Las diferencias entre los dos bloques de ultraderecha en el Parlamento Europeo
La puerta abierta del PPE a negociar con los Conservadores y Reformistas lanza el mensaje de que hay extremistas más buenos y más malos. Estos son todos, estas sus causas y sus peleas internas.
"¿Cuál es su posición respecto del Grupo de Conservadores y Reformistas (ECR)?" preguntó Bas Eickhout, el representante de los Verdes, a la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aspirante a repetir como candidata del Partido Popular Europeo. Fue el 30 de abril pasado, en el primer debate de líderes de cara a las elecciones europeas del próximo 9 de junio. "¡Es hora de que tengas claro que no vas a cooperar con ECR!", avisaba el neerlandés.
"En primer lugar, es el Parlamento Europeo el que tiene que encontrar mayorías", respondió von der Leyen. Se fue por las ramas, empezó a hablar de Estado de derecho, el moderador la interrumpió, Eickhout volvió a la carga... y la alemana soltó la bomba: "Depende mucho de cómo sea la composición del Parlamento y de quién esté en qué grupo", afirmó.
El "¡¿qué?!" escandalizado que soltó el ecologista aún resuena en Europa. Por primera vez, la derecha clásica europea abría la puerta a pactar con la ultraderecha, que eso y no otra cosa es el ECR. Desde entonces, la presidenta de la CE ha repetido la idea, sin echarse atrás, y compañeros de su formación, como el español Alberto Núñez Feijóo, del PP, han ahondado en la idea, diciendo que líderes como la italiana Giorgia Meloni no están tan mal y se puede ir con ellos más allá de la esquina.
Desde los conservadores de siempre se aproximan posiciones con este grupo, eludiendo viejos cordones sanitarios que parecieron intocables en otro tiempo, mientras que en la propia derecha radical se ponen abrigos nuevos, menos estridentes, para decirse europeístas. Quieren estar en Europa, pero en otra, y conquistarla desde dentro en las instituciones. Los que se aproximan a PPE y los que siguen más lejos, esos ultras buenos y malos que parecen dibujarse conforme avanza la campaña.
¿Pero son lo mismo los grupos del ECR e Identidad y Democracia (ID), que es el otro gran bloque radical de derechas? No. Sus diferencias son notables, por eso se hace complicado pensar que, aunque suban mucho el 9-J, podrían hacer una pinza y someter al Europarlamento a sus dictados.
Sondeos como el del Euronews Polls Centre sostienen que el PPE lidera los sondeos más recientes y la extrema derecha crece de cara a las europeas. Los conservadores podrían lograr 181 escaños, seguidos de los socialistas, con 135. Identidad y Democracia lograría 83, los liberales 82 y el ECR, 80. 54 serían para los Verdes, 43 para la izquierda y 62, al fin, para los no inscritos.
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores constata en un análisis que los ultras pueden ser primera fuerza en nueve estados (Austria, Bélgica, Eslovaquia, Francia, Hungría, Italia, los Países Bajos, Polonia y la República Checa) y ocupar el segundo o tercer lugar en otros nueve países (Bulgaria, Estonia, Finlandia, Alemania, Letonia, Portugal, Rumania, España y Suecia). Entre tres de cada diez y cinco de cada diez de los nuevos escaños del Europarlamento pueden acabar en manos de formaciones ajenas a los tres grandes grupos de cabeza, en un momento de conservadurismo, fragmentación y polarización.
Lo que los une
Al menos uno de los dos bloques ultras podría, pues, quitar el tercer puesto a los liberales de Renew, que es el que tienen ahora y con el que la suma del PPE y el S&D, los socialdemócratas, ha llegado a los principales acuerdos en esta novena legislatura que ahora acaba. Se especula con que, los dos radicales unidos, hagan una megacoalición con el PPE, pero hay que hilar fino y ver que no, que sumarlos a todos es imposible, porque no hay pleno consenso, desde los extremos más antidemocráticos hasta el centro más templado.
Ahora mismo, en Parlamento Europeo la extrema derecha está dividida en esos dos bloques, que tienen un cuerpo de coincidencias generales: "nativismo, autoritarismo y populismo" como las resume habitualmente el politólogo holandés Cas Mudde, uno de los más lúcidos del continente en lo que a ultraderecha se refiere. Habla en la BBC de una "forma xenófoba de nacionalismo" que se repite, siglas tras siglas, por más que algunos partidos, como la Agrupación Nacional de Francia y los Hermanos de Italia hayan tratado de desprenderse de esas etiquetas. En su esencia, se mantienen.
Las políticas sobre inmigración y antifeminismo a menudo unen también los movimientos de extrema derecha. Algunos partidos podrían respaldar la igualdad de género, pero lo ideal sería que las mujeres se quedaran en casa para su mayoría. Lo mismo pasa con el aborto, con escasos matices y una visión católica preponderante. "Sí a la universalidad de la cruz", que decía Meloni en el famoso mitin de Vox. Los hermanos de Italia, por ejemplo, recientemente impulsaron una ley que permite a los grupos antiaborto ingresar a las clínicas de abortos para tratar de impedir que las mujeres interrumpan sus embarazos. Medidas similares a las que han puesto en peligro la vida de las polacas con el Gobierno recién salido, el del PiS.
La mayoría de los partidos de extrema derecha tradicionalmente han buscado, además, desafiar a la UE como fuerza supranacional, y muchos todavía lo hacen. Ahora dicen que sí quieren unidad, pero otra, sin "burócratas de Bruselas paseando maletines", que dice el húngaro Viktor Orban.
Lo que los separa
Pese a los intentos de estos cinco años, las tentativas de acercar posiciones hasta ahora no han dado resultado alguno. "El ECR es favorable a Ucrania, a la OTAN y a la ampliación de la UE. ID, en cambio, tiene una postura ambigua con relación a Rusia, es contraria a la OTAN y a la ampliación de la UE", explica Peggy Corlin, de la Fundación Robert Schuman, a la Agencia EFE.
El ECR (que en su sitio web se define como de centroderecha) nuclea a partidos como el italiano Fratelli d’Italia, de la jefa del gobierno italiano Giorgia Meloni, el español Vox o el polaco Ley y Justicia (PiS).
En tanto, el ID cuenta en sus filas al partido francés Reagrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen, el italiano Lega, o el controvertido Alternativa para Alemania (AfD). Para Corlin, el ECR “está más integrado en el juego político e institucional europeo”.
Pertenecen al ECR dos jefes de gobierno -Meloni y el checo Petr Fiala-, además del comisario europeo de Agricultura, el polaco Janusz Wojciechowski.
En el bloque de ID, en tanto, comenzaron a hacerse evidentes fisuras internas, entre la tendencia a la normalización exhibida por el RN y las conexiones neonazis de diversas figuras del AfD. Esto ayudaría a explicar la postura crítica de Marine Le Pen a las informaciones sobre la participación de líderes del AfD en una reunión en la que se discutió la expulsión masiva de extranjeros de Alemania, o hasta alemanes de origen extranjero.
El eurodiputado francés Jean-Paul Garraud, de RN, dijo que es necesario que “se aclare lo sucedido y, en particular, la línea política del AfD". Garraud ve un problema en la propuesta de “expulsar a los nacionales” de origen extranjero. "No estamos de acuerdo con eso", insistió.
Esta misma semana, ha acabado dimitiendo el candidato a las europeas del partido ultra alemán AfD que aseguró que no todos en las SS eran "criminales" y se ha constatado que los germanos rompen con los franceses, lo que obligará, si nada se arregla, a que cada cual esté por su lado en la Eurocámara, cuando se conforme este verano. Más complicaciones para sumar.
Los pactos
Ante al fortalecimiento de los dos bloques de extrema derecha, los tres grupos principales del Parlamento -el Partido Popular Europeo (PPE, conservador), los Socialistas y Demócratas (S&D, centro izquierda) y Renovar Europa (Renew, centristas y liberales)- podrían verse en dificultades.
Estos tres grupos están habitualmente enfrentados pero constituyen el trípode sobre el que se construye la mayoría para los principales temas de la agenda política.
El PPE no ha descartado trabajar con ECR, pero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, figura del bloque conservador, advirtió que nunca cooperaría “con los amigos de [Vladimir] Putin” ni con los “enemigos del Estado de derecho”. Se trata de una alusión al partido húngaro Fidesz, del primer ministro Viktor Orban, que mantiene relaciones con Rusia y una difícil relación con la Comisión Europa. Fidesz, que no pertenece actualmente a ningún bloque, está en negociaciones para unirse al ECR.
Ákos Bence Gát, del grupo de expertos MCC Bruselas, apoyado por el gobierno húngaro, señaló a EFE que “lo importante es que la derecha soberanista pueda unirse y encontrar una forma de cooperación efectiva”.
El eventual ingreso de Fidesz a ECR podría provocar la salida de otros partidos del bloque, como los Demócratas de Suecia o el finlandés Perussuomalaiset (Partido de los Finlandeses).
Con relación al tema migratorio, en su manifiesto para las elecciones europeas de junio el PPE defiende el envío de los solicitantes de asilo a terceros países considerados “seguros, como el plan del Reino Unido con Ruanda. Tampoco hay unidad a ese respecto.
Con estos mimbres, el analista y diplomático Leo von Breithen Thurn describe en Geopolitical Monitor, un medio especializado en política exterior, las posibles alianzas de poder que pueden cuajar. El primero es "la Europa de derecha", una coalición mayoritaria únicamente de derecha que excluye a los socialistas pero incluye a los liberales, en este caso el PPE, el ECR, la ultraderecha y los liberales que se acerquen a ellos, aún tapándose la nariz. Es poco probable, "especialmente debido a las dificultades y diferencias en posiciones que van desde la integración europea, la inmigración y el respeto del Estado de derecho hasta la guerra en Ucrania". Desde luego, la suma de derecha y ultraderecha (conservadores, democristianos y radicales) no llega al mínimo para lograr nada.
La segunda es la que llama "Europa conservadora", una coalición de centro derecha formada por el PPE, los socialistas y los liberales pero que también podría incluir a otros grupos políticos conservadores y de derecha en el Parlamento, como ECR según la puerta abierta de Von der Leyen, pero los socialistas han dejado claro ya que con este grupo, ni a la vuelta de la esquina. Es un radicalismo que se niegan a tener como aliado.
"La Europa Verde y de Centro-Derecha" sería la tercera opción: además del PPE, los socialistas y los liberales, esta coalición incorporaría a los Verdes, "solidificando su posición como la mayor mayoría de votantes en el Parlamento Europeo". "La formación de tal coalición no es muy esperada y sería intrínsecamente delicada. Los posibles obstáculos para su establecimiento podrían surgir de los partidos de centro derecha, en particular aquellos que critican el Pacto Verde durante las campañas electorales", detalla. Ahora mismo, tampoco darían los números para que saliera adelante.
Al fin, está la "Nueva Vieja Europa", la actual suma del PPE, socialistas y liberales, que "es muy probable". "Esto implica que la agenda de la Comisión continuará como antes, incorporando algunos planes nuevos y nuevos comisarios. Sin embargo, a partir de mediados de 2024 su mayoría en el Parlamento Europeo será menos fuerte, lo que les obligará a buscar activamente el apoyo de otros partidos para obtener votos", concluye el analista.