Por favor, habilita JavaScript para ver los comentarios de Disqus.
Elon Musk convierte EEUU en una empresa más de su propiedad: "Un golpe de Estado de manual"

Elon Musk convierte EEUU en una empresa más de su propiedad: "Un golpe de Estado de manual"

El departamento gubernamental pero no electo del magnate tecnológico tiene, desde la llegada de Donald Trump, acceso a todas las agencias federales del país, incluso al Departamento del Tesoro, que gestiona más de seis mil millones.

Protestas en Washington contra el departamento de Elon Musk.Kena Betancur/VIEWpress

¿Qué sucedería si Pedro Sánchez, de la noche a la mañana, decidiese crear un puesto en el Gobierno para uno de sus mejores amigos, que también es, imaginen, el hombre más rico de España — de Europa, puestos a fantasear —, y sin contar con el Parlamento ni con ningún otro organismo de control, le diera acceso a, qué sé yo, la Seguridad Social, la Agencia Tributaria y, en definitiva, a todo el sistema de pagos gubernamental? Su colega tendría total dominio, por ejemplo, de ese dinero que Hacienda debe devolver tras la declaración de la renta, del salario del conjunto del funcionariado o de la financiación de la Sanidad y la Educación. ¿Suena absurdo, cierto? O cuanto menos disparatado. No es difícil suponer la reacción que suscitaría, por ejemplo, en una oposición que incluso ahora habla de “dictadura”. Pues esto es lo que está pasando en Estados Unidos. Lo ha puesto en práctica en tan solo dos semanas en el cargo el presidente Donald Trump. ¿Su compinche? Elon Musk.

Entre la multitud de órdenes ejecutivas que Trump firmó en su primer día de regreso a la Casa Blanca figuraba una en la que renombraba el Servicio Digital de Estados Unidos, un organismo creado por Barack Obama para solucionar el sinfín de errores de la página web HealthCare.gov, como DOGE, las siglas en inglés del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirige el magnate tecnológico dueño de Tesla, SpaceX o la red social X. El supuesto objetivo de DOGE, que además toma su nombre de un famoso meme en internet que derivó en una criptomoneda, es el de encontrar fórmulas para reducir el gasto gubernamental, reducir la plantilla federal y usar la tecnología para perfeccionar la burocracia.

Un poco la misma estrategia que Musk siguió en lo que antes era Twitter. Nada más hacerse con la compañía por 44.000 millones de dólares, el hombre más rico del mundo comenzó un plan agresivo para recortar los gastos al máximo. “Además de no pagar el alquiler [de las antiguas sedes de la red social] y despedir empleados, Twitter está subastando muebles de oficina de alta gama, equipo de cocina y otros artículos que eran usados por los más de 7.500 trabajadores a tiempo completo que llegó a tener en todo el mundo”, escribían en Los Angeles Times. El enfoque es el mismo. Aunque no han llegado a la subasta, con el propósito de realizar despidos masivos en el personal que trabaja en la Administración, Donald Trump y Elon Musk han ofrecido a todos los trabajadores la opción de renunciar a su puesto pero seguir cobrando hasta finales de septiembre. De lo contrario, se arriesgarán a los ceses. Hasta esta semana, al menos 40.000 empleados habrían aceptado la oferta. Trump había fijado el 6 de febrero como fecha límite para responder, pero un tribunal lo ha bloqueado de manera temporal hasta que puedan investigar con mayor profundidad la legalidad de la medida. No es la única orden del republicano que los jueces tienen el punto de mira.

Sucede, sin embargo, que X es una empresa privada y Estados Unidos, no. En la revista especializada en tecnología Wired han publicado este viernes un reportaje que invita a la prevención. “Para que nadie debería tener que decir esto, pero estamos en una situación en la que es necesario decirlo, muy alto y claro, antes de que sea demasiado tarde para hacer algo al respecto: Estados Unidos no es una empresa emergente. Si la gestionas como tal, fracasará”, escribe el periodista Brian Barret.

En estos momentos, el equipo de Musk, que se ha rodeado de jóvenes tech leales, ha penetrado ya en las principales agencias de Estados Unidos: la Oficina de Gestión de Personal, la Administración de Servicios Generales y, peor, el Departamento del Tesoro. Son, como escribe el estratega demócrata Waleed Shahid, las "instituciones que, en su conjunto, funcionan como el sistema nervioso central del Gobierno estadounidense”. Solo el Departamento del Tesoro gestiona más de seis mil millones de dólares. Según Shahid, “el equipo de Musk tiene ahora acceso total al sistema de pagos del Tesoro, una vasta infraestructura responsable de desembolsar los cheques de la Seguridad Social, los beneficios de Medicare, los reembolsos de impuestos y los contratos gubernamentales, en esencia, las arterias financieras del Gobierno federal. Esta medida sin precedentes otorga a los agentes no electos de Musk la capacidad de monitorear, retrasar o incluso bloquear los pagos, lo que les da un control de facto sobre miles de millones de dólares en gastos gubernamentales sin supervisión, un nivel de poder que podría reconfigurar el funcionamiento mismo del estado”.

Hace unos días, el medio estadounidense The Washington Post publicaba que el funcionario de mayor categoría en el Departamento del Tesoro, David A. Lebryk, había renunciado a su puesto “después de un enfrentamiento con aliados del multimillonario Elon Musk por el acceso a sistemas de pago sensibles”. Según el Post, “los funcionarios afiliados al DOGE de Musk han estado pidiendo acceso al sistema [de pagos] desde después de las elecciones, [...] solicitudes que se han reiterado recientemente”. Un sistema del que dependen “decenas, si no cientos, de millones de personas en todo el país”. Desde el Tesoro se distribuyen, entre muchas otras cosas, “los beneficios de la Seguridad Social y Medicare, los salarios del personal federal, los pagos a los contratistas gubernamentales y a los beneficiarios de las subvenciones y los reembolsos de impuestos”. Acceder al sistema daría a Musk la capacidad de obtener millones de datos personales de ciudadanos estadounidenses. Cabe señalar, además, que el propio Musk es un contratista de Estados Unidos. Sus empresas se han beneficiado de contratos con el Gobierno por valor de millones de dólares.

El senador Ron Wyden, que The New York Times define como “el demócrata de mayor rango en el Comité de Finanzas del Senado”, envío una carta al secretario del Tesoro, Scott Bessent, preocupado por las últimas noticias. “Para decirlo sin rodeos, estos sistemas de pago simplemente no pueden fallar, y cualquier intromisión en ellos por motivos políticos puede causar graves daños a nuestro país y a la economía. Me preocupa profundamente que, tras la congelación de subvenciones y préstamos federales a principios de esta semana, estos funcionarios asociados con Musk hayan tenido la intención de acceder a estos sistemas para retener los pagos a cualquier programa. No se me ocurre ninguna buena razón por la que los operadores políticos que han demostrado un flagrante desprecio por la ley necesiten acceder a estos sistemas”. En la misiva, recordaba además que Musk podría incluso acceder a los datos de compañías que competían con las suyas.

En la misma línea que Wired, Shahid alerta de las consecuencias que esto puede suponer, si acaso en un lenguaje más crudo. “Los leales a Musk — describe — armados con órdenes ejecutivas en lugar de con rifles, están destripando la administración pública, excluyendo a los funcionarios de los sistemas gubernamentales y dictando políticas desde una sala de juntas transformada en sala de guerra. Trump, un hombre fuerte en decadencia, es la figura decorativa; Musk, el verdadero líder de la junta. El Tesoro, la seguridad nacional, las agencias federales, una por una, van cayendo bajo el control privado. En cualquier otro país, los expertos lo llamarían golpe de Estado, un golpe de Estado de manual”.

La misma opinión es compartida por el historiador y profesor de la Universidad de Yale Timothy Snyder, que recoge el cineasta Michael Moore: "Un par de docenas de jóvenes van de oficina en oficina, vestidos de civil y armados únicamente con unidades flash. Utilizando jerga técnica y vagas referencias a órdenes de arriba, consiguen acceder a los sistemas informáticos básicos del Gobierno federal. Una vez hecho esto, proceden a conceder a su Líder Supremo acceso a la información y el poder de iniciar y detener todos los pagos del Gobierno. Ese golpe de Estado está ocurriendo y, si no lo reconocemos como lo que es, podría triunfar".