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La presa que Rusia destruyó en Ucrania y creo un gran "bomba tóxica"

La presa que Rusia destruyó en Ucrania y creo un gran "bomba tóxica"

Un ataque ruso perpetrado en 2023 liberó contaminantes depositados en el fondo del embalse, causando la pérdida de hasta el 80% de la biomasa existente.

Una placa "Peligro, minas" en la orilla del embalse de Kajovka el 13 de junio de 2023 en Novovorontsovka, Ucrania.Global Images Ukraine via Getty

El 6 de junio de 2023, la presa de Kajovka, situada en el río Dnipro, al sur de Ucrania, fue destruida por una serie de explosiones y bombardeos rusos. La catástrofe provocó una inundación monumental en la región de Jersón y la liberación en masa de contaminantes depositados en el fondo del embalse, generando lo que un equipo de científicos ha descrito en la revista Science como "una bomba de relojería tóxica"

La presa de Kajovka albergaba el segundo embalse más grande de Ucrania en superficie y el mayor en volumen, con una capacidad de almacenamiento de 18 km cúbicos de agua. Este recurso abastecía un sistema de riego de 12.000 kilómetros, sosteniendo 500.000 hectáreas de tierras agrícolas en Crimea y proporcionando el 85% del consumo humano de agua en ese territorio, bajo control ruso desde 2014.

Los medios de comunicación han centrado su atención en los impactos inmediatos de la inundación en la sociedad, la política y la economía. Sin embargo, los científicos destacan que la contaminación tóxica resultante es una amenaza menos visible, pero devastadora para los ecosistemas marinos, estuarinos y de agua dulce.

La liberación masiva de agua durante dos semanas inundó aproximadamente 630 km2 de tierra y arrastró contaminantes hasta el Mar Negro, arrasando la vegetación y provocando la muerte de innumerables especies, incluyendo 70 variedades de peces (18 de ellas protegidas), 350 especies de aves y diversos mamíferos como roedores, cánidos, cerdos salvajes y ciervos.

Durante la primera semana tras el colapso, se liberaron entre 9.000 y 17.000 toneladas diarias de fitoplancton, lo que aumentó la turbidez del agua en un factor de 50 y la volvió altamente tóxica. Como resultado, se estima la pérdida de 10.000 toneladas de macroinvertebrados, organismos esenciales en la cadena alimentaria, cuya desaparición tendrá repercusiones ecológicas a largo plazo.

El desastre afectó el 50% del noroeste del Mar Negro, donde ocurrieron explosiones de algas que alteraron la biodiversidad y redujeron la salinidad del agua. La exposición de 1.944 km cuadrados del lecho del embalse ha supuesto la pérdida de hasta el 80% de la biomasa que existía en la zona.

La biorremediación, mediante el uso de plantas para absorber metales pesados, será una estrategia clave, aunque su efectividad requerirá décadas