La isla del Mediterráneo que se ha convertido en un bastión del Kremlin
Se ha convertido en un centro financiero para oligarcas rusos.
Desde que lograra su independencia en 1960, Chipre ha considerado a Rusia como un país amigo y gran defensor de su causa política, especialmente tras la invasión turca del norte de Chipre en 1974, una acción militar que recuerda a la de Rusia con Ucrania: ambos justificaron sus invasiones con la supuesta defensa de las minorías étnicas.
"Chipre es nuestro socio importante y probado por el tiempo. Nuestro país respaldó los esfuerzos del pueblo chipriota por defender su independencia a finales de los años cincuenta del siglo pasado, y en agosto de 1960 fue uno de los primeros en reconocer la independencia de Chipre e inauguró allí su misión diplomática", expresaba en 2021 el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov
Tan cercana es la relación entre ambos países que el medio Nexta asegura que Chipre "se ha convertido en un bastión clave de la influencia rusa en Europa" en las últimas décadas. Incluso asegura que podría decirse que Rusia ha comprado esta isla del mediterráneo.
"A pesar de las sanciones y restricciones internacionales, Moscú ha penetrado profundamente en la vida política, económica y cultural de la isla a través de sus servicios de inteligencia, oligarcas y organizaciones culturales", precisa.
Centro financiero para la élite rusa
Nexta continúa explicando que "Chipre se ha convertido en un importante centro financiero para la élite rusa". Oligarcas con orígenes rusos como Igor Kesaev, Oleg Deripaska y Boris Rotenberg se han establecido en Chipre, encondiendo sus activos y evitando sanciones con empresas extraterritoriales chipriotas. Como consecuencia, Chipre se ha convertido en "la base del Kremlin en la Unión Europea", afirma el periodista de investigación chipriota Boris Demash.
Esto ha sido posible gracias al programa 'pasaporte dorado' que brinda la oportunidad de obtener la ciudadanía chipriota a cambio de inversiones, lo que ha abierto la puerta a estos oligarcas rusos, incluso aquellos que han sufrido alguna sanción por parte de Occidente.
De esta forma, Demash señala que "la inteligencia rusa ha penetrado profundamente en los círculos políticos y empresariales de Chipre", no solo con el dinero y la corrupción, sino usando organizaciones culturales y religiosas como fachada para sus actividades.
Por su parte, la élite empresarial y política chipriota no solo tolera estas acciones, sino que coopera activamente con la inteligencia rusa, ayudando a evadir sanciones y lavar dinero mediante planes oscuros. "Toda la sociedad chipriota está orientada a servir a los rusos", asevera el periodista. Incluso la población civil admira a Putin, pues lo ve como un líder fuerte, y apoya sus políticas.