Elecciones decisivas en Polonia: seguir con el núcleo duro o recuperar el camino europeo
Todas las encuestas apuntan a que el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) podría retener el poder por tercera legislatura consecutiva de la mano del partido libertario de extrema derecha Confederación, pero la prohibición del aborto y su gestión de la pandemia dejan abierta la puerta a Donald Tusk.
Polonia se enfrenta a las elecciones generales más importantes de las últimas décadas. 30 millones de ciudadanos están llamados a decidir si el país seguirá con la senda extremista del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) por tercera legislatura consecutiva o si vuelve a retomar el camino europeo, escogiendo a la liberal Plataforma Cívica (PO) de Donald Tusk.
El PiS mantiene, según todas las encuestas, una ventaja de aproximadamente el 5 % con respecto a su principal rival, la liberal Plataforma Cívica (PO) de Donald Tusk, pero esa diferencia puede no ser suficiente para otorgarles la mayoría absoluta y existe la posibilidad de que se vean obligados a plantear pactos para gobernar.
En ese caso, el protagonista sería el partido libertario de extrema derecha Confederación. Una formación más extremista que el PiS y con serias posibilidades de cuadruplicar su exigua presencia parlamentaria actual.
En total, los 30 millones de votantes deberán escoger a 460 diputados y 100 senadores en 41 distritos electorales. Los partidos que obtengan menos del 5 % de los votos y las coaliciones con menos del 8 % de los apoyos se quedarán sin representación parlamentaria, con la excepción de la minoría alemana, que no está sujeta a esta regla y suele obtener un escaño.
"El hombre fuerte" de Polonia o el giro europeo
Las dos principales opciones las encabezan Jaroslaw Kaczynski, conocido como el "hombre fuerte" de Polonia, y Donald Tusk, que ya fue el primer ministro del país entre los años 2007 y 2014.
Pese a las encuestas, hay dudas con el resultado que pueda obtener el dirigente ultraconservador tras las fuertes protestas contra la prohibición del aborto, su gestión de la pandemia, la inflación galopante y sus propias luchas internas.
Ambos partidos han recurrido a desprestigiar el trabajo del adversario. Mientras que Kaczynski ha justificado que las elecciones determinarán si Polonia sigue existiendo, Tusk ha centrado su discurso en la batalla contra Europa.
El malestar de algunos de los seguidores del partido ultraconservador a las ayudas que Polonia ofreció a Ucrania desde el inicio de la invasión rusa, llevo al actual Gobierno a impulsar iniciativas para limitar el impacto económico en la UE de la vía libre a la importación de productos agrícolas de Kiev.
Debido a sus múltiples enfrentamientos con la Unión Europea, el Gobierno polaco aún no ha obtenido un céntimo de los ansiados 35.000 millones de los fondos de recuperación postpandemia. Además, debe abonar multas millonarias por incumplir sentencias de tribunales europeos.
Ese dinero es cada vez más necesario para afrontar la costosa política de subsidios sociales y exenciones fiscales que constituyen una de las principales bazas electorales del Gobierno, además de servir para impulsar las importantes inversiones en infraestructuras proyectadas, cono la construcción del mayor aeropuerto europeo al este de Berlín.
El desenlace de las elecciones polacas proyectará sus efectos en Ucrania, país con el que el distanciamiento ha descendido en los últimos días a temperaturas gélidas y en Alemania, que es considerada por el actual Gobierno como la mano negra detrás de sus grandes problemas.
También se hará notar en la capital europea, que desearía poder contar con mayor cooperación por parte de un país cuyos ciudadanos apoyan incondicionalmente el proyecto europeo, pero cuyo Gobierno ve a Bruselas como una "dictadura de burócratas".