Las réplicas y la lentitud gubernamental complican las tareas de ayuda tras el seísmo de Marruecos
Zonas rurales poco desatendidas y sin servicios sufren ahora repetidos temblores, sobre sus edificios hechos harina, mientras Rabat cierra la puerta a la llegada de ayuda humanitaria de países como Francia o Alemania.
Marruecos trata de ponerse en pie, pero no la dejan. Sus ciudadanos se enfrentan a las consecuencias del terremoto que ya deja, al menos, 2.862 personas muertas, con complicaciones añadidas. A la pobreza de origen que hacía imposible tener edificios mejor equipados ante un seísmo, que se han disuelto como azucarillos, se suman ahora las réplicas, que asustan a la población y hacen temer por nuevos desprendimientos, y también la lentitud gubernamental a la hora de ayudar. Se añade el olvido histórico de las zonas rurales donde se ubica el epicentro y, también, la negativa de Rabat de recibir cierta ayuda internacional, que aplasta las esperanzas.
Vamos con las réplicas: el terremoto mortal que azotó el pasado viernes el país vecino dejó ayer hasta siete réplicas de entre 3,4 y 4,1 grados y al menos una de ellas se sintió en las aldeas próximas al epicentro, lo que hizo rememorar a sus habitantes el miedo sentido tres días atrás. Según el Instituto Geográfico Nacional (IGN) de España, que monitorea los terremotos próximos a este país, a lo largo del lunes se sucedieron, entre las 1.10 y las 20.59 horas GMT siete réplicas, la más importante la última, de 4,1 grados.
En la aldea de Tnirt, ubicada a tan solo 10 kilómetros del epicentro del mortal terremoto del viernes, a las 20.30 hora local (una hora menos que en Madrid) se notó un temblor que, según atestiguó EFE, sorprendió a un grupo de aldeanos intentando sacar de los escombros el cuerpo de una mujer sepultada.
En ese momento, el IGN registró un terremoto en la zona de 3,9 grados y profundidad de 23 kilómetros. "¡Terremoto!¡Terremoto!¡Terremoto!", empezaron a gritar los aldeanos, que se alejaron rápidamente de los escombros al temer que una pared agrietada cayera sobre ellos.
La réplica duró aproximadamente cinco segundos, en los que se movieron piedras y se escuchó un ruido por todo el valle. Al cabo de unos minutos, los jóvenes que excavaban para sacar a la mujer volvieron a la faena. En esta aldea, aún permanecen entre los escombros dos personas muertas, además de varios cadáveres de animales sepultados bajo las casas.
El número de víctimas por el terremoto de entre 6,8 y 7 grados que azotó varias provincias del sur de Marruecos el pasado viernes alcanzó 2.862 muertos y 2.562 heridos hasta las 19.00 del lunes, pero la cifra subirá con seguridad este martes. Hay cientos de desaparecidos aún, mientras que las ONG reconocen que dar con supervivientes es muy complicado, no sólo por el tempo transcurrido, sino por las infraestructuras. "Con el tipo de construcción que tienen allí, las probabilidades de supervivencia en este tipo de derrumbamientos son casi nulas", como explicaron ayer expertos a El HuffPost.
Tú sí, tú no
Y luego está la dejadez, el olvido, el rechazo. Las zonas afectadas, a unos 70 kilómetros de Marrakech, estaban completamente relegadas en las prioridades del Gobierno, sin servicios básicos que ahora son más necesarios que nunca. Los servicios de emergencia llegan a cuentagotas y, pese a ello, Marruecos sigue aceptando sólo la ayuda de España, Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes.
La decisión del rey de Marruecos de rechazar la ayuda humanitaria de algunos países tras el devastador terremoto está siendo muy cuestionada, dado que la situación es muy crítica. El monarca ha dicho no, sobre todo, a la ayuda que les han ofrecido Francia y Alemania.
Lo que dicen las autoridades marroquíes es que, oficialmente, es que prefieren de alguna manera tener controlada la ayuda, que no suponga una oleada. Y argumentan que prefieren hacer primero una evaluación de las que tienen en cada momento. Según Marruecos, la falta de coordinación con la ayuda de otros países podría ser "contraproducente".
Sin embargo, surgen las dudas de si este es el motivo real para rechazar la ayuda de estos países. Solo hace falta leer el comunicado que emitió la noche de este domingo en el que Marruecos decía que solo aceptaba la ayuda de sus aliados. Y Francia no está entre sus países amigos. A pesar de que estén mejor preparados que Qatar o Emiratos Árabes, pero están los motivos geopolíticos.
En 2021, el gobierno francés denunció que Rabat había espiado a Emmanuel Macron y a su Ejecutivo con el programa Pegasus. Francia redujo a la mitad los visado expedidos a los marroquíes. Y por supuesto el Sahara Occidental, que Macron no se ha posicionado de manera tan contundente como lo hizo el presidente del Gobierno español en funciones, Pedro Sánchez.
Francia además no es el único país vetado. Marruecos ha rechazado la tarde de este lunes la ayuda de Alemania. Y eso que Alemania asegura que sus relaciones en estos momentos son buenas. Hay otros que todavía no tienen contestación, como Estados Unidos, Argelia, Turquía, Italia y Portugal, pero pinta mal.
Sin embargo, está ayuda es muy necesaria, sobre todo, en estas 48 y 72 horas es fundamental. Lo que es verdad es que en esta ocasión el ejército marroquí no ha esperado a que Mohamed VI se pronunciase. A primera hora del sábado, el ejército publicó un comunicado diciendo que ya se estaba movilizando. Así que no se quedaron de brazos cruzados esperando al rey.
Ya ha pasado antes. El último ejemplo, el reciente terremoto en Turquía y Siria, donde la ayuda tenía problemas para llegar a Siria por problemas con el régimen sirio. Pasó con el terremoto en Indonesia en 2018, que expulsó a las ONG internacionales o con el terremoto de Sichuan, en China, que rechazó la ayuda de Japón.