La campaña en EEUU se pega otro tiro con un nuevo intento de asesinato de Donald Trump
En un clima cada vez más tenso, el republicano sobrevive al segundo intento de asesinato. El incidente, ocurrido en Florida, refleja la polarización política en EEUU.
El domingo en West Palm Beach, bajo el sol de Florida, lo que parecía ser una tranquila jornada de golf para Donald Trump se convirtió en otro episodio dramático de la turbulenta campaña presidencial estadounidense. Armado con un rifle AK-47 y una mira telescópica, un hombre se acercó peligrosamente al Trump International Golf Club, donde el expresidente estaba jugando. Pero, antes de que pudiera disparar, los agentes del Servicio Secreto lo detectaron y frustraron el atentado.
El sospechoso, Ryan Wesley Routh, no tuvo la misma suerte que en otras ocasiones. Tras intentar huir en una camioneta negra, las autoridades lo interceptaron rápidamente. El FBI confirmó que investigaba el incidente como un intento de asesinato, un eco inquietante del atentado que Trump ya había sufrido apenas dos meses antes, en julio.
La violencia política, una sombra creciente
Este nuevo intento de asesinato no se produce en un vacío. En una campaña marcada por la polarización, el odio y la retórica incendiaria, la violencia se ha convertido en un actor más. Estados Unidos, un país que siempre se ha enorgullecido de su democracia, se enfrenta ahora a un panorama en el que los asesinatos políticos dejan de ser una rareza para convertirse en una amenaza latente.
El ataque de julio, durante un mitin en Pensilvania, sacudió la campaña de Trump. Aquel día, un francotirador disparó desde una posición elevada, hiriendo levemente al expresidente en la oreja derecha. El suceso desató una tormenta de críticas por las fallas de seguridad. Dos personas, incluido el atacante, perdieron la vida, y el Servicio Secreto quedó en el ojo del huracán. La entonces directora de la agencia, Kimberly Cheatle, renunció días después, asumiendo la responsabilidad por el fallo.
Ahora, apenas dos meses más tarde, Trump vuelve a ser objetivo. Esta vez, el Servicio Secreto reaccionó con mayor rapidez. Aseguraron la zona, neutralizaron la amenaza y detuvieron a Routh. Sin embargo, las preguntas permanecen. ¿Cómo un hombre armado logró acercarse tanto a un expresidente tan protegido?
El clima electoral se enrarece
Tras el atentado, Trump, como acostumbra, se mostró desafiante. “Nada me detendrá. ¡Nunca me rendiré!”, proclamó en un comunicado dirigido a sus seguidores, reafirmando su compromiso con la campaña. En sus palabras resonaba una mezcla de desafío y resiliencia, una fórmula que ha usado repetidamente para conectar con su base.
Pero este no es solo un problema de Trump. La violencia política ha ensombrecido el escenario electoral, volviendo la carrera por la Casa Blanca en 2024 una de las más impredecibles y peligrosas de los últimos tiempos. Joe Biden, actual presidente de Estados Unidos, no tardó en pronunciarse. “Me siento aliviado de que el expresidente esté ileso”, declaró en un comunicado desde la Casa Blanca, reiterando que no hay lugar para la violencia en la política estadounidense.
Biden, en un gesto que algunos interpretan como una señal de madurez política en medio de la tormenta, también ordenó que el Servicio Secreto reciba todos los recursos necesarios para garantizar la seguridad de Trump. Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, se sumó a las voces que elogiaban la rápida intervención de las fuerzas de seguridad, asegurando que la protección de los candidatos presidenciales es una prioridad indiscutible.
La seguridad en el punto de mira
Sin embargo, las acciones del Servicio Secreto no han sido suficientes para tranquilizar a todos. Ron DeSantis, gobernador de Florida y uno de los republicanos más influyentes del país, anunció que su administración llevará a cabo su propia investigación sobre el incidente. “La gente merece saber cómo este hombre logró acercarse tanto a Trump”, declaró con una mezcla de indignación y preocupación.
Y es que la seguridad alrededor de Trump ha sido un tema candente desde el ataque en Pensilvania. Ronald Rowe, jefe en funciones del Servicio Secreto, viajó a Florida para supervisar las investigaciones y asegurar que no se repita una tragedia como la que casi ocurrió.
El clima es tenso, pero no solo por la seguridad. Las dinámicas políticas han dado giros inesperados. En julio, después del caótico primer debate con Trump, el entonces presidente Joe Biden decidió retirarse de la carrera presidencial, dejando el camino libre a su vicepresidenta, Kamala Harris. El cambio fue drástico, y las implicaciones aún están por verse. Harris, ahora la candidata demócrata, se enfrenta a un oponente marcado por dos intentos de asesinato en un lapso de tres meses.
Con las elecciones a solo unas semanas, la situación sigue siendo volátil. Trump, pese a todo, continúa con su campaña, manteniendo su discurso desafiante. Harris, por su parte, se presenta como la alternativa estable frente a la tormenta que rodea al expresidente.
La violencia que ha marcado esta campaña electoral, tanto en palabras como en acciones, es un reflejo de una sociedad profundamente dividida. En Estados Unidos, la política ya no es solo una cuestión de debates ideológicos o propuestas de gobierno. La seguridad, la violencia y la polarización se han convertido en protagonistas de una carrera hacia la Casa Blanca que se perfila como una de las más complicadas y peligrosas de la historia reciente del país.