Hunter Biden, el hijo escandaloso del presidente con el que los republicanos quieren hacer sangre
Ante el anuncio de procesamiento de Trump, su partido insiste en atacar al presidente con su hijo, de vida disoluta y errores confesos, pero sin condenas.
Todos los hijos de presidentes, más si son de Estados Unidos, acaban bajo la lupa, sometidos a un escrutinio público formidable. Hay que ser decente y parecerlo. El caso de Hunter Biden va más allá de lo habitual: desde que su padre era vicepresidente y, sobre todo, desde que en 2019 anunció que quería estar al mando en la la Casa Blanca, los republicanos lo han atacado ferozmente. Han puesto en tela de juicio desde su vida personal -drogas, separaciones- a sus negocios -en Ucrania, en China-, en un intento de debilitar políticamente a Joe Biden, que es el rey al que comerse realmente.
Ahora, su nombre vuelve a la primera plata por un triple motivo. Primero, porque los conservadores usan su nombre para restar hierro a la imputación del expresidente Donald Trump por el caso Stormy Daniels, denunciando la "caza de brujas" contra el magnate frente a Biden junior, que se va de rositas, a su entender. Segundo, porque desde las elecciones legislativas de noviembre pasado los republicanos controlan la Cámara de Representantes y ya han anunciado que van a impulsar una comisión de investigación sobre sus negocios para ver si tuvieron algún impacto en las decisiones de Biden padre como cargo electo. Y tercero, por sus propios errores, porque arrastra más de una investigación criminal en curso de las que no dejan de salir detalles.
¿Pero qué se sabe de sus supuestos negocios oscuros? ¿Lo son, o no tanto? ¿Salpica realmente a su padre lo que ha hecho? Vamos a repasar quién es Hunter, de dónde viene, qué ha hecho y en que punto están sus casos.
Marcado por la tragedia y las adicciones
Hunter Biden nació en Wilmington (Delaware), la ciudad de residencia de su padre de entonces y de ahora, en 1970. Es hijo del político demócrata y de su primera esposa, Neilia. Tenía apenas dos años cuando, en diciembre de 1972, a una semana de la Navidad y apenas cinco semanas después de la elección de su padre como senador de EEUU, un camión embistió el automóvil de la familia y se cobró la vida de su madre y su hermana pequeña, Naomi.
El accidente dejó a Hunter con el cráneo fracturado. Su hermano mayor, Beau (fallecido de cáncer en 2015, que fue militar y fiscal), salió mejor parado, con una pierna rota. El actual presidente no iba en el coche. Acabó jurando su cargo ante el Senado desde una habitación de hospital. Desde entonces, acudió a su trabajo en tren.
Recuperado por completo, Hunter asistió a la Universidad de Georgetown y a la Facultad de Derecho de Yale y se graduó en 1996. Más que inteligente, sus compañeros lo definen como sagaz. De su tiempo estudiantil se destacan, en paralelo, dos cosas: que se unió al Cuerpo de Voluntarios Jesuitas, un grupo católico de voluntarios para servir a las comunidades marginadas, y que en el campus conoció a su primera esposa, Kathleen Buhle, abogada igualmente y con la que se casó en 1993 y se divorció en 2017, una unión de la que tiene tres hijos.
Hunter siempre ha sido el díscolo de la familia, querido pese a todo. Hijo de un padre abstemio, él comenzó a beber y mucho siendo un adolescente y comenzó a drogarse -marihuana, cocaína- en la universidad. Ya entonces su consumo era alto. Su familia lo sabía y siempre lo ha apoyado ya ella debe en gran parte su vida de Guadiana, entrando y saliendo de centros de rehabilitación, ganando etapas de paz que le han permitido ir escalando profesionalmente (con ayuda de su padre, dicen siempre como coletilla los republicanos).
Más allá de lo que la prensa afín a Trump ha ido desvelando en lo que casi parece un folletín por entregas, el propio Hunter ha confesado públicamente sus excesos y derrapes. Como el que, en 2013, tras inscribirse como reservista de la Marina y jurar el puesto ante su propio padre (era entonces vicepresidente de Barack Obama, le llevó a dar positivo en drogas en su primer control de orina, en su primer día en la base. Fue expulsado y confesó que se sentía "avergonzado".
Ha tratado de explicar su relación con las drogas en varias ocasiones. "Hay adicciones en todas las familias. Yo estaba en la oscuridad, estaba en ese túnel, que es interminable. No te deshaces de él. Sólo tú vas descubriendo cómo lidiar con ello", afirmó tras este escándalo. El único hijo varón que le resta al presidente antepone sus desgracias familiares para explicar sus valles, desde el accidente del pequeño a su separación, pasando por la muerte de su hermano mayor. La revista The New Yorker llegó a publicar que, tras su fallecimiento por un doloroso cáncer cerebral, Hunter sólo salía de casa para comprar vodka.
Mientras, los enemigos de su padre achacan sus problemas al "vicio" y recuerdan que durante una feroz pelea durante el proceso de divorcio, en 2017, su exmujer le acusó a Hunter de "gastar extravagantemente en sus propios intereses (incluyendo drogas, alcohol, prostitutas, clubes de striptease y regalos para mujeres con las que tiene relaciones sexuales) mientras dejaba a la familia sin fondos para pagar facturas legítimas". Rompiendo su silencio sobre cómo se deshizo su matrimonio, largo de 24 años, Buhle dijo al programa Good Morning America (ABC): "Estaba luchando contra una adicción masiva a las drogas; eso es desgarrador y doloroso, y no era con quien yo me había casado".
Hunter habrá callado lo que haya querido, pero como una especie de exorcismo, publicó en 2021 hasta unas memorias, tituladas Beautiful Things, en las que confiesa que su infidelidad fue la gota que colmó el vaso en su matrimonio. Dos años antes, se había descubierto a través de una indiscutible prueba de ADN que era "el padre biológico y legal" de un niño parido por una bailarina, Lunden Alexis Roberts. En en libro decía que no recordaba nada de eso, pero hoy paga la manutención de ese niño.
Biden padre fue discreto siempre en ese tiempo pero, dicen sus allegados, se sentía dolido por el comportamiento de su hijo y, católico como es, por la ruptura de su matrimonio.
También de sus relaciones han hecho burla los republicanos, porque Hunter, tan complicado en todo, llegó a tener una relación con su cuñada, la viuda de su hermano, Hallie Biden. Fue corta, se inició incluso antes de su divorcio (aunque llevaba dos años separado ya) y siempre ha explicado que los unió "un dolor muy específico", el de la pérdida compartida, según señaló él mismo a The New Yorker en el mismo artículo. Quedó en nada y poco después Hunter se casó con la cineasta y activista sudafricana Melissa Cohen. Nadie daba un dólar por ellos, porque se casaron a los seis días de emparejarse. Hoy siguen juntos y tienen un hijo.
Hunter es un superviviente que, si sigue vivo, es por "al amor de la familia", confiesa en su libro. Y cita un momento en que su padre, el más asaeteado por su comportamiento, le dio un abrazo y le dijo sólo: "No sé qué más hacer. Tengo mucho miedo. Dime qué hacer". Fue un punto de inflexión, confiesa.
Actualmente ha recurrido a la pintura como una forma de terapia y lleva tres años exponiendo sus obras. Algunas se han vendido por 50.000 dólares. Nunca, pese a las marejadas, ha dejado de aparecer en público con su familia y su padre, que no deja de repetir lo "orgulloso" que está de su hijo y de la superación de sus problemas.
Por qué se investiga a Hunter
El Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, dominado ahora por los republicanos, planea realizar varias audiencias que analicen a Hunter y sus tratos comerciales con empresas en China y Ucrania a lo largo de los años. Entienden que son sospechosas y quiere saber si su comportamiento influyó en las decisiones de política exterior que tomó Joe Biden, como número dos y, sobre todo, como número uno del Gobierno federal.
El representante James Comer, republicano de Kentucky y nuevo presidente del citado Comité, declaró a la revista TIME en octubre que había razones políticas detrás de su empeño. “Estamos investigando a Hunter Biden porque creemos que es una amenaza para la seguridad nacional y tememos que haya comprometido a Joe Biden”, aclaró. El presidente Biden niega estar involucrado en los negocios de su hijo como abogado y como lobista.
El comité de Comer celebró una audiencia el pasado 8 de febrero que cuestionó a exfuncionarios de Twitter sobre las decisiones que tomó la empresa de redes sociales en octubre de 2020 al suprimir temporalmente una noticia del New York Post sobre los negocios de Hunter en Ucrania, que se basaba en datos de una computadora portátil que supuestamente pertenecía al hijo del presidente. Es el primer paso de lo que quieren que venga y se está cocinando ya.
El Comité Judicial de la Cámara, dirigido por el también congresista republicano Jim Jordan, está planeando su propio conjunto de audiencias para analizar a Hunter Biden. Hasta ahora, Jordan y el representante republicano de Ohio Mike Turner, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, han solicitado a exaltos funcionarios de Inteligencia del país datos de uno de los portátiles de Hunter, porque tenía según sus datos las “marcas clásicas de una campaña de información rusa”. Algunos de los datos y correos electrónicos atribuidos a ese ordenador han sido verificados desde que saltó la denuncia por medios independientes como CBS News, The Washington Post y The New York Times.
Es muy larga la historia del ordenador. El propietario de un taller de reparación de Wilmington, un señor llamado John Paul Mac Isaac, sostiene que un hombre que "cree" que es Hunter Biden le llevó tres portátiles a su tienda en abril de 2019, según una entrevista que le dio a Fox News, un canal marcadamente conservador. Mac Isaac reconoce que tiene problemas de visión y que "no puede estar 100% seguro" de que fuera Hunter. En una de los equipos, vio información que lo “preocupó”. Cuando el cliente no regresó por él, Isaac llamó al FBI, como le recomendó un supuesto amigo.
El FBI llegó y se hizo una copia del disco duro de la computadora, luego regresó con una citación para el dispositivo y lo confiscó. Cuando Mac Isaac dejó de tener noticias del FBI, le dijo a Fox, finalmente se puso en contacto con Robert Costello, un abogado que casualmente representa a Rudy Giuliani, abogado personal de Trump durante años e investigado él mismo por sus acusaciones de falso fraude electoral. Los archivos llegaron al New York Post, en octubre de 2020, y cuajó la etiqueta de "los correos secretos".
Varias copias de los documentos se han acabado filtrando, en todo o en parte, han sido enviadas a medios por distintas vías y demasiadas manos han entrado en el portátil de marrar, por lo que está siendo complicado verificar todo. Pese a ello, medios serios han avalado que al menos parte de lo denunciado es real. Otra cosa es el riesgo que entrañan los papeles. En las redes sociales han aparecido vídeos y fotos de Hunter (supuestamente) desnudo, tomando drogas y teniendo relaciones sexuales. “La computadora portátil del infierno” llaman los republicanos, por eso, al pc.
El caso avanza y nos ponemos en octubre de 2022, cuando el informático de la tienda presentó una demanda por difamación contra Hunter en un tribunal federal; decía que el portátil y un disco duro se convirtieron en su propiedad porque Biden no los recogió en los 90 días de rigor. El proceso sigue abierto.
Recientemente, Hunter ha adoptado una estrategia legal nueva y agresiva en respuesta sobre este espinoso asunto. Ha contratado a otro abogado, Abbe Lowell, y ha enviado cartas pidiendo a los fiscales que investiguen a los involucrados en copiar y compartir el contenido de sus ordenadores personales. El 1 de febrero pasado, Lowell le pidió a la oficina de la fiscal general de Delaware que investigara a Isaac por acceder “ilegalmente” a los datos personales de su defendido y distribuir esos datos a “los enemigos políticos” de Joe Biden. Ha hecho la misma petición al Departamento de Justicia.
Y nos acercamos más, al 17 de marzo pasado, cuando Hunter Biden presentó una contrademanda contra Mac Issac en el Tribunal de Distrito de EEUU en Delaware. 42 páginas en las que acusa al empresario de invadir su privacidad y ser parte de una conspiración para obtener y distribuir datos. En la demanda, Hunter dice que el propietario del taller de reparación de computadoras no tenía el derecho legal de copiar datos de la computadora portátil de Biden y pasárselos a otros. Quieren ir a por más: a por Giuliani y a por asesores de Trump.
La mayor polémica se centra en un correo electrónico de mayo de 2017 de uno de los socios comerciales de Hunter, que explicaba cómo se podrían dividir los porcentajes de capital de unos negocios con una compañía de energía china. Una línea de ese email hace la siguiente pregunta: "¿10 en manos de H. para el tipo grande?". El ex socio comercial de Hunter Biden, Tony Bobulinski, quien fue uno de los invitados de Donald Trump para un debate presidencial en 2020, le dijo a Fox News que creía que "H" significaba Hunter y que "el tipo grande" era Joe Biden.
Más allá de eso, Fox News también ha informado que no había evidencia de que alguna parte de los acuerdos comerciales con las entidades chinas fueran para el hoy presidente Biden. También es necesario señalar que en 2017, Biden ya no era vicepresidente y estaba a casi dos años de anunciar su candidatura a la presidencia. Los negocios particulares eran, entonces, particulares, de haber algo.
Los otros procesos: impuestos y armas
Aparte de la investigación puramente política -lo maticen como lo maticen los republicanos-, Hunter Biden es también objeto de investigaciones criminales sobre sus declaraciones de impuestos y una declaración que hizo en un formulario para comprar un arma de fuego. El primer caso lo confirmó él mismo en diciembre de 2020, semanas después de que el presidente Biden ganara las elecciones, cuando emitió un comunicado de que la Oficina del Fiscal Federal en Delaware estaba investigando sus "asuntos fiscales".
"Estoy seguro de que una revisión profesional y objetiva de estos asuntos demostrará que manejé mis asuntos de manera legal y adecuada, incluso con el beneficio de asesores fiscales profesionales", dijo entonces.
Según el Washington Post, los agentes federales le entregaron al fiscal en Delaware información sobre la cantidad de ingresos que Hunter declaró en sus impuestos y que, según los informes, respondió "no" a una pregunta en un formulario de compra de armas en 2018 preguntando si estaba usando drogas ilícitas. Según el propio relato de Biden hijo en sus memorias, eso era mentira, en ese momento estaba consumiendo crack.
Los republicanos, tratando de lanzar una cortina de humo sobre la propia detención augurada de Trump, sostienen que el procesamiento de Hunter está al caer, pero no está tan claro eso. Son los fiscales los que tienen que decidir si hay suficientes pruebas para presentar cargos contra él y si esos delitos justificarían el tiempo y los recursos que podrían requerirse en un juicio penal. Que delitos quizá haya, pero que Hunter no es el criminal número uno de Estados Unidos, como la oposición a su padre trata de hacer ver.
El fiscal principal que tiene esa decisión en las manos se llama David C. Weiss y ha pasado de todo en su carrera, ha estado en cargos que necesitan designación bajo los presidentes George W. Bush (republicano) y Barack Obama (demócrata) y fue nombrado por el propio Trump para dirigir su actual departamento. Cuando Biden asumió el cargo, a Weiss se le permitió permanecer en el cargo. No está, en principio, muy connotado políticamente.
Si los fiscales acusan a Hunter Biden de evasión de impuestos o de presentar una declaración de la renta falsa, podría enfrentar multas y incluso un breve tiempo en la cárcel. La evasión de impuestos conlleva hasta cinco años de prisión y una multa máxima de 100.000 dólares y una condena por presentar una declaración falsa tiene una multa máxima de otros tantos 100.000 dólares más una sentencia de cárcel de hasta tres años. Hunter Biden pagó parte de sus obligaciones tributarias en 2021, según The New York Times, por lo que quizá se ha puesto al día y no afronta más daños. Hay reyes eméritos a los que les ha funcionado en otros países.
Y está el tema de las armas, feo, porque la mentira además está realmente mal vista en EEUU. Mentir en un registro de transacciones de armas de fuego es un delito tipificado como grave y su condena podría alcanzar una pena de prisión de hasta 10 años. Lo que ocurre es que, recuerda TIME, los fiscales rara vez presentan cargos por este motivo. Sin embargo, este no es un caso normal: si pasan, se les acusará de partidismo; si dan el paso, se les acusará de partidismo. ¿Es justo un escrutinio extra sobre Hunter cuando no se hace sobre otros ciudadanos? El dilema está servido.
¿Y el papel de Biden, el presidente?
Hay poca información pública, si es que hay alguna, que muestre que Joe Biden estuvo involucrado en las transacciones comerciales de Hunter Biden. Es lo que más hace rabiar a los republicanos, cuando el año que viene hay elecciones presidenciales y hay que acelerar la máquina de fango (real o recreado).
Comer, el republicano del comité, insiste en que el correo electrónico de la discordia muestra que Joe Biden estaba al tanto del negocio de Hunter Biden con una empresa china. También afirma que esos lazos comerciales influyeron en las opciones políticas del presidente Biden hacia China, pero no está claro cómo. Nadie lo ha puesto por ahora en pie.
Biden ha mantenido los aranceles de la era Trump sobre China y agregó nuevos controles de exportación en la tecnología de fabricación de chips de EEUU desde que asumió el cargo. Mientras hacía campaña para presidente en Iowa en septiembre de 2019, Joe Biden dijo a los periodistas: “Nunca he hablado con mi hijo sobre sus negocios en el extranjero”.
Y luego está la teoría de conspiración, muy vieja y muy desacreditada ya, de que cuando era vicepresidente, exigió al gobierno de Ucrania que despidiera al principal fiscal del país para detener una investigación sobre una compañía de energía ucraniana plagada de escándalos que tenía a Hunter Biden en su directorio. Esta es la teoría de la conspiración que perseguía Donald Trump cuando retuvo la ayuda militar y presionó a Volodimir Zelensky, el presidente de Ucrania, para que abriera una investigación sobre los Biden durante la famosa llamada telefónica presidencial de 2019.
Pero Joe Biden no fue el único que animó al parlamento de Ucrania a expulsar al fiscal Viktor Shokin. Diplomáticos europeos y organizaciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) también expresaron su preocupación de que Shokin no estaba haciendo lo suficiente para erradicar la corrupción, cuando justo esa era una de las prioridades del Gobierno de Zelenski, un actor que llegó a la política para cortar eso.
El parlamento ucraniano votó para destituir a Shokin en marzo de 2016. Una investigación del Senado de 2020 dirigida por republicanos descubrió que Hunter Biden, sus socios comerciales y sus empresas ganaron millones de dólares haciendo negocios en Ucrania mientras Joe Biden era vicepresidente y esas conexiones financieras tenían “ impactó negativamente” la labor diplomática en el país. Pero esa misma investigación no descubrió evidencia de irregularidades por parte de Joe en el asunto.
Lo que se sabe sobre los acuerdos comerciales de Hunter Biden con empresas ucranianas y chinas crea la "impresión" -palabra que usan el Times o la CNN, por ejemplo- de que estaba ganando mucho dinero quizá con el prestigio de ser el hijo de quien era, pero no hay evidencia de que las transacciones comerciales de Hunter hayan influido en las decisiones que Joe Biden en el poder. Tampoco hay evidencia clara de que el dinero de los tratos comerciales de Hunter Biden haya llegado alguna vez a las cuentas de su padre. Ni un sólo papel. Los conservadores de la Cámara alegan que no tienen esa evidencia debido a la obstrucción de la Administración Biden, precisamente.
La guerra, con Trump ahora imputado, amenaza con arreciar.