La tragedia de los refugiados se impone al dolor por la desaparición del Karabaj
Más del 70 % de la población karabají ha abandonado ya el territorio.
En la capital armenia la vida sigue su ritmo. La tragedia de los refugiados karabajíes, que ya son más de 76.000, se impone por el momento al dolor que ha causado el anuncio de la disolución de Nagorno Karabaj. Más del 70 % de la población karabají ha abandonado ya Nagorno Karabaj, según sus autoridades.
Los armenios esperaban tarde o temprano que Azerbaiyán pusiera fin al autogobierno de ese territorio. Ahora, todos los esfuerzos se centran en apoyar a los karabajíes recién llegados.
Este jueves en Ereván no hubo protestas, ya que la oposición las suspendió el martes temporalmente para que el país entero pudiera centrarse en ayudar a los decenas de miles de karabajíes que huyen a Armenia.
Solo unos pocos se han pronunciado, empezando por el tercer presidente de Armenia, Serge Sargsián, nacido en 1954 en la capital karabají, Stepanakert, y que combatió en la primera guerra por la independencia de Nagorno Karabaj (Artsaj en armenio) entre 1992 y 1994.
Sargsián, que dirigió este país entre 2008 y 2018, aseguró hoy que para él "el capítulo del Artsaj armenio nunca se cerrará".
No hay vuelta atrás
Pese a sus lamentos, el fin de Nagorno Karabaj se hará realidad el próximo 1 de enero. Con el decreto de disolución firmado hoy por el presidente de la autoproclamada república, Samvel Shajramanián, esta vez no hay marcha atrás.
La población armenia del Karabaj rechaza rotundamente cualquier escenario de convivencia con los azerbaiyanos, que reintegrarán el territorio en su sistema legal y administrativo.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, denunció hoy de nuevo que Azerbaiyán lleva a cabo una "limpieza étnica" y pronosticó que en los próximos días "no quedará ningún armenio" en Nagorno Karabaj.
La joven Julietta viaja en uno de los nuevos autobuses que recorren las calles de Ereván. Se ha graduado de psicología con especialidad en traumas de guerra.
En cuanto se enteró de la evacuación masiva de armenios se inscribió en una ONG para brindar asistencia psicológica a los refugiados.
"Vienen muy golpeados mental y físicamente. No tienen recursos, ¿cómo no pondría todo de mi parte para ayudar?", plantea Julietta.
Todos arriman el hombro
En diferentes sitios de la capital armenia se han creado centros de recolección de alimentos, ropa y medicamentos.
Nuevamente, la sociedad aúna esfuerzos para recibir a los armenios desplazados, pero con la diferencia de que esta vez no tienen patria adonde regresar.
El Gobierno ya ha adelantado que el ritmo de las llegadas no ha disminuido y que los voluntarios y funcionarios registran unas 1.000 personas por hora en el centro de coordinación humanitaria en el sur de Armenia, cerca del Karabaj.
Las rutas del sur del país se encuentran atascadas de vehículos. En su interior viajan particularmente mujeres y niños. Se dirigen hacia diferentes destinos buscando reasentarse, empezar de cero.
Una parte es reubicada en la región sureña de Siunik, otra en Gueghargunik, en el este de Armenia.
Algunos refugiados aseguran que estos destinos no les parecen convenientes, ya que las tropas de Azerbaiyán también abren fuego con frecuencia allí.
Pero las viviendas disponibles escasean. Ya eran pocas desde el éxodo de rusos por la guerra en Ucrania.
Naíra, una mujer karabají, se registra en el centro de coordinación en la ciudad de Goris y asegura que se instalará en la capital.
Piensa que el Gobierno intenta distribuirlos por todo el territorio del país, para que el "trono" de Pashinián no corra peligro de desmoronarse.
"Desde que asumió (el poder en 2018), no hemos visto otra cosa que guerra", se lamenta.
Volverán las protestas
En Armenia todos saben que las protestas volverán. Este mismo jueves el Comité Nacional opositor ha convocado un gran manifestación en la Plaza de la República de Ereván.
Son muchos los que pretenden responsabilizar a Pashinián por perder su hogar.
En la Plaza de la República, un hombre mayor lleva colgado un cartel en su cuello con la inscripción "Nikol traidor".
"No me moveré de aquí hasta que entienda que es un traidor y abandone el poder", asegura.
El primer presidente de Armenia, Levón Ter-Petrosián (1991-1998), afirmó hoy que, aunque la ciudadanía tiene el derecho a exigir responsabilidades al Gobierno por "la tragedia que afectó a nuestra nación", las protestas no deben distraer de la tarea de garantizar una vida digna a los karabajíes en Armenia.