La UE trata de contener la crisis causada por la parcialidad proisraelí de Von der Leyen
La presidenta de la Comisión viajó a Tel Aviv y lanzó un mensaje de apoyo sin fisuras a Netanyahu, olvidando a los civiles de Gaza. Su postura no es la de los Veintisiete, que ahora tratan de afinar en su mensaje con una cumbre y un pleno.
La Unión Europea ha alcanzado en pocos años un nivel de unidad nunca visto. La pandemia de coronavirus y, de seguido, la invasión rusa de Ucrania, han servido a los Veintisiete para actuar todos a una, dada la urgencia y trascendencia de lo que se traían entre manos. Siempre con debate y hasta roces, pero siempre superando las diferencias. Ahora, ante la crisis generada tras el ataque de Hamás a Israel y la respuesta de Tel Aviv sobre la franja de Gaza, esa voz única se ha tornado en cacofonía. Todo, gracias a una de las políticas con mejor imagen, la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen.
La política alemana ha generado oleadas de críticas dentro y fuera de la Unión tras viajar la semana pasada a Tel Aviv, junto a la presidenta del Europarlamento, Roberta Metsola, y lanzar sobre el terreno un único mensaje: estamos con Israel. Los civiles palestinos ya tal. No sólo es llamativo que no aludiera a los derechos de los gazatíes que no son Hamás, que no pidiera proporcionalidad ni respeto a las leyes internacionales. Es que, además, habló sin pactar el mensaje con los países miembro, olvidando que la Política Exterior la fijan ellos y no Bruselas, y rompiendo además con la línea histórica de la UE: defensa de la solución de dos estados, protección de inocentes, condena de la violencia sin control.
Para tratar de enterrar esta crisis, la mayor que afronta Von der Leyen desde que llegó al cargo en 2019 y que ha sido un golpe de imagen y de credibilidad importante para toda la Comisión, este martes hay convocada una Cumbre de urgencia del Consejo Europeo, a través de videoconferencia (será a partir de las 17.30 horas), y el Parlamento Europeo abordará el tema también, con un debate el miércoles y una resolución el jueves.
De dónde viene la polémica
Esta crisis tiene su origen en el viaje que Von der Leyen hizo el 13 de octubre pasado a Israel. Apenas el 7 había sido el ataque de Hamás, con lo que organizó una visita muy rápida, acompañada de Metsola (las dos son conservadoras, pertenecen al Partido Popular Europeo). En Tel Aviv, mantuvo encuentros con el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y el presidente del país, Isaac Herzog, y se desplazó al sur para visitar la zona asaltada por la milicia palestina, considerada terrorista por la UE.
Más allá de la enorme fuerza de su gesto, con chaleco antibalas y rodeada de personal de seguridad, quedaron sus palabras. "Somos amigos de Israel. Cuando los amigos son atacados, los apoyamos. Israel tiene el derecho y el deber de responder al acto de guerra de Hamás", escribió en un mensaje en X. Y esto, en otro más: "Este es el momento de la unidad. Este es el momento de unir fuerzas contra el terrorismo. E Israel puede contar con la UE".
La exministra de Defensa germana no citó a los palestinos en ningún momento, no reparó en que entre los 2,3 millones de habitantes de Gaza hay una inmensa mayoría de personas que ni militan ni son afectas a Hamás y que van a ser, lo están siendo ya, las víctimas de la "ofensiva total" que ha ordenado Netanyahu y su Gobierno de ultraderecha, ahora reforzado por la emergencia con fuerzas algo más centristas. Por supuesto, tampoco cruzó a Cisjordania, donde la Autoridad Nacional Palestina tiene su cuartel general, en Ramala, para hablar con los legítimos representantes del pueblo palestino, que sí reconocen a Israel y que llevan décadas negociando la paz con ellos, manejando la ocupación a diario. Su viaje, al fin, tuvo un mensaje unidireccional, lo mismo que el hecho de que sólo la bandera de Israel iluminara las paredes del edificio donde tiene su oficina, el Berlaymont, en Bruselas.
Y eso no es lo que tradicionalmente ha pensado la Unión Europea sobre este conflicto viejo de 75 años. Una postura que se sintetiza en las palabras del presidente español, Pedro Sánchez, que temporalmente preside el semestre del Consejo: "Condenamos enérgicamente los ataques terroristas indiscriminados de Hamás y reconocemos el derecho de Israel a defenderse dentro del derecho internacional y el derecho humanitario. Reiteramos la importancia de garantizar la protección de toda la población civil. Mantenemos firme nuestro compromiso con una paz duradera basada en la coexistencia pacífica de dos Estados".
Era el resumen de un documento consensuado en el Consilium, entre los Veintisiete, que se lee como un correctivo público a Von der Leyen, ante la necesidad de aclarar las cosas cuando la presidenta estaba calentando los ánimos no ya de propalestinos en las redes sociales, sino de Gobiernos árabes y, para empezar, de propios Ejecutivos europeos. Porque lo que dijo ella en Tel Aviv no representa a eso que llamamos club, familia o bloque.
La UE tiene distintas sensibilidades, pasados y presentes. Queda claro que Alemania estará con Israel (huelga dar los motivos) o que Francia se preocupe sobremanera, teniendo la mayor comunidad judía del continente. Pero hay estándares compartidos hasta ahora y son los de más arriba. Y Von der Leyen los ha pasado por alto, cuando estamos además a pocos meses de las elecciones europeas (en junio de 2024) y ahondando en su distanciamiento (si no pelea abierta) con el presidente del Consejo, Charles Michel.
Aunque luego ha intentado reconducir la situación anunciando que se triplicará la ayuda humanitaria a Palestina, han quedado lagunas que no la dejan en buen lugar. Eric Mamer, su portavoz, fue preguntado en rueda de prensa: "¿Es también un acto de terror y un crimen de guerra el cerco a Gaza con este castigo colectivo?". Su respuesta fue: "No podemos juzgar las acciones que debe tomar Israel para luchar contra el terrorismo de Hamás". De nuevo, nada sobre los civiles. Mamer no ha sido desautorizado por esta réplica, por lo que se entiende que fue bien vista.
De fondo, se han viralizado las declaraciones que Von der Leyen hizo en octubre del pasado año en el Parlamento Europeo, referidas al ataque de Rusia a Ucrania, pero intercambiables con Gaza si se cambian un par de alusiones. "Los ataques dirigidos a estructuras civiles con la clara intención de cortar el suministro de agua, electricidad y calefacción a hombres, mujeres y niños con el invierno acercándose son actos de puro terror", dijo la presidenta. ¿Son iguales todos los castigos colectivos o el sufrimiento por hambre o sed o frío de una población desarmada? Es la pregunta que la presidenta, directamente, no responde.
¿Y Metsola? Su puesto y su peso la ocultan un poco de la polémica, pero también ella ha perpetuado su visión. Encabezó una ceremonia pública en homenaje a las víctimas israelíes asesinadas en los atentados de Hamás y sólo ofreció a Israel el respaldo de la UE, asegurando al embajador del país, que se encontraba junto a los presidentes, que Europa "está con vosotros", y condenando inequívocamente el terror de Hamás. "No hay justificación para el terrorismo", recordaba. "Hamás es una organización terrorista. No representan las aspiraciones legítimas del pueblo palestino. No ofrecen soluciones. Ofrecen derramamiento de sangre", dijo. En redes sociales, sus fotos en Israel llevan un sucinto: "Together", "juntos". En esta semana de pleno habrá que ver los términos en los que se manifiesta.
Aclaraciones y matices
Precisamente Michel y el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, han sido los encargados de ir reconduciendo con las horas el mensaje lanzado por la presidenta de la CE, limando asperezas y dejando las cosas claras. El español fue especialmente contundente: le tuvo que recordar, para empezar, que la Política Exterior de la UE "la fijan el Consejo Europeo y el consejo de ministros de Exteriores", que es "una política intergubernamental, no una política comunitaria". Y puso los primeros matices: "Defendemos el derecho a Israel de defenderse pero como cualquier derecho tiene unos límites, que son los de las leyes internacionales y humanitarias". Esa, dijo desde Pekín, es la postura de toda la UE y es "clara".
Visto el revuelo, el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad se ha visto obligado a seguir explicándose en esa línea en días sucesivos. "Israel tiene derecho a defenderse, pero tiene que hacerlo respetando el derecho internacional", aseguró en otra ocasión. "Eso no siempre ha sido así", avisó. Hasta afirmar lo que siempre ha sido obvio para Europa: "No todos los palestinos son terroristas".
Michel, por su parte, ha ahondado también en esta posición, machaconamente, por si con la repetición se borra la mancha de Von der Leyen. En el comunicado oficial en el que cita a los países a la cumbre de este martes, sus términos son distintos. Reitera la condena contra los "brutales atentados terroristas" del 7 de octubre, pide la "liberación inmediata" de los rehenes israelíes "sin condiciones" y subraya que "no hay justificación para el terrorismo". Sin embargo, y ahí está la clave, recuerda que Israel puede defenderse, está en su derecho, siempre que sea "cumpliendo totalmente con el Derecho Internacional, en particular con el Derecho Internacional Humanitario". Habla incluso de las "trágicas escenas" que se ven en la Franja de Gaza, consecuencia del "asedio" impuesto por Israel y los "importantes bombardeos".
Y lanza dos avisos que se analizarán a fondo este martes. Primero: "El conflicto podría tener graves consecuencias para la seguridad de nuestras propias sociedades (...) Si no tenemos cuidado podría exacerbar las tensiones entre comunidades y alimentar el extremismo", de lo que ya sabe Francia con la alerta de la semana pasada o EEUU con el niño asesinado por ser musulmán. Y segundo: hay "riesgo de migración" de personas en gran número a países vecinos "que ya tienen un importante número de refugiados en su territorio" y a las posibles "olas migratorias hacia Europa". "Es imperativo afrontar todos estos desafíos juntos. Nuestra unidad es nuestra fuerza", ha remachado Michel.
"Es de vital importancia que el Consejo Europeo fije en línea con los Tratados y nuestros valores una postura común y un curso de acción claro y unido que refleje la complejidad de la situación", ha añadido Michel, a sabiendas del mensaje de desunión que se han propagado en estos días. Porque no ha sido sólo Von der Leyen, sino que ya el 9 de octubre, antes de su viaje, ya hubo una primera crisis a causa de un mensaje de Olivér Várhelyi, el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, húngaro. "Todos los pagos se suspenden inmediatamente. Todos los proyectos puestos en revisión. Todas las propuestas presupuestarias, inclusive para 2023, pospuestas hasta nuevo aviso. Evaluación integral de todo el portafolio", dijo en X.
El anuncio de Varhelyi sobre la ayuda suscitó protestas de los Estados miembros como España, Irlanda y Luxemburgo. La Comisión Europea emitió rápidamente declaraciones aclaratorias que, en esencia, significaban retractarse de lo dicho por el comisario. El Ejecutivo comunitario escribió en un comunicado de prensa horas después que no se suspendería la ayuda humanitaria, aunque sí se procedería a una revisión urgente de la ayuda al desarrollo para garantizar que "ninguna financiación de la UE permita indirectamente a ninguna organización terrorista llevar a cabo atentados contra Israel". O sea, Hamás.
Una reunión de ministros de Exteriores al día siguiente acabó por aclarar las cosas. La ayuda es ahora más necesaria que nunca para los palestinos bombardeados por Israel y no se va a cortar. Al contrario, va a más: se pasará de 25 millones a 75. Pero a esta hora el comisario sigue en su puesto sin reproche público alguno. ¿Porque Von der Leyen está de acuerdo con lo que publicó? ¿Porque es de Hungría y no quiere enemistarse más por el incómodo Viktor Orban?
Una UE "geopolítica"
Este episodio es de los que calan, por la sensibilidad del tema, por las consecuencias que aún puede tener para Gaza la ofensiva terrestre que prepara Israel y porque supone un ejemplo de ruido institucional como no lo ha habido en este mandato. Va más allá de la comunicación o la imagen, es tener claros los principios fundacionales de la Unión y sus apuestas, clave si quiere ser una UE "geopolítica", como dijo la propia Ursula Von der Leyen, y tener voz e influencia en el mundo. Con desaguisados así, no.
El debate es intenso en particular sobre lo que Europa ha hecho y ha podido hacer y no ha hecho en el conflicto palestino-israelí. Ahora y en el pasado. El estado palestino, por ejemplo, está reconocido por más del 90% de los países del mundo pero no precisamente por los europeos, que no lo acaban de ver claro ni desde 2012, cuando Naciones Unidas lo avaló como estado observador. Europa es un donante pesado y querido en Palestina, con infraestructuras esenciales para el día a día de sus ciudadanos, pero no lo ha sabido poner en valor ni defenderlo, por ejemplo, reclamándole a Tel Aviv el pago de los daños provocados por sus ataques o incursiones.
Esa ayuda no ha sido capitalizada en más voz, y este Israel al que defiende Von der Leyen ha rechazado siempre la mediación europea, porque sólo tiene ojos para Estados Unidos. Ya que no tiene ese papel de mediador global, al menos que tenga el respeto de la coherencia, del mensaje claro y único, y justo, reclaman desde el Gobierno palestino, con el que Bruselas no ha tenido gestos. Hasta el presidente norteamericano, Joe Biden, ha llamado al presidente Mahmud Abbas y le ha mostrado su "pleno apoyo" como interlocutor lícito y para que organice el envío de ayuda humanitaria a Gaza. Si quiere ser jugador, además de pagador, se empieza con un todos a una, con consultas a las capitales y pasos conjuntos.
Ahora está por ver, más allá de en la diplomacia sobre esta crisis, cómo afecta lo ocurrido a la presidenta de la Comisión, que aspiraba a repetir en el cargo el año que viene y que ahora mismo está tocada. Recomponerse no será sencillo.