente niegan el derecho del pueblo Palestino a tener su propio estado.
Al mismo tiempo, desde que Hamás se hiciera por la fuerza con el control de la Franja de Gaza, donde viven en torno a 2,1 millones de palestinos, Israel ha mantenido un bloqueo naval, terrestre y aéreo contra el enclave que dura ya 16 años. La decisión última de todo lo que entra o sale de Gaza es de Israel, incluidas la electricidad o el agua corriente, servicios, que de hecho acaba de cortar de cara a la ofensiva terrestre, que puede empezar en las próximas horas. La medida atenta contra los derechos humanos y podría ser considerada como un crimen de guerra (Otro más), ya que afecta directamente a la población civil y su supervivencia.
La situación en Cisjordania, donde algunas zonas están controladas por la Autoridad Palestina, no es mejor. La zona se encuentra fuertemente ocupada por Israel en amplias zonas del territorio, y los asentamientos ilegales de colonos israelíes no han hecho más que aumentar en los últimos años, lo que implica que las familias palestinas son expulsadas de sus casas para ceder esos terrenos. Una situación especialmente tensa en la zona oriental de Jerusalén, ciudad sagrada tanto para judíos y musulmanes por igual.
Además, el acceso a las zonas controladas por la Autoridad Palestina se encuentran vigiladas también por las fuerzas de seguridad israelíes, y moverse por el territorio conlleva en muchas ocasiones la necesidad de invertir horas de tiempo para superar los controles militares. Esta situación ha sido denunciado por organismos independientes como B'tselem.
La nueva situación llega en un momento especialmente complicado, en pleno proceso de acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, tradicional aliado de la causa Palestina. Se esperaba que los sauditas reconocieran en el corto plazo la existencia del Estado de Israel, sin embargo, el resultado de la operación terrestre hebrea podría trastocar esa hoja de ruta si se convierte en un baño de sangre palestina.
Y es que aunque la sorpresiva y terrorífica acción lanzada por las milicias islamistas ha regado de cadáveres el suelo de Israel hasta un punto en el que por el momento han muerto más habitantes del país judío que árabes, esa no es la tónica general ni recurrente del conflicto entre Israel y Palestina. Según los datos de la ONU, desde el 1 de enero de 2008 hasta el 19 de septiembre de 2023, han muerto 6.407 palestinos frente a 308 israelíes, mientras que de estos últimos han resultado heridos 6.307 frente a 152.560 palestinos.
Tras el ataque, Israel ha asegurado que Hamás "ha abierto las puertas del infierno" en Gaza. El Ejecutivo de Benjamin Netanyahu responderá con plomo a la acción islamista, y tratará de silenciar así las protestas que rodean a su Ejecutivo y a las fuerzas armadas, que pasan por no entender cómo se pudo pasar por alto un ataque de esta envergadura y como la respuesta ha tardado tantas horas en producirse.