Entebbe, la operación israelí para rescatar rehenes que vuelve a primer plano y en la que murió el hermano de Netanyahu

Entebbe, la operación israelí para rescatar rehenes que vuelve a primer plano y en la que murió el hermano de Netanyahu

103 personas fueron liberadas en Uganda, tras el secuestro de su vuelo por parte de palestinos y alemanes. En 53 minutos y con tres vidas perdidas, se acabó todo. Ese plan hoy no parece viable para los más de 200 civiles retenidos por Hamás en Gaza.

Los liberados en Entebbe llegan a Israel y son recibidos por sus familias, en el verano de 1976.Getty Images

Israel, países occidentales como Estados Unidos y árabes como Qatar han confirmado que hay "esfuerzos en curso" para la liberación de rehenes de Hamás, más de 240 personas secuestradas tras su entrada en territorio israelí en el ataque del 7 de octubre pasado. No serían todos, pero sí quizá un primer grupo de unos 50, que no son israelíes o cuentan con un segundo pasaporte aparte del israelí. 

Sin embargo, las negativas de Tel Aviv a un alto el fuego temporal para su salida y de la milicia palestina, que en las últimas horas se ha visto asediada hasta perder su cuartel general, están complicando el proceso. 

El shock de país que supuso el atentado múltiple de Hamás, que dejó 1.400 muertos israelíes, prosigue una vez acabados los entierros, porque aún hay víctimas que están siendo identificadas entre los restos carbonizados de los kibbutzim y porque se espera la salida con bien de los retenidos en Gaza. Por ahora, sólo cinco de ellos han sido liberados, cuatro civiles por decisión de la milicia y un soldado por una intervención militar. 

Justamente eso, una intervención militar de rescate, resuena en el país en estos días de angustia, por más que no parezca viable en estos momentos. Dicen los medios locales que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y su gente de Defensa tiene un plan detallado para entrar en la franja a por los rehenes, pero que no se ha puesto en marcha por la presión internacional para negociar, los túneles de Hamás en los que podrían estar los secuestrados -lo ha contado una de las retornadas- y la falta de información, que se está recopilando mientras se avanza en la ofensiva terrestre. 

Hay un modelo de rescate que está en la memoria de todos los israelíes, a flor de piel entre los que tienen una edad y lo vivieron, pese a los años. Tuvo varios nombres: Operación Entebbe, Uganda, Relámpago, y ocurrió en el verano de 1976, cuando un vuelo fue secuestrado por terroristas israelíes y alemanes. En 53 minutos, los soldados de Israel liberaron a 103 secuestrados. Perdieron a otros tres y a un sólo uniformado, héroe nacional y hermano mayor de Netanyahu, Yonatan, Yoni, un miembro de la unidad élite Sayeret Matkal.

El secuestro

Ocurrió el 27 de junio de 1976, cuando el vuelo 139 de Air France, modelo Airbus A300, volaba con transportaba a 248 pasajeros y 12 tripulantes entre Atenas y París. El aparato, no obstante, procedía de Tel Aviv, por lo que gran parte de sus viajeros eran israelíes y judíos. Hacia media mañana, cuatro secuestradores tomaron el control: dos eran palestinos, del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Maniobras Externas (FPLP-ME), y dos  alemanes, de las Células Revolucionarias.

Un vuelo como cualquier otro, con gente que lee o duerme, donde de pronto tres hombres y una mujer salen al pasillo y encañonan y amenazan al personal, también al piloto, al que fuerzan a cambiar de rumbo y volar al sur, a Libia. Allí, en Bengasi, con la complacencia de Muamar el Gaddafi, llenaron la nave de combustible. Fue una escala de siete horas, porque su destino final estaba en Entebbe, en Uganda, donde mandaba entonces Idi Amin, un antiguo oficial que se aupó al poder dictatorial entre 1971 y 1979, excéntrico, excesivo, hasta caníbal según sus opositores. En Libia quedó una viajera, liberada tras fingir que tenía un aborto.

A la llegada a suelo ugandés, cuatro secuestradores más se unieron al grupo de a bordo y, con la ayuda de decenas de uniformados fieles a Amin, encerraron a los viajeros en la terminal de Entebbe. La operación tenía apoyo, medios y espacio. Asentados, llegaron las exigencias: cinco millones de dólares y la liberación de 43 presos palestinos, de los que 40 estaban en cárceles israelíes y el resto, entre África y Europa (Kenia, Francia, Suiza y Alemania Occidental). Dieron pocos días de plazo: o se concedían sus peticiones o empezarían a matar rehenes el 1 de julio. Los niños serían los primeros. 

Fotograma de una de las películas sobre el rescate, 'Victoria en Entebbe', de 1976.FilmPublicityArchive / Getty

Mientras tanto, los pasajeros fueron separados, israelíes y judíos a un lado, resto al otro. 47 de estos últimos fueron liberados en una primera tanda y en una segunda, otros 101. El miedo y la humanidad se iban entrelazando. Una señora de 75 años tuvo que ser llevada al hospital, mientras los demás aguardaban con mala comida, en una sala sin colchones ni mantas. La tripulación del avión, que no era israelí ni judía, estaba entre los que iban a ser liberados, pero su comandante, Michel Bacos, se negó. Los viajeros eran su responsabilidad y no los iba a abandonar. Su gesta le reportó luego la Legión de Honor, pero en caliente a su empresa no le gustó y fue suspendido de sus funciones por un tiempo. Su equipo se quedó con él, voluntariamente, y su puesta en peligro les pareció excesiva. 

Tras las idas y venidas, quedaron 106 personas retenidas. 

Los preparativos

La vía diplomática se abrió desde el minuto uno con ayuda de potencias occidentales y africanos (EEUU, Francia, Egipto), pero, ya tan temprano, se vio que no llevaría a ningún lado. Amin no estaba por la labor, alineado con los atacantes, a los que visitó sin rubor en la terminal. Quedaba la operación armada. 

El Ejército de Israel y el Mossad entrevistaba con ansia a todos los liberados, para ver qué información podían aportar, desde descripciones de los secuestradores hasta detalles de las instalaciones. Clave fue la constructora de la terminal, justamente una empresa israelí, que tenía los planos en su poder y que había acabado la obra apenas en 1970. Se pudo hacer una réplica y simular la operación de rescate. 

También destaca la figura de Michel Cojot- Goldberg, hijo de un asesinado en el Holocausto, en Auschwitz, quien primero hizo de intérprete con el dictador ugandés, transmitiendo peticiones de los rehenes, teniendo acceso a espacios no conocidos por otros secuestrados, y luego fue liberado en condición de francés, erróneamente. Al llegar a París, narró a Israel todo: tenía entrenamiento militar y una memoria fenomenal, dijo más tarde Israel, desde conocimiento de armas a detalles de organización. Sus informes fueron claves para organizar el rescate. 

El ultimátum se echaba encima y Tel Aviv pidió una prórroga a los secuestradores. Tres días más, hasta el 4 de julio. Amin accedió, porque no le pareció algo excesivo y porque le convino, pues debía viajar a Mauricio y entregar oficialmente la presidencia de la Organización para la Unidad Africana a Seewoosagur Ramgoolam, el primer ministro. No sabía que esas horas iban a dedicarse sólo a organizar la llegada a Uganda de soldados israelíes para salvar a los rehenes. 

El 3 de julio, el gabinete de Israel aprobó la misión de rescate bajo el mando de Mayor General Yekutiel Adam con Matan Vilnai como segundo al mando; el Brigadier General Dan Shomron fue elegido para comandar la operación en tierra. Son nombres que en Israel conocen hasta los niños de Primaria, verdaderos héroes nacionales. 

La operación

La Operación Thunderbolt, como se la conoce en el mundo anglosajón, se compuso de un centenar de uniformados, que se repartirían en un comando terrestre, un equipo de asalto y otro de refuerzo y protección. El segundo de ellos, el más expuesto, estaba liderado por el teniente coronel Netanyahu, reconocido con medallas por su participación en la guerra de Yom Lippur y que comandaba a personal de dos unidades de élite, la suya, Sayeret Matkal, la Brigada Golani, de infantería. 

Volaban en cuatro aviones Hércules en los que se pretendía sacar a los secuestrados. Tras ellos iban dos Boeing 707 de pasajeros, con personal y material médico, que iban a Kenia para asistir a los civiles una vez fueran liberados.

La comitiva fue volando muy bajo para que no la detectaran los radares de un buen puñado de países: Egipto, Sudán, Arabia Saudí, Somalia y Etiopía. Hacia la una de la mañana, los aviones militares aterrizaron en Entebbe. Sin luces. Tomaron tierra con las rampas abiertas para sacar cuanto antes su material y sus manos. El plan era simular la caravana la de Idi Amin, por lo que bajaron un Mercedes negro y dos camionetas Land Rover como los que el dictador usaba en sus desplazamientos. Pero los militares de la terminal sabían algo que Israel desconocía: su presidente había cambiado de coche, seguía teniendo un Mercedes pero ahora era blanco, por lo que los vehículos que aparecieron en mitad de la noche les parecieron extraños y abrieron fuego. 

Rodaje de 'Oparation Thunderbolt, en el que se ve el Mercedes bajado del avión.Gamma-Rapho via Getty Images

Eso precipitó todo lo que estaba por llegar. Aunque murieron varios uniformados locales, la voz de alerta estaba dada y llegó al edificio donde se encerraba a los rehenes. Los ánimos estaban caldeados tras una semana de secuestro, tanto en los terroristas como en los rehenes, y la tensión se disparó en cuanto los israelíes accedieron a las salas. Mientras los equipos especiales trataban de localizar a los secuestradores para neutralizarlos, algunos civiles empezaron a levantarse, al calor de lo que estaba pasando, y en el fuego cruzado que se inició perdieron la vida tres de ellos: un joven de 19 años, un hombre de 52 y una mujer de 56. 

Los soldados acabaron con los secuestradores y sacaron a los 103 rehenes que quedaban a la pista del aeropuerto, mientras desde la torre de control les llovían las balas. En paralelo, sus compañeros trataban de impedir justamente un contraataque, disparando contra el personal ugandés en la zona y lanzando explosivos contra aviones, con la idea de que no los pudieran perseguir tampoco. Otros militares estaban, a la par, repostando para escapar, tras haber gastado parte de su combustible en los más de 500 kilómetros recorridos a la ida. Toda la operación duró 53 minutos y el asalto, apenas 30.

En mitad de ese caos, los rehenes fueron subidos a los aviones y rescatados con vida. Las IDF dejaban en Entebbe a los ocho terroristas muertos, como a 40 soldados ugandeses. Sin embargo, al final de la operación, Yoni Netanyahu fue alcanzado por los disparos y acabó muriendo en el avión militar, entre sus compañeros y las personas a las que había rescatado. Otros cinco soldados resultaron heridos pero pudieron recuperarse, al igual que una decena de secuestrados. 

La señora de 75 años que había sido llevada a un hospital de Kampala en los primeros días de cautiverio fue sacada a rastras de su cama y asesinada dos días después del rescate. No fue la única represaliada, porque los kenianos residentes en Uganda fueron ordenados matar por el presidente, en castigo por su apoyo a Israel en la misión. Hubo cientos de muertos. 

Yoni Netanyahu, en una imagen de 1976.Bettmann Archive / Getty

La gesta de Entebbe causó sensación en los años 70 del siglo pasado. La capacidad de Israel -un país parido apenas en 1948- para liberar con bien a más de cien personas obvió las críticas a su llegada a un país extranjero, con armamento norteamericano, y sin muchas explicaciones a sus aliados. La llegada de los supervivientes a Tel Aviv fue un estallido de júbilo nacional del que dan cuenta sus libros de Historia.

En el caso concreto de la familia del actual primer ministro, Uganda supone también la muerte del mayor de los hijos del reputado historiador Benzion Netanyahu. Su tumba es visitada todos los años por el líder del Likud en el día de loa caídos, una convocatoria fija. Ahora está en su mesa la liberación de más de 200 personas. Otra vez los rehenes en la vida de los Netanyahu. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.