La OTAN no está preparada para el nuevo misil de Putin
Rusia despliega su 'as bajo la manga' militar: un misil que plantea un reto urgente para las capacidades militares de Occidente.
La utilización por parte de Rusia del misil hipersónico Oreshnik en la guerra de Ucrania ha puesto en alerta a la comunidad internacional que, en el caso de la OTAN, ha dejado a la Alianza Atlántica ante un desafío tecnológico y estratégico sin precedentes. Capaz de superar la velocidad Mach 10, con un alcance de hasta 5.000 kilómetros y la capacidad de llevar varias ojivas independientes, esta arma redefine las reglas de la guerra moderna y plantea serias preocupaciones sobre la estabilidad global.
El Oreshnik, cuya traducción significa 'avellano', es una evolución del misil balístico intercontinental RS-26 Rub, pero con mejoras significativas. Gracias a la tecnología MIRV, puede lanzar varias ojivas a objetivos distintos con una precisión devastadora. Además, puede portar tanto cabezas nucleares como explosivos convencionales de alto impacto, lo que lo convierte en un arma versátil y letal.
El general Serge Karakay, jefe de las fuerzas estratégicas de misiles de Rusia, afirmó que un uso masivo del Oreshnik podría generar efectos comparables a los de un ataque nuclear, incluso sin emplear cabezas atómicas. Esta capacidad subraya su potencial como una herramienta de disuasión en conflictos internacionales.
El 21 de noviembre de 2024, Rusia utilizó por primera vez el Oreshnik en un ataque contra una instalación de defensa en Dnipro, Ucrania. En apenas 15 minutos, recorrió 800 kilómetros desde la región de Astracán, alcanzando velocidades superiores a Mach 11. Este despliegue mostró no solo su potencia, sino también la incapacidad de los sistemas de defensa actuales para interceptarlo.
El misil ha sido diseñado para evadir las defensas aéreas más avanzadas, lo que lo convierte en una amenaza estratégica significativa, especialmente para Europa. Su compatibilidad con ojivas nucleares y su capacidad de penetrar las defensas de la OTAN, obligan a la Alianza Atlántica a reevaluar sus sistemas de defensa antimisiles. Aunque los aliados occidentales han priorizado el desarrollo de tecnologías avanzadas, este misil hipersónico podría superar incluso las soluciones más modernas.
Además, la comunidad internacional teme que la introducción de armas de esta magnitud fomente una nueva carrera armamentística. Las Naciones Unidas han expresado su preocupación por el uso de este tipo de misiles en conflictos activos, señalando los riesgos de agravar aún más las tensiones entre Rusia y Occidente. El presidente Vladimir Putin ha sido claro sobre el propósito del Oreshnik: responder al apoyo militar occidental a Ucrania y consolidar la posición estratégica de Rusia.