Izquierda y ultraderecha se unen contra Barnier, hacen caer al Gobierno francés y llevan a Macron a una situación límite
Las mociones de censura impulsadas por La Francia Insumisa y la Agrupación Nacional han salido adelante. Es la segunda vez en la era moderna que el Parlamento tumba un Ejecutivo por la vía de la moción. Macron, entre la espada y la pared por tener que buscar nuevo candidato a primer ministro en posición de minoría parlamentaria.
Decir en la política francesa que se ha cumplido el guion es mucho decir. Quizás sea más adecuado afirmar que no ha habido sorpresas. La Asamblea Francesa ha aprobado este miércoles la moción de censura contra el Gobierno de Michel Barnier, lo que significa el final del breve y tortuoso mandato del primer ministro designado por Emmanuel Macron hace apenas tres meses.
El veto a la totalidad del Gobierno ha salido adelante con 331 votos a favor, entre ellos los ya sabidos de los grupos de izquierdas que engloban el Nuevo Frente Popular y la ultraderechista Agrupación Nacional. Una unión momentánea desde la más absoluta diferencia de programas "por garantizar la unidad y la prosperidad del país", matizaba Marine Le Pen, quizás a sus propios votantes, para justificar su 'sí' a la propuesta de lo que ha llamado "la extrema izquierda y la izquierda extremizada".
Pero ni La Francia Insumisa ni las fuerzas lepenistas han apuntado únicamente a Barnier como responsable de la crisis que vive Francia. En una tensa sesión, ambas han dirigido numerosos ataques contra Macron, que se enfrenta a su enésimo abismo, el de rehacer un gobierno que supere la minoría parlamentaria surgida de las elecciones legislativas de julio... mientras manifiesta su convicción de agotar su mandato en 2027.
"La mayoría del pueblo está hoy a favor de esta moción", comenzaba su discurso Éric Coquerel, el representante de La Francia Insumisa que ha abierto la sesión entre cosntantes alusiones a la "ilegitimidad" del Ejecutivo saliente. Para el diputado insumiso "su fracaso estaba anunciado y fue estrepitoso", en un ataque dirigido más a Macron que al propio Barnier.
Sin descanso, ha subido al estrado Marine Le Pen, cargada de reproches a la gestión de un Barnier "desconectado " con la sociedad y a su "gobierno de apariencias".
"A quien nos dice que vamos a la política de lo peor con esta censura les digo que la política de lo peor sería no censurar un presupuesto así y un gobierno así", ha apuntado la líder ultraderechista, que como hiciera La Francia Insumisa también ha señalado a Emmanuel Macron.
Para la líder ultraderechista, el actual jefe del Estado "debe decidir si quiere quedarse o no, si sacrifica la acción pública o su orgullo" y ser consciente de que "es presidente de una república que ya no es la V República por su culpa".
Al final del debate llegaba el turno del gran protagonista. Recibido en pie y entre una fuerte ovación de los diputados de Ensemble, el aún primer ministro ha insistido en que la decisión de aprobar los presupuestos era su "responsabilidad".
"He intentado hacerle frente a la realidad, ha sido necesario adoptar medidas difíciles". "Escúchenme, esta realidad no va a desaparecer con un encantamiento a través de mociones de censura y va a afectar a cualquier gobierno", ha espetado Barnier entre alusiones sobre todo a Marine Le Pen.
El antiguo comisario europeo, de 73 años, ha dedicado un discurso revestido de despedida, con numerosos agradecimientos a quienes le han apoyado. También ha querido alegar que "estos presupuestos no son perfectos, yo mismo lo he dicho, pero hemos tenido dos semanas para hacerlos", dejando en manos de las "enmiendas" las opciones para mejorarlos.
La sucesión de reproches ha alcanzado a otros grupos menos numerosos, como el de los socialistas. Boris Vallaud ha llegado a hablar de "traición" al "frente republicano" por la "cercanía" de Barnier hacia Le Pen.
Entre medias, la derecha tradicional representada por Los Republicanos, ha sido de los pocos en alzar la voz en apoyo de Barnier. En su opinión, los impulsores de la moción eligieron el "caos" en lugar de la "responsabilidad". "Estamos bailando sobre un volcán y nos piden que demos un paso más hacia la inestabilidad institucional que precipitó la agonía de la IV República", ha afirmado. Poco después era el anterior primer ministro, Gabriel Attal, quien daba la cara por Ensemble y las fuerzas vivas del presidente... pero la sentencia ya estaba escrita.
Déficit económico... y de reconocimiento parlamentario
En lo formal, la elección de Michel Barnier nunca convenció ni a un lado ni al otro del parlamentarismo francés. Pero la dupla de mociones que han tumbado al que fuera negociador de la UE en el Brexit ha sido el catastrófico panorama económico, con un país sumido en el déficit y un horizonte a peor.
Conocedor de la imposibilidad de recabar los apoyos necesarios para sacar adelante unos presupuestos de ajuste, Barnier tiró de Constitución para aprobarlos sin necesidad de someterse a una votación en la Asamblea que sabía perdida. Lo que el veterano político llamó "mi responsabilidad" se le volvió en contra de inmediato.
Tanto el Frente Popular, siempre con La Francia Insumisa al frente, como la ultraderecha lepenista respondieron a golpe de moción. Primero la de izquierdas; acto seguido la de Agrupación Nacional. El orden de los factores sí importa. La aprobación mayoritaria de la primera ha dejado sin efecto la censura impulsada por Le Pen, que ya no ha tenido que debatirse ni votarse.
Nada invitaba, en la previa, a pensar en un resultado favorable para el Gobierno actual. Barnier, no obstante, ajeno a cualquier juego de sumas y restas, se agarraba a lo que llamó un "reflejo de responsabilidad" o, más prosaicamente, un "milagro" parlamentario.
Pero la Asamblea está en París, no en Lourdes... así que no lo hubo y Barnier pasará a la historia el primer ministro más corto de la V República y el segundo en caer por el mecanismo de la moción de censura. Sólo Georges Pompidou había vivido un final político similar, allá por 1962.
Macron, ante su enésimo abismo
Dado el carácter únicamente destructivo de la moción de censura en Francia, no hay propuesta de un candidato alternativo. Ahora, la 'pelota' vuelve a estar en el tejado de Macron, algo que puede resultarle un nuevo problema.
Especialmente, por su negativa a entregarle el gobierno a la izquierda pese a su victoria en las legislativas de julio. Al presidente de la República Francesa le toca regresar al punto de partida y elegir un candidato que pueda soportar la presión de un Parlamento cada vez más alejado del macronismo.
En las quinielas aparece como principal favorito el hasta ahora ministro de Defensa, Sébastian Lecornu. Por detrás un nombre más centrista, el del veterano François Bayrou.