Un español, detrás del fármaco que puede frenar el cáncer

Un español, detrás del fármaco que puede frenar el cáncer

Asier Unciti-Broceta ha desarrollado el fármaco que se presenta como una esperanza para frenar distinto tipos de cáncer.

LaboratorioAnadolu Agency via Getty Images

Una de las noticias del año se produjo hace apenas unos días: se había conseguido desarrollar un fármaco que puede frenar distintos tipos de cáncer. Y detrás de este magnífico descubrimiento se encuentra un español, Asier Unciti-Broceta.

Este gaditano, concretamente de la Línea de la Concepción y doctorado en Química Farmacéutica, ha saltado a la fama por conseguir todo un hito en la medicina. Según informó Asier en las numerosas entrevistas que ha concedido en los últimos días, se trata de un fármaco, introducido en una cápsula, que inhibe "de forma única" la proteína SRC, relacionada en muchos cánceres.

Este éxito llega tras varios intentos fallidos por parte de centros médicos y de investigación, que no lograron los resultados esperados. 

En palabras del español afincado en Edimburgo, otro aspecto positivo que presenta es que reduce en gran medida los efectos secundarios al ser mucho más selectivo y, por consiguiente, efectivo, que otros fármacos que se han desarrollado en las últimas décadas.

¿En qué tipo de cáncer es más efectivo?

La proteína SRC se puede encontrar en muchísimos cánceres, gran parte de ellos mortales: en cerebro de niños (meduloblastoma grupo IV), el de mama o el de próstata, tres de los más extendidos en el mundo.

De momento, se apela a la cautela y se tendrá que comprobar su efectividad en un tipo de tumor concreto para después continuar con más ensayos aunque por el momento, y pese a que las investigaciones 'acaban de empezar', los avances permiten ser optimistas.

¿Cuáles son los siguientes pasos?

Asier confirma que ya han solicitado estudios clínicos tanto a la FDA americana como a la MHRA británica -las encargadas de la regulación de medicamentos en ambos países- y se espera que acepten y los ensayos comiencen este mismo verano en voluntarios para comprobar los efectos y reacciones que les provocan.

En caso de que los resultados sean favorables, los pacientes podrán continuar el proceso y comprobar si pueden llegar a curarse.

Pese a que esta es la hoja de ruta a seguir, los siguientes pasos dependerán de los resultados obtenidos, algo que puede durar entre seis meses y un año, aunque si se demuestra su eficacia, el proceso se podría acelerar. Lo que sí es seguro es que hasta dentro de, mínimo dos años, no llegará al mercado.

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