Los mapas de la devastación de la tragedia de Derna en Libia
Tras el colapso de dos presas dejando destrucción y miles de muertos y desaparecidos a su paso. Semanas después, el mar sigue devolviendo cadáveres.
"No hay palabras para describir el grado de dolor y destrucción que se vive en Derna". Así se expresaba el pasado martes la periodista Patricia Simón en X (antes Twitter) desde la ciudad costera del norte de Libia, que fue arrasada por el agua tras el colapso de dos represas durante el paso de la tormenta Daniel.
La devastación es total. Los muertos y desaparecidos se sitúan en torno a las 15.000 personas, aunque es una cifra que varía según el organismo que se consulte. Los relatos de los supervivientes recogidos por la propia Simón sobre el terreno para el diario El País no dejan lugar a dudas de la calamidad que vivieron.
“Cuando comenzó la inundación, mi mujer y yo fuimos subiendo, con mi hija de dos años y nuestro bebé de dos meses, planta por planta hasta la quinta, donde se encuentra la azotea. Desde allí vimos cómo se morían muchos de nuestros vecinos”, narra Faisal a la periodista, un vecino que pudo salvar su vida.
Aunque esta catástrofe ha adquirido "proporciones épicas", en palabras de la doctora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Libia vive desde hace 12 años en un estado de calamidad constante.
Primero fue la primavera árabe, su posterior guerra civil que acabó con el dictador Muammar Gadafi, la ocupación y expulsión por las armas del Estado Islámico, que se instauró en buena parte de su territorio (incluido Derna), y más recientemente la continuación de una guerra civil que mantiene dividido al país y donde juegan sus cartas distintas potencias internacionales.
Desplazados, epidemias y miles de edificios arrasados
Derna permanece partida en dos, ya que la riada se llevó por delante los puentes que cruzaban el río homónimo, algo que dificulta unas tareas de reconstrucción y desescombro ya complicadas debido a la falta de medios y a la lenta respuesta del Gobierno del este del país.
Las primeras imágenes por satélite muestran que buena parte de la urbe ha quedado completamente borrada del mapa. Según UNOSAT, que ha observado y analizado la zona desde el espacio, en torno a 2.217 estructuras han sufrido daños o resultado destruidas.
Como se puede apreciar en las fotos de la costa, el agua de la orilla ha adquirido un color terroso, marrón, debido a la gran cantidad de sedimentos y restos de edificios que el agua ha arrastrado hacia el mar, según la periodista Simón, que asegura que las labores de los rescatistas se centran en la zona de la costa, donde el mar sigue devolviendo cadáveres.
Georgette Gagnon, coordinador de asuntos humanitarios de la ONU en Libia, estuvo en Libia el pasado sábado: "He estado antes en Derna, la última vez hace tres meses. Lo que he visto ahora desafía la comprensión. Hay zonas de la ciudad que son difícilmente reconocibles, hay áreas prácticamente vacías. La gente se ha ido o ha muerto". Según los cálculos de Naciones Unidas, aproximadamente 40.000 personas se han convertido en desplazadas tras el temporal en el Noreste del país, de los cuales cerca de 30.000 son de Derna.
Mientras que los equipos de rescates trabajan para encontrar supervivientes, algo improbable después de tantos días, la amenaza de que empiecen a propagarse epidemias entre la población es cada vez mayor debido a la dificultad para encontrar bienes tan básicos como el agua potable.
El Centro Nacional de Enfermedades Libio, de hecho, anunció el lunes que se habían detectado 55 casos de niños enfermos por haber bebido agua contaminada en Derna. En todo el país, UNICEF calcula que cerca de 300.000 niños libios están expuestos a enfermar de diarrea y cólera, así como a violencia y explotación de todos los tipos.
Las desgracias caen una sobre otra en Libia. Simón entrevistó a Norah Al Dellal, una profesora de 30 años que ahora está refugiada en una escuela de Derna. En su relato detalla cómo, mientras tenían el agua hasta las rodillas, en la última planta de su edificio, durante cuatro horas, lo único que hicieron fue rezar para salvar su vida.
Y es que en sus 30 años de vida, Norah ha vivido todas las guerras mientras luchaba por salir adelante, ante esa experiencia, poco queda más allá de un milagro. En su alegato final lanza un llamado a todos los países. "Solo quiero decirles que nos apoyen, solo eso, apóyennos", clamó Norah, y Simón remata: "Para que no se olviden de ellos, de los que siguen vivos".