Los expertos advierten de la "tormenta perfecta" a la que se enfrentará Putin
El impacto de la guerra, la emigración y la crisis demográfica dibujan un panorama sombrío en el mercado laboral ruso.
El mercado laboral ruso atraviesa una crisis sin precedentes, y los expertos alertan de que las presiones acumuladas podrían desembocar en una “tormenta perfecta” en los próximos años. Factores como la guerra en Ucrania, la emigración masiva y una crisis demográfica de larga data están complicando la situación económica y social del país, poniendo en jaque la narrativa de estabilidad promovida por el Kremlin.
El presidente ruso, Vladímir Putin, presumió recientemente de una tasa de desempleo históricamente baja del 2,4 %. Sin embargo, los analistas apuntan que esta cifra esconde una realidad preocupante: la falta de mano de obra ha alcanzado niveles críticos. Según el Instituto de Economía de la Academia de Ciencias de Rusia, en 2023 se registró un déficit de 4,8 millones de trabajadores, una cifra que no se espera que mejore hasta la próxima década.
La raíz de este problema, según el portal Meduza, radica en una combinación de factores. Por un lado, las generaciones nacidas en los 90 y principios de siglo son más pequeñas por una drástica caída de la natalidad. Por otro, la guerra en Ucrania y la consiguiente movilización han sacado del mercado laboral a más de un millón de personas, incluyendo a aquellos que han muerto o quedado heridos en el conflicto.
Guerra, emigración y fuga de talento
La invasión de Ucrania no solo ha afectado directamente al mercado laboral con las bajas militares, sino que también ha provocado una oleada de emigración. Según estimaciones recientes, entre 400.000 y 650.000 personas han abandonado Rusia desde el inicio del conflicto, una gran parte de ellas jóvenes y altamente cualificadas. La emigración masiva de trabajadores extranjeros, atraídos por mejores condiciones en otros países, ha agravado aún más la situación.
El impacto de esta fuga de talento no se limita a la pérdida de fuerza laboral, sino que también aumenta la presión sobre un sistema económico que ya enfrenta sanciones internacionales y un aislamiento creciente. La salida de trabajadores especializados y el cierre de oportunidades internacionales están reduciendo las perspectivas de innovación y crecimiento.
Una economía inflada por el sector defensa
La guerra también ha distorsionado la dinámica económica. Más de 600.000 personas han sido absorbidas por el sector de la defensa, que ha visto un aumento salarial de entre el 20 % y el 60 %. Sin embargo, estos empleos no generan bienes o servicios que impulsen el mercado de consumo, lo que refuerza el carácter insostenible de este modelo económico.
El economista Sergei Guriev explica que la inversión en tanques y armamento es comparable a “repartir dinero sin generar riqueza”. El aumento del gasto público, centrado en la industria militar, ha disparado los salarios en sectores clave, pero sin un aumento equivalente en la productividad. Esto ha contribuido a una inflación anual del 9 % en diciembre de 2024, creando una burbuja económica que amenaza con estallar.
El horizonte: más problemas y pocas soluciones
Las previsiones a medio plazo son sombrías. Según el demógrafo Salavat Abylkalikov, el grupo de edad entre 20 y 40 años, fundamental para el mercado laboral, se reducirá en un tercio para 2032, mientras que la población mayor de 60 años se duplicará. Este envejecimiento poblacional limitará aún más las opciones de recuperación económica.
Aunque el fin de la guerra podría aliviar parte de la presión sobre el mercado laboral, los expertos advierten que los problemas estructurales y la fuga de talento persistirán. “La pérdida de trabajadores migrantes y las sanciones internacionales están preparando el terreno para una tormenta perfecta en los próximos años”, advirtió Abylkalikov.