Israel da luz verde a una nueva y polémica Guardia Nacional en manos de los ultras
El Parlamento aprueba la creación de un cuerpo inédito a las órdenes del ministro Ben Gvir, entre cuyas funciones está "sofocar" las protestas.
El lunes de la semana pasada, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, anunció que había alcanzado un acuerdo con el primer ministro para frenar la polémica reforma judicial a cambio de la creación de una Guardia Nacional a su cargo. Sin embargo, la atención del mundo entero se centró sólo en la primera parte del pacto, en Benjamín Netanyahu y la pausa en los cambios. Con el paso de los días, ha venido la alarma por la contrapartida, sin la que el actual Gobierno de coalición, una red de seis partidos, no se sostendría: ahora hay plena conciencia del paso dado, de la gravedad del nuevo cuerpo policial que se va a crear y que estará en manos del propio Ben Gvir, un ultraderechista.
Este ministro encabeza el partido más derechista del actual Gobierno y en el pasado ha sido acusado más de 50 veces y condenado en ocho oportunidades por disturbios, vandalismo, incitación al racismo y apoyo a una organización terrorista.
Según sus propias palabras, esta nueva Guardia Nacional se ocuparía, entre otras cosas, de prevenir "el terrorismo y crímenes nacionalistas", de garantizar la seguridad en ciudades donde residen tanto judíos como árabes y de combatir el crimen organizado en las ciudades árabes.
"La Guardia Nacional alcanzará aquellos sitios que en los últimos años se han convertido en el patio trasero de Israel. Este es un proyecto sionista que busca fortalecer la seguridad y la gobernanza de Israel", explicó el ministro. Entre sus cometidos puede estar "sofocar" las protestas, desconocidas en el país en 75 años.
Propósitos y obstáculos
El domingo, esta nueva fuerza recibió el primer guiño del Ejecutivo, que aprobó su creación de forma preliminar. Ahora, según un portavoz gubernamental, el proyecto pasará a un comité compuesto por miembros del aparato de seguridad previo a su aprobación definitiva. La polémica está servida.
Entre los elementos aprobados se incluye un recorte presupuestario a todos los ministerios para poder así asignar los fondos necesarios -en torno a 250.000 euros anuales- para la creación de la Guardia Nacional.
Esta decisión llega a pesar de las advertencias por parte de la fiscal general del Estado, el comisionado de la Policía y el director del servicio de inteligencia interior, el Shabak (o Shin Bet).
La fiscal general, Gali Baharav-Miara, dijo que existe un "obstáculo legal" para la creación de esta nueva fuerza dado que su trabajo se solaparía con el de la Policía, organismo que remarcó puede hacer frente a los desafíos que enfrenta sin necesidad de una fuerza paralela.
Por su parte, Kobi Shabtai, comisionado de la Policía, envió la semana pasada una carta a Ben Gvir y a Netanyahu en la que describió la iniciativa como «innecesaria» y advirtió que podría "causar un gran daño al aparato de seguridad". "Es una pérdida de tiempo y de dinero", opinó Alon Levavi, que sirvió durante 34 años en la Policía de Israel hasta su retiro como vicecomisionado en 2019. "No podemos tener a dos fuerzas operando en paralelo en el mismo territorio, sería un caos y acarrearía un gasto inmenso de dinero tan solo en materia de coordinación", explicó, aunque destacó que el principal problema con esta Guardia Nacional a cargo del Ministerio de Seguridad sería la potencial intromisión de la política en cuestiones operativas.
En base a esto, Levavi propone la creación de una Guardia Nacional bajo la órbita de la Policía, que se encargue de cuestiones específicas y claramente identificadas, distribuyendo así responsabilidades con otras fuerzas en lugar de competir por recursos y personal.
La cuestión del personal que compondría este nuevo cuerpo ha sido también fruto de controversia, dado que además de unos 2.000 agentes de la Policía, incluiría también a un grupo importante de voluntarios.