Las otras voces: israelíes y judíos que rechazan el ojo por ojo contra los gazatíes
Una cosa es que todo el país esté unido en su dolor por el ataque de Hamás y otra, que defienda la "ofensiva total" sobre la franja. "No vale una respuesta desproporcionada e indiscriminada, sin tener en cuenta a los civiles de Gaza".
Noi Katzmana ha perdido a su hermano Chaim, asesinado por Hamás en el Festival Nova, el pasado 7 de octubre, pero afirma: "Lo más importante para mí y también para mi hermano es que su muerte no sirva como justificación para matar a personas inocentes". Su voz no es única. Aunque Israel y la comunidad judía de todo el mundo se ha unido por la tragedia que les ha causado Hamás, una cosa es el dolor común y otra, la política común. Claro que hay quien apoya en firme al Gobierno en su idea de una "ofensiva total" que arrase con la milicia, y son mayoría según las encuestas, pero también surgen otros discursos, los que dicen no, los que piden que prevalezca el derecho internacional.
Se vio en la noche del miércoles en Washington, donde grupos de manifestantes, sobre todo judíos, accedieron al Capitolio y lo ocuparon temporalmente para rezar y reclamar el fin del "genocidio" en Gaza. Las organizaciones progresistas If not now y Jewish voice for Peace lideraban la marcha, con el Bella ciao de fondo. "Nos hemos reunido para que los miembros del Congreso no financien ni apoyen más bombas en Gaza y para que se solicite un alto el fuego y se permita que la ayuda humanitaria entre en Gaza para que los palestinos dejen de ser asesinados por los crímenes de guerra de Israel", dijo a la Agencia EFE Asher Firestone, representante de Jewish Voice for Peace.
Estas protestas han tenido un enorme eco en las universidades de EEUU, donde las nuevas generaciones están dejando de lado el discurso proisraelí que habitualmente tienen las administraciones, para entender mejor el discurso del pueblo palestino, muy aliado ahora con movimientos como Black Lives Matter y la "lucha común por la opresión de las minorías", como afirman en sus redes sociales. La protesta ha llegado incluso a las puertas de la Casa Blanca.
El rabino reformista Uri Sandler, desde Nueva York, bucea un poco más en la historia. "Israel, respaldado por EEUU y el consentimiento de Europa, ha tratado de aislar a Hamás, cuando lo alimentó en su origen. Después de que Hamás peleara contra Fatah (el partido de Yaser Arafat) y lo expulsara de Gaza, se obligó a los ciudadanos a sufrir un bloqueo que raciona alimentos, combustible y medicinas. Esta política, hay que decirlo, lleva a que los palestinos dependan de Hamás para satisfacer sus necesidades básicas y hace que, para algunos, la violencia sea una alternativa atractiva, porque con los Gobiernos no se logra la paz. Cuanto más duro se golpee, peor para el futuro. No se puede hacer la paz con la mitad de los palestinos mientras se libra la guerra a la otra mitad. Más, cuando no se golpea sólo a las milicias, sino al pueblo".
Es un mensaje que no se limita a Estados Unidos, sino también se oye en Israel, minoritario y valiente. Se ha viralizado, por ejemplo, la tribuna de Ziv Stahl en el diario Haaretz. Se trata de la directora ejecutiva de Yesh Din, una ONG israelí contra la ocupación que estaba el día del ataque de Hamás en el kibutz del que procede, Kfar Azza, visitando a su familia. Cuenta con concisión y precisión cómo vivió las horas de asedio, la amenaza, el encierro, los heridos, la falta de ayuda. Habla de "terror", del "olor del campo de batalla", de "indefensión". Pero, de seguido, explica por qué todo eso no vale una venganza sin control.
"No tengo ni idea de cómo esto influirá en el resto de mi vida. Si algún día podré no temer cada pequeño ruido, no imaginar disparos en lo más profundo de la noche. Pero hay una cosa que siento con más fuerza que nunca: debemos detener este ciclo de muerte. Debemos invertir todo nuestro poder y energía en el objetivo final: cómo construir un futuro pacífico y seguro para todos los que viven en este lugar. No terminará con palabras como “disuasión”, “un golpe final”, “decisivo”. La tranquilidad sólo llegará por medios políticos", constata.
"No necesito venganza, nada devolverá a los que se han ido", añade, recordando a su cuñada, a su amiga, a sus vecinos. "Los bombardeos indiscriminados en Gaza y la matanza de civiles ajenos a estos horribles crímenes no son una solución. Más bien, ésta es la forma más segura de prolongar la violencia, el terror, el dolor y el duelo", insiste. "Necesito saber", dice, que hay quien piensa como ella, lo dice como una necesidad física, vital, a la que aferrarse. La angustia de no saber si todo el mundo piensa por los "seres humanos" de lo dos lados. Y concluye: "Ni todo el poder militar de la tierra proporcionará defensa y seguridad. Una solución política es lo único pragmático posible; estamos obligados a intentarlo y debemos comenzar este trabajo hoy".
Einav Eichner, una pacifista de Jerusalén, muy destacada en las protestas contra la reforma judicial del Gobierno de Benjamin Netanyahu, ahonda en esa visión. "Sólo de la creación de un hogar palestino vendrá un hogar israelí seguro, y lo que se quiere hacer en Gaza es lo contrario a esa vía". "La continua ocupación desde 1967, con la violencia que la acompaña, más el ascenso del supremacismo judío y la presión de Irán nos han traído hasta aquí. Los palestinos no pueden pagar por todo". Insiste en que no es "justo ni proporcionado" el cerco que ya se establecía en la franja desde 2007, en castigo por la victoria electoral de Hamás, y tampoco el que se aplica ahora.
"El precio que Israel podría pagar por una operación a gran escala va más allá del costo humano, que lo tendrá y será alto. Nos jugamos también la seguridad de toda la región y, también, el alma de nuestra nación. No fue para esto para lo que nació este estado", defiende. "Derecho a defenderse, sí. Acabar con Hamás, claro que sí. Venganza ojo por ojo, no".
El grupo de Facebook "Supervivientes del Holocausto y sus descendientes contra la guerra de Gaza" bulle estos días. Robert Rosenthal escribe: "Estos acontecimientos no ocurrieron en el vacío. Durante las últimas dos décadas, millones de los palestinos en Gaza se han visto obligados a vivir en una prisión al aire libre. Los funcionarios israelíes prometen "abrir las puertas del infierno" y las masacres en Gaza ya han comenzado. Los palestinos en Gaza no tienen refugios donde refugiarse ni ningún lugar al que escapar. En los próximos días, los palestinos se verán obligados a soportar todo el peso de la violencia de Israel. El régimen de apartheid es el único culpable. La violencia israelí ha estructurado todos los aspectos de la existencia palestina durante 75 años".
Poco antes, Brenda Lewis expone: "El ataque a Gaza es indefendible en términos del derecho internacional. Se nos acaban las palabras. Nunca más, para nadie más".
La Asociación por los Derechos Civiles de Israel (ACRI) ha mostrado en un comunicado su "conmoción" tanto por "el cruel ataque de Hamás contra residentes inocentes en la frontera sur" como por "los civiles inocentes que sufren en Gaza y por la inquietante incertidumbre respecto de los rehenes". "No hay palabras adecuadas para expresar nuestra conmoción y horror", manifiesta Noa Sattath, su directora. "Incluso ahora -especialmente ahora- debemos mantener nuestra posición moral y humana y negarnos a ceder a la desesperación o al impulso de venganza. Mantener nuestra fe en el espíritu humano y su bondad inherente es más vital que nunca. Una cosa está clara: Nunca renunciaremos a nuestra fe en la humanidad, incluso ahora, cuando hacerlo es más difícil que nunca", sostiene en un comunicado.
"Siempre nos hemos opuesto a dañar a civiles inocentes, y sigue siendo nuestro deber en estos tiempos terribles, mientras contamos nuestros muertos en el lado israelí y nos preocupamos por los seres queridos heridos, desaparecidos y secuestrados, y mientras se lanzan bombas sobre barrios residenciales en Gaza, aniquilando a familias enteras sin posibilidad de enterrar a los muertos, para alzar nuestras voces alto y claro contra el daño a todos los civiles inocentes, tanto en Israel como en Gaza", concluye. Por mensajes de esta naturaleza es que el Ejecutivo lleva años persiguiendo a las ONG locales, ya ni siquiera árabes, hasta el punto de declararlas "terroristas".
Ori Givati es el el jefe jurídico de Breaking The Silence, una ONG que agrupa a veteranos del Ejército de Israel que se oponen a la ocupación y dan cuenta de las violaciones de derechos humanos que se cometen contra los palestinos. "Al matar a miles de personas inocentes o limitar su acceso al agua o a la electricidad, no recuperaremos a nuestros amigos o familiares que fueron masacrados y no lograremos un futuro mejor", ha afirmado a la ABC.
"Después de la semana pasada, es devastador, todavía estamos recogiendo los pedazos [... ] pero es realmente importante escuchar también a las víctimas, muchas de las víctimas, que sus familias están ahora en Gaza, y que fueron asesinados, también piden que se deje de matar a personas inocentes", defiende.
Uno de los mensajes que más han calado en la comunidad internacional ha sido el del el director y pianista argentino-israelí Daniel Barenboim, quien en un artículo que publica el diario alemán Süddeutsche Zeitung, afirma que hay que mandar un mensaje por el entendimiento "con más fuerza que nunca".
"Tras la barbarie del terrorismo de Hamás y la guerra puede sonar ingenuo pero no lo es: justo ahora tenemos todos que ver al ser humano en los otros", dice el maestro.
Subraya que los atentados de Hamás no son en modo alguno justificables pero que ahora se está ante la pregunta de lo que va a pasar en el futuro. En Gaza. En Palestina. "¿Nos rendimos a la violencia y dejamos que mueran nuestros esfuerzos de paz? ¿O insistimos en que puede y tiene que haber paz?", se pregunta el impulsor de la orquesta Divan Oriental-Occidental y la Academia Barenboim-Said por la paz. "Nuestro mensaje de paz tiene que oírse más fuerte que nunca. Pero el gran peligro de que la voz de todos aquellos que desean la paz se pierda en medio del ruido de los extremistas y de la violencia", agrega.
A la espera de la ofensiva... o lo que llegue
Después de los ataques en el sur de Israel del pasado 7 de octubre, el Gobierno israelí lleva días dando señales de que va a por todas en Gaza. Más de 300.000 reservistas fueron llamados a filas por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF, por sus siglas en inglés), y las granjas, campos y kibutz (comunas agrícolas) del lado israelí de la frontera de Gaza están repletas de tanques Merkava, sistemas autopropulsados de artillería y millares de soldados de infantería totalmente armados y equipados para el combate.
La Fuerza Aérea y la Armada han golpeado con sus bombas cada lugar sospechoso de albergar un escondite de Hamás y la Yihad Islámica palestina, grupos combatientes enfrentados al Estado de Israel, matando e hiriendo un alto número de civiles y a un reducido grupo de dirigentes de Hamás.
Pero no acaba de llegar la ofensiva terrestre, si es que la hay, porque el Ejército juega al despiste. Se use la fórmula que se use, ha habido varios factores que han retrasado los siguientes pasos. El primero ha sido la visita, el miércoles, del presidente de EEUU, Joe Biden, que ha servido para abrir un corredor humanitario pactado también con Egipto en Rafah, el único paso de Gaza que no controla Israel. El presidente Biden ya dejó clara su oposición a una nueva ocupación israelí de Gaza, de donde las tropas de Israel se retiraron en 2005. Sería, según dijo, "un gran error", por lo que si eso es lo que pensaba hacer Tel Aviv, ya tiene un aviso en contra.
Irán también ha lanzado en los últimos días advertencias que indican que una invasión israelí de Gaza no quedaría sin respuesta. Se cree que dio el visto bueno a Hamás para su ataque, después de años ayudando y entrenando a la milicia palestina, pero no se sabe cómo actuaría si Israel lanza a sus tropas sobre Gaza. Misma incógnita con Hezbolá, que podría abrir más hostilidades en el norte, obligando al ejército israelí a luchar en dos frentes. Ya lo está haciendo, pero a una escala pequeña aún. Sin embargo, no está en absoluto claro que quieran ambos una guerra ahora, sobre todo con dos grupos de portaaviones de la Armada estadounidense y sus respectivos grupos de ataque posicionados en el Mediterráneo oriental y listos para acudir en auxilio de Israel de ser necesario.
Y también está el factor cálculo: si Israel se lanza con toda su fuerza contra la Franja, el número de víctimas no hará sino aumentar. También morirían soldados israelíes. Cabe esperar emboscadas, la acción de francotiradores y trampas explosivas. Es probable que gran parte de la lucha haya de librarse en los miles de túneles bajo tierra que ha excavado Hamás en Gaza.
Los que se oponen a esta radicalización de la crisis esperan con el alma en vilo la decisión de Netanyahu.