Netanyahu, tras el asesinato de Nasralá: "El trabajo aún no está terminado. Se avecinan días difíciles"
El primer ministro israelí ha justificado el asesinato del jefe de la milicia libanesa y ha asegurado que "matar a Nasralá era un paso necesario para cambiar el equilibrio de poder en Oriente Próximo".
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se ha pronunciado por primera vez tras la muerte este viernes del líder de Hizbulá, Hasan Nasralá, y ha afirmado que "el trabajo" de Israel "todavía no ha terminado". "Se avecinan días difíciles”, ha afirmado el mandatario israelí.
"Conseguimos grandes logros, pero el trabajo aún no está completo. En los próximos días enfrentaremos desafíos importantes y los enfrentaremos juntos", ha dicho en un mensaje en vídeo.
El mandatario israelí reveló también que autorizó el bombardeo la víspera contra la sede central de Hizbulá, en los suburbios meridionales de Beirut, porque consideró que eliminar a Nasrala era "una condición necesaria" para devolver a los residentes del norte a sus hogares y "cambiar el equilibrio de poder en la región a lo largo de los años". "Nasralá no era un terrorista, era el terrorista”, ha aseverado.
“Porque mientras Nasralá viviera, restauraría rápidamente las capacidades que le quitamos a Hizbulá. Por eso, di la directiva y Nasralá ya no está con nosotros”, ha detallado Netanyahu.
En un extenso mensaje, teñido de palabras de agradecimiento hacia las fuerzas aéreas, el ministerio de defensa y los servicios de inteligencia, Netanyahu ha hecho también un llamado de unidad a los ciudadanos israelíes, a quienes ha descrito como un “pueblo unido y poderoso decidido a asegurar su existencia y su futuro”.
“No hay lugar en Irán o en Medio Oriente al que no llegue el largo brazo de Israel y hoy ya se sabe cuán cierto es eso”, ha advertido el mandatario.
Israel vigiló durante meses a Nasralá
El gobierno israelí llevaba meses siguiendo los movimientos Nasrala y decidió asesinarle en un ataque aéreo ante el temor de que fuera a perderle el rastro, revelaron en exclusiva tres fuentes de la defensa y la inteligencia israelí al diario The New York Times.
Dos de ellas aseguraron al medio estadounidenses que para acabar con la vida de Nasralá, confirmada este sábado por Hizbulá, Israel lanzó 80 bombas durante varios minutos sobre varios edificios de Dahye, el barrio al sur de Beirut en el que se encontraba el cuartel general del grupo chií.
El plan para matar a Nasrala en su búnker comenzó a tomar forma a comienzos de la semana, antes de que el primer ministro israelí viajara a Nueva York para participar en la Asamblea General de Naciones Unidas, según las fuentes israelíes.
Las oficina del primer ministro reveló este viernes una foto en la que se ve a Netanyahu ordenando el ataque desde un hotel de Nueva York justo antes de intervenir en Naciones Unidas. Las bombas fueron lanzadas después de que Netanyahu finalizara su discurso.
Fuentes cercanas a los planes consultadas por el diario israelí Haaretz aseguraron que el viaje de Netanyahu tenía como objetivo emitir el mensaje de que operaban con normalidad y que nada hiciera pensar de que el ataque, considerado una escalada en el conflicto con Hizbulá, era inminente.
Las fuentes consultados por el The New York Times aseguran que Hizbulá encontró e identificó el cuerpo sin vida de Nasralá y del comandante Ali Karaki en las primeras horas del sábado. Israel también da por hecho que Hashem Safi al Din, primo de Nasralá, no estaba en la zona del ataque en la tarde de ayer y esperan que pronto Hizbulá anuncie que se convierte en el nuevo secretario general de la organización.
Desde el pasado 17 de septiembre, Israel ha llevado a cabo una serie de ataques sin precedentes contra el Líbano, empezando con dos olas de explosiones en miles de aparato de comunicación en manos de integrantes de Hezbolá y un gran bombardeo contra sus altos mandos a las afueras de la capital.
Todo ello, unido a la campaña aérea en marcha, deja ya más de un millar de muertos y de 6.000 heridos en poco más de diez días, según ha informado en rueda de prensa el ministro de Salud Pública del Líbano, Firas Abiad.