Hay vuelco: la izquierda francesa logra una mayoría simple y frena a la ultraderecha, según los sondeos
La movilización contra Le Pen da la victoria a la izquierda con 182 escaños en la segunda vuelta de las legislativas. El partido ultra queda en tercera posición con 143 diputados, por detrás incluso de la formación de Macron, que se queda con 168.
Francia se ha levantado. El Frente Republicano ha funcionado y la ultraderecha no ha vencido en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, celebrada este domingo, según apuntan las encuestas. Como en Casablanca, cuando el héroe resistente Victor Laszlo pide a la banda del Café de Rick que toque La Marsellesa y acalle a los nazis, así se han aupado los ciudadanos, con el espíritu republicano revivido. Bueno, igual sin tanta pasión, porque el país está fragmentado, pero unido a la vez. La mayoría, con un mismo fin: que los ultras no se hicieran con el Gobierno.
Era la hora de acabar con el despecho: se apoyó en primera vuelta a los radicales, excluyentes, racistas, en un voto de rabia y desde las tripas que no se irá con esta victoria, pero se reconduce. La papeleta, ahora, lleva más cabeza. Los ciudadanos no confían en los naofascistas para gobernar, aunque los que han cosechado su confianza tendrá ahora que responderles con respuestas. No han pasado. Los que quedan, ahora, tienen que actuar.
La movilización contra la Agrupación Nacional de Marine Le Pen da la victoria al Nuevo Frente Popular, a la izquierda unida de socialistas, comunistas, verdes y La Francia Insumisa, logró en total 182 diputados, a los que se suman 13 independientes. El partido ultra quedaría en tercera posición, al sumar junto a sus aliados 143 escaños, incluso por detrás de la formación del presidente Emmanuel Macron, Ensemble, con 168 legisladores. en la Asamblea Nacional. El hecho de que más de 200 candidatos de otras tantas circunscripciones se retirasen para dar paso a los políticos con mejores aspiraciones ha sido un gesto generoso que ha calado y ha permitido la unidad de voto, aunque sea en parte con la nariz tapada, como dicen en Francia.
El grupo conservador Los Republicanos se quedará con 45 diputados y otros candidatos independientes de derechas harán lo mismo con otra quincena de asientos de la Cámara baja.
La mayoría absoluta de los 577 diputados está en 289, por lo que nadie llega a ella. Ahora quedan muchas negociaciones por delante porque ese horizonte sólo es alcanzable con pactos que ahora mismo se presentan como improbables ante el veto de los macronistas y los conservadores a LFI, que tendrá más de 80 diputados.
Se extrae, además, una conclusión importante de estos comicios: Macron los adelantó para parar a los radicales y lo ha hecho, pero su centro liberal ha salido muy tocado -por más que esta vez no haya sido tercero, como últimamente, sino segundo- y tendrá que hacer un enorme examen de conciencia tras estos datos. Tenía la mayoría relativa de la Cámara y hoy la ha perdido, con lo que su legitimidad se ha visto severamente tocada.
Las encuestas, nuevamente, se equivocaron: la AN era supuestamente la primera opción de los ciudadanos, por encima del 30% de los votos (llegaron a un 33% en la primera vuelta), seguida del NFP, con un 25%. Los datos, sorprendentes, son para que el bloque antiultras saque pecho, por más que no pueda decirse que lo tendrán sencillo a la hora de gobernar.
Apenas siete minutos después de conocerse el sondeo, el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Melenchon, ha agradecido a los ciudadanos su voto con "conciencia", su "esfuerzo y movilización". "A partir de ahora, pueden tranquilizarse", ha dicho a los franceses. Además, ha reclamado la formación de Gobierno, como parte de la fuerza ganadora, y la marcha inmediata del actual primer ministro, Gabriel Attal, del partido de Macron. La gran pregunta ahora es a quién presentará el bloque de izquierdas como primer ministro, porque Melenchon es criticado por parte de sus compañeros, empezando por el socialista Raphaël Glucksmann. En los debates televisivos, su portavoz ha sido el también socialista Olivier Faure. Para quien se lo pregunte, François Hollande, expresidente socialista y diputado de la nueva Asamblea, ya ha dicho que él se descarta como candidato.
Más allá de esa pugna, que no será pequeña, ahora mismo en los pulsos de Francia lo que queda es la fiesta en la calle de los partidarios de la izquierda, una explosión de alegría que ha tomado la simbólica Plaza de la República de París. "Gana la democracia", "Somos más, somos mejores" o "Francia se merece este pueblo" han sido algunos de los lemas que se leían en las pancartas. La felicidad de la capital no ha sido completa porque en Lyon, Rennes, Lille y Nantes, donde manifestaciones similares habían sido prohibidas, ha habido algunas cargas policiales con gases lacrimógenos.
El entorno de Macron ha destacado que las proyecciones demuestran que "ha funcionado" el "cordón republicano" para evitar una victoria de las candidaturas de extrema derecha, según fuentes del entorno del mandatario citadas por varios medios franceses. Sin embargo, han matizado que los resultados no responden a la pregunta de "quién gobernará" y ha pedido "cautela". En particular han destacado que el bloque centrista que lidera "no está muerto", indican medios galos.
Macron va a tomarse tiempo para examinar los resultados. Fuentes del Elíseo citadas por EFE indicaron que el mandatario "esperará a la estructuración de la Nueva Asamblea Nacional para tomar las decisiones necesarias" y que "en su papel de garante de las instituciones, velará para que se respete la decisión soberana de los franceses". Macron viaja a Washington para participar en la cumbre de la OTAN, así que la agenda tampoco permite muchas prisas.
Una voz necesaria, la del exprimer ministro Edouard Philippe -que fue socio de Macron en su coalición y ha sido uno de los principales defensores en la unión con la izquierda para hacer cordón sanitario-, ha acusado al presidente de haber puesto al país en peligro con la disolución de la Asamblea y ha pedido un Gobierno "provisional" que no incluya ni a la extrema derecha de Marine Le Pen ni a la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon. "Ningún bloque tiene mayoría suficiente", recuerda.
La reacción de los ultras se dejaba ver en los rostros de sus líderes, en especial el de Jordan Bardella, candidato a convertirse en primer ministro. Ha acusado a Macron de dejar al país "en los brazos de la extrema izquierda de Mélenchon" y ha achacado la inesperada derrota del AN a "la desinformación" y a "las caricaturas" que los medios han hecho de su partido. Ha enfatizado, además, que su gente "entra en la Historia" por el alto número de diputados que logrará, el mejor dato desde que se creó el partido, pero también ha acusado al bloque republicano de "privar" a los ciudadanos de que se escuche su voz en el Gobierno al bloquearle el camino.
Eso lleva a Francia, denuncia, a "la incertidumbre y la inestabilidad". Poco después, algo más rehecha, la lideresa Le Pen ha dicho que estos malos resultados sólo retrasan "un año" la victoria plena de los ultras, que es el tiempo en el que cree que se disolverá de nuevo la Asamblea por ingobernabilidad. Habla incluso de una "victoria en diferido", a lo Cospedal. "Francia va a estar bloqueada", augura. Califica de "muy desafortunado" este retraso en su llegada al poder, pero "si hay que hacerlo así, se hará así", insiste, confiada en que lo de este 7J no es más que una dilación, no un descarte. De nuevo, ha citado la inmigración irregular, la inseguridad o el poder adquisitivo como sus banderas para, cuando sea, volver a las andadas en las elecciones.
Es una de las mayores dudas ahora: cuántos son y cuán movilizados están los franceses que sí que quieren que los ultraderechistas, que ahora sólo están en ayuntamientos y regiones contados, gobiernen todo el país, cómo van a reaccionar si se sienten que se les han cortado las alas cuando tienen apoyos como para gobernar. En esa reacción popular confía Le Pen, aunque lo cierto es que el vuelco de esta noche les resta algunos argumentos, por potente: los votantes ni siquiera les han dejado ser segunda fuerza.
La jornada ha estado marcada por una amplísima participación, que a las cinco de la tarde era del 59,71%, la más alta en 43 años y que, al final de la jornada, se espera que ascienda al menos ocho puntos más. Eso ya dejaba dos caminos: o los ultras habían movilizado a la gente en busca de una mayoría absoluta, porque decían que sólo así tomarían el Gobierno, para no tener servidumbres con otros pactos; o era el cordón sanitario el que apretaba hasta asfixiar a la derecha radical.
Ha sido lo segundo, al fin, pese a que los ultras van a tener el mayor grupo parlamentario de su historia en el país, pese a que las corrientes de fondo siguen, de descontento, de desgaste, de falta de eco en las fuerzas tradicionales. Francia sigue teniendo problemas y ahora toca arreglarlos, pero esta noche, al menos, ha habido fiesta de alivio en las calles de París.
El futuro
Ya que ningún grupo ha logrado la mayoría absoluta, el presidente Macron se verá obligado a nombrar un nuevo primer ministro que pertenezca a esa nueva mayoría. Así son las cosas. En esa situación, conocida en Francia como "cohabitación", el Gobierno aplicaría medidas que no encajan con el plan del presidente, en mayor o menor medida. Por eso, se augura un periodo de enfrentamiento permanente y puede que de transición, sin poder apurar las legislaturas. Por la Constitución, la Asamblea no se puede disolver al menos hasta dentro de un año.
La república francesa moderna ha experimentado esa convivencia en tres ocasiones, la última durante la presidencia del conservador Jacques Chirac, con el primer ministro socialista Lionel Jospin, entre 1997 y 2002. El primer ministro responde ante el parlamento, lidera el gobierno y propone leyes y, por eso, el poder del presidente se ve debilitado en su país durante la convivencia, aunque aún ostenta poderes en política exterior, asuntos europeos y defensa. Por ejemplo, está encargado de negociar y ratificar tratados internacionales. El presidente también es el comandante en jefe de las fuerzas armadas del país y es el custodio de los códigos nucleares.
La Asamblea Nacional, la cámara baja, es la más poderosa de las dos cámaras del parlamento francés. Tiene la última palabra en el proceso legislativo por encima del Senado, que está dominado por conservadores.
Macron, por su parte, siempre ha dicho que seguiría como presidente en El Elíseo, incluso si ganaban los ultras, hasta 2027, que es cuando se han de celebrar las siguientes elecciones presidenciales.