Netanyahu renuncia a parte de la reforma judicial para apaciguar la tensión social en Israel
A partir de ahora sólo se limitará a perseguir el cambio de la composición del comité de selección de jueces, afirma en una entrevista a Bloomberg.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha hecho saber este domingo que desistirá de impulsar en su totalidad la reforma judicial planteada por su gobierno y a partir de ahora sólo se limitará a perseguir el cambio de la composición del comité de selección de jueces.
"Eso es básicamente lo que queda, porque creo que no deberíamos legislar otras cosas", ha hecho saber el primer ministro en una entrevista emitida este domingo por Bloomberg TV, donde explicó que su siguiente y último paso a seguir "probablemente sería sobre la composición del comité que elige a los jueces".
Netanyahu ha argumentado que con esta decisión quiere evitar una polarización de la Judicatura, un término medio entre "el tribunal judicial más activista del planeta" y un Parlamento capacitado para "simplemente anular cualquier decisión que tome el tribunal".
"Tiene que haber un equilibrio. Eso es lo que estamos tratando de restaurar", ha indicado Netanyahu sobre un plan de reforma objeto de críticas sin precedentes, que lo señalan como un atentado a la separación de poderes por las inmensas competencias que tendría el Gobierno sobre las decisiones de los tribunales.
La decisión de Netanyahu de alejarse del resto del paquete judicial, algo que no ha dicho explícitamente antes, parece señalar una concesión que sería una victoria significativa para sus opositores, que llevan más de treinta semanas seguidas manifestándose mientras sus quejas han ido calando en los reservistas militares del país, muchos de los cuales han renunciado a sus tareas de voluntariado en protesta contra la reforma.
Esta renuncia significa que Netanyahu desistiría de otros planes de reforma judicial, como capacitar al Parlamento para anular ciertas decisiones del Supremo o permitir que los ministros del gobierno designen a sus propios asesores legales en lugar del actual sistema de supervisores independientes.
Queda pendiente el mencionado proceso de selección. Los jueces en Israel son seleccionados por un comité de nueve que incluye tres miembros del Tribunal Supremo, dos miembros del colegio de abogados y cuatro políticos, uno de los cuales es tradicionalmente de la oposición.
Netanyahu y sus partidarios, que consideran al Tribunal Supremo un bastión de la corriente liberal del país, argumentan que este sistema ha permitido que los jueces desempeñen un papel demasiado importante en la elección de sus sucesores. En cambio, quieren aumentar el papel de los políticos y limitar el de los jueces y colegios de abogados.
Los opositores responden que, debido a que el Parlamento está controlado por el ejecutivo en Israel y en ausencia de una Constitución en firme, el poder judicial es el único control real de sus políticas y por ello hay que mantener el sistema actual, con los políticos lo más alejados posible.
Netanyahu ha conseguido ya victorias parciales como la aprobacion, el mes pasado, de una enmienda que impide que los jueces anulen las decisiones del gobierno que consideren "insensatas" durante una sesión que fue boicoteada por los legisladores de la oposición. Sin embargo, el Supremo tiene previsto escuchar una apelación a la enmienda el próximo 12 de septiembre.
El gobierno dice que quiere negociar con la oposición durante los próximos dos meses, cuando la Knesset esté en receso. Sin embargo, la oposición no ha aceptado, y ha avisado de que solo negociará si el Gobierno abandona su impulso unilateral de reforma.
Netanyahu ha expresado su deseo de que el Supremo no tumbe la enmienda el próximo 12 de septiembre, algo prácticamente inaudito en la historia de Israel. "Espero que no entremos en una crisis constitucional, pero creo que no lo haremos. Creo que hay una manera de llegar a un compromiso equitativo, que es lo que estoy tratando de hacer ahora", ha indicado.
El primer ministro descartó por último algunos de los comentarios más incendiarios hechos por miembros de su coalición de ultraderecha por estar fuera de su control y desestimó las preocupaciones de que la democracia está amenazada. "Es una tontería desde mi punto de vista", ha indicado. "Pero a ellos no se lo parece. Veo preocupación en general. Y creo que ahí existe un feliz punto medio", ha dicho.