De la defensa al comercio: lo que Europa se juega en las elecciones de EEUU
Black Friday
Todas las ofertas en: Patrocinado por Amazon

De la defensa al comercio: lo que Europa se juega en las elecciones de EEUU

Una victoria de Harris traerá continuidad en las relaciones transatlánticas, por más ajustes que haga, pero la vuelta de Trump genera angustia: menos alianzas, más volatilidad, amenazas a la OTAN y aliento para la ultraderecha del viejo continente.

Keir Starmer, Joe Biden, Olaf Scholz y Emmanuel posan el 18 de octubre de 2024 tras un encuentro multilateral en Berlín (Alemania).Nadja Wohlleben / Pool / Vía Reuters

Las elecciones en la potencia más grande del mundo causan un desvelo planetario. Lo que ocurra en Estados Unidos el 5 de noviembre, cuando se enfrenten en las urnas la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump, decidirá las líneas maestras de buena parte del comercio o la defensa del mundo que tenemos más cercano, el occidental, el europeo. Así que en el viejo continente se mira con angustia lo que decidan los ciudadanos norteamericanos. La preferencia mayoritaria es clara: que gane Harris y, con ella, la continuidad. Los ultras y populistas, en cambio, se frotan las manos esperando la nueva venida del mesías de pelo dorado. 

Una elección presidencial estadounidense siempre es de enorme importancia para la cooperación transatlántica en materia de paz y seguridad, pero es que ahora se ha roto la estabilidad de décadas, esa tendencia a la previsibilidad, ganasen demócratas o republicanos. Europa ya sabe lo que es tener cuatro años a Trump en el Despacho Oval y lo que supuso para las relaciones multilaterales. 

"Desde la perspectiva europea, Harris representa la estabilidad. Es la heredera de una política exterior atlantista que ha ayudado al presidente Joe Biden a forjar y llevar a cabo. Aunque invariablemente haría ajustes, es poco probable que su victoria en noviembre traiga consigo un cambio fundamental en la cooperación transatlántica", expone el exdiplomático italiano Salvo Sarcina, afincado en Bruselas. Las relaciones entre las dos orillas del Atlántico se han visto algo reforzadas bajo la Administración Biden y el anhelo es que se profundice en esa línea. 

Una victoria de Trump, por el contrario, "podría causar conmociones serias", sostiene. Ya pasó entre 2016 y 2020, cuando lo mismo rompía el pacto con Irán que se iba de la Organización Mundial de la Salud o acusaba a Europa de querer sacar demasiado dinero del "cajero" de USA para su propia defensa. El republicano, recuerda, "tiene una visión transaccional de la política exterior" y ha sostenido durante mucho tiempo "que la alianza de la OTAN es un mal negocio para EEUU".

Entiende el experto que es "poco probable", por ejemplo, que Trump decida irse por completo de la Alianza -"eso es una locura"-, pero entiende que sí es factible que "recorte" los compromisos de Washington con la defensa de Europa. "Y, sin duda, si gana elevará la moral de los políticos europeos de extrema derecha que trabajan contra una Europa más fuerte e integrada, que es lo que él mismo busca, porque entiende que los aliados son también, por encima de todo, competidores", añade. 

Y avisa: el debilitamiento de las relaciones, si Trump va a por todas como promete, puede ser "potencialmente irreversible". No hay más que ver la guerra comercial que inició con la Unión Europea y lo que costó reconducirla, o el empeño en reconvertir sus relaciones multinacionales en bilaterales, negociando país a país lo que le conviene, generando diferencias en el seno del club comunitario. Divide y venderás, de toda la vida. 

Para muchos líderes europeos, "desconcierta" pensar en la "erosión de una asociación en la que la UE se apoya para gestionar las crisis que asolan a su vecindario", sobre todo con la invasión rusa en Ucrania. Pero es que, en un año, se han sumado también dos guerras en Oriente Medio, de Gaza a Líbano, y lo que puede venir. En todos los conflictos más importantes para las naciones europeas, la Casa Blanca desempeña un papel central, por mucha independencia y autonomía estratégica a que se aspire. 

"Es un proveedor crucial de ayuda militar a Ucrania mientras Kiev lucha por defenderse de la agresión rusa y ha tomado la iniciativa en los intentos de poner fin a la guerra de Gaza y contener el contagio a otras partes de Oriente Medio. También Washington ha estado al frente de la búsqueda de una solución a la guerra civil en Sudán... Se necesitan", indica Sarcina. Gane quien gane, el papel de pacificador global de EEUU, o de diseñador de hojas de ruta, de marcador de tendencias, será el mismo. La diferencia es si se pintan con lápiz azul o lápiz rojo. Europa mira, sabiendo que tiene que asumir esa realidad y, a la vez, tomar posiciones para que cada vez esa dependencia sea menor, defiende el italiano. 

Ucrania y la defensa, la piedra de toque

Europa estará vigilante, especialmente, ante la actitud que el nuevo presidente o la nueva presidenta de EEUU adopte sobre la guerra en Ucrania, la ayuda a Kiev y los medios para parar la agresión rusa. Las diferencias en los posicionamientos de Harris y Trump son enormes en este punto y, en general, en el papel que la OTAN debe jugar en la defensa europea. 

Trump ha afirmado repetidamente que con él en la Casa Blanca Vladimir Putin nunca había iniciado su "operación militar especial", como la llama, y que podría poner fin a la contienda en Ucrania en 24 horas, aunque nunca ha dicho cómo lo haría. Suele insistir en que hay que negociar, pero Volodimir Zelenski teme que para él eso sea sinónimo de ceder, cosa que el mandatario ucraniano se cuida mucho de decir en público por si el republicano gana. ¿Puede amenazar con quitar la ayuda a Kiev si no se sienta a la mesa a debatir? No es descartable. 

Preocupa que, si esas conversaciones llegan, el ansia de Trump beneficie a Rusia en cuanto a las líneas de separación o las restricciones tendría que aceptar Ucrania en cuanto a su capacidad militar. También sobre las garantías de seguridad que ofrecerían los estados occidentales a Ucrania para disuadir futuros ataques rusos. Los ucranianos y muchos otros europeos podrían quedarse con el temor de una renovada agresión rusa.

Volodimir Zelenski y Kamala Harris, el pasado 26 de septiembre, durante la visita del ucraniano a Washington.Win McNamee / Getty Images

Por ahora, la defensa de Ucrania es la prioridad inmediata de la UE en materia de paz y seguridad, pero Trump y su compañero de fórmula, JD Vance, han dicho que se oponen a un apoyo ilimitado a Kiev y que presionarían a Europa para que pague una parte de la factura mayor que la actual. 

"Hay poca confianza en que un plan de paz con Rusia negociado por Trump proteja la integridad territorial y la soberanía de Ucrania", asume el analista italiano. Tampoco la hay de que, si la guerra se internacionaliza (Ucrania está rodeada de países que pertenecen a la UE y a la OTAN), haya solidaridad por parte de la Alianza, impulsada por EEUU, salvo que el Tratado obligue

Cuando era presidente, Trump incluso amenazó con abandonar la OTAN. Si lo hiciera, envalentonaría a adversarios como Rusia y amenazaría la seguridad europea en general. Tan serio que los analistas no lo ven posible. Un análisis del International Crisis Group lo afirma así, por la "inestabilidad" que podría generar. Sin embargo, "podrían estar por venir grandes cambios, ya que muchos de sus principales asesores abogan por reducir los compromisos de Estados Unidos con Europa para destinar más recursos a competir con China", indica su autora, Comfort Ero, desde Londres. 

"Algunos posibles asesores de Trump sugieren que el compromiso de Estados Unidos podría limitarse a la disuasión nuclear y que la defensa convencional de Europa podría dejarse en manos de los estados europeos. Cómo sería exactamente eso y cómo podría afectar a la capacidad de Europa para disuadir futuras agresiones rusas son preguntas que sólo pueden preocupar a las capitales europeas", ahonda.

Harris, por el contrario, ha mostrado un apoyo inquebrantable a la OTAN y a Ucrania. Se ha visto al menos seis veces con el presidente Zelenski, en persona. Probablemente buscará maneras de terminar la guerra, pero que protejan lo más posible la seguridad de Ucrania y Europa. "Dicho esto, independientemente de lo que suceda en Ucrania, al igual que los presidentes estadounidenses anteriores, Harris casi con certeza presionaría para una mayor distribución de la carga con los aliados para liberar recursos estadounidenses para otras prioridades, incluida la competencia estratégica con China", precisa Ero. Es ya una política de estado, no de partido. 

Asó que seguiría reforzando la estructura de seguridad que ha mantenido la estabilidad europea desde la Segunda Guerra Mundial, pero otra cosa es que siga insistiendo en que los países aliados tienen que poner al menos el 2% de su PIB en defensa, como muestra de compromiso común, y que no le gusten los pasos que Bruselas pueda dar en busca de una menor dependencia de la tutela norteamericana. Diferencias, puede. Cisma, no. 

El reto de Oriente Medio

Las guerras de Líbano y Gaza y la amenaza de que los ataques de Israel provoquen una respuesta mayor en todo Oriente Medio se imponen, igualmente, en cualquier análisis exterior en este momento. También entre EEUU y Europa. 

Las divisiones internas de Europa más la falta de voluntad política real han reducido su capacidad de hacer mucho más que seguir el ejemplo de Washington sobre cómo abordar estos conflictos, y eso que por cercanía geográfica e histórica nos da más de lleno que a los norteamericanos.

"Cuando los combatientes hutíes en Yemen comenzaron a atacar los barcos del Mar Rojo en apoyo de su grupo afiliado, Hamás, en Gaza, perturbaron el tráfico de carga y aumentaron los costos en la ruta Europa-Asia. Los refugiados que huyen de los conflictos tienen más probabilidades de encontrar su camino hacia Europa", recuerda el informe. 

Sin embargo, con excepciones limitadas, como los esfuerzos para llegar a un acuerdo en Líbano (donde Francia ha tenido un papel importante) o el despliegue de una misión naval defensiva de la UE en el Mar Rojo para acompañar y proteger a los buques de carga, es Washington quien ha estado impulsando la política, con la UE y los estados miembros en un segundo plano y no siempre en pleno acuerdo con la dirección del viaje. 

En mitad de esa inacción, hay que salvar al jefe de la diplomacia comunitaria saliente, Josep Borrell, que ha dado hasta el paso más ambicioso de la comunidad internacional al proponer una hoja de ruta para la paz entre palestinos e israelíes que es la base de todos los demás conflictos. 

Ni Harris ni Trump han expuesto soluciones que no haya citado ya el actual presidente, Joe Biden, y "ambos probablemente continuarían con el apoyo casi incondicional de Washington a Israel, aunque podrían diferir en su enfoque", augura Ero. Quizá ella sea más firme al pedir el alto el fuego. Europa mira, mientras. 

Con la vista en el dinero

La relación económica entre la UE y EEUU es la mayor del mundo, con un comercio entre ambos bloques valorado en más de 1,3 billones de dólares anuales, según datos de Washington. El comercio anual entre EEUU y China está valorado en 758.000 millones de dólares, si sirve de comparación. EEUU tiene grandes déficits con ambos, además. 

Trump, en esta campaña, se ha montado en el mismo caballo de batalla que en las elecciones de 2016: quiere hacer a "America grande de nuevo" y en esa filosofía están el ultranacionalismo y el proteccionismo como guías. Primero nosotros, luego los demás. Por eso, ha prometido un arancel del 10 % sobre todas las importaciones y nuevos aranceles del 60 % (o más) sobre todos los productos procedentes de China. Y cuando las barbas del vecino veas cortar... 

Porque Trump considera a la UE un competidor igual que China, ya lo vio así en el pasado e inició sin cortarse una guerra con sus aliados del otro lado. Ahora puede haber una escalada si él manda. Y pocos le chistan, porque justo la economía fue el principal pilar de su legislatura, la materia en la que mejor le salieron las cosas. 

Lo que ocurre en este punto es que Europa tampoco debe tener mucha esperanza con Harris, porque la progresista ha mostrado su cara más liberal en este punto. Por sí misma y por seguidismo con las políticas de Biden, que no ha cambiado mucho respecto a lo que había planteado su predecesor. También ha caído en el blindaje nacional para mejorar la economía, chocando con Europa. La mayoría de los aranceles impuestos bajo la Administración de Trump se han consolidado bajo la de Biden, de hecho, recaudando incluso más dinero. 

En el caso europeo, Biden negoció un acuerdo para sustituir los aranceles sobre el acero y el aluminio por contingentes arancelarios. El acuerdo también supuso una pausa temporal en las medidas arancelarias de represalia de la Unión. Sin embargo, su administración no pudo concluir un acuerdo permanente y la cuestión sigue en suspenso a la espera de una decisión del próximo gabinete. No hay razón para pensar que el enfoque de Harris vaya a ser más suave, porque a su jefe le ha ido bien y su campaña también parece estar adoptando una postura antichina.

A Europa la cita menos pero también puede estar en aprietos, pues deberá hacer frente a los aranceles sobre sus exportaciones a EEUU y a la presión de la nueva Administración estadounidense para que también sea dura con China, en una vía doble de presión. El caso de los coches eléctricos es un buen botón. Independientemente del resultado de las elecciones, existe un riesgo real de que aumente la competencia entre las dos orillas atlánticas y es probable que cada parte responda a los aranceles impuestos por la otra con más políticas proteccionistas.

¿Hay formas de evitar o mitigar la confrontación comercial? Sí, el diálogo a través del Consejo de Comercio y Tecnología UE-EEUU puede servir para desactivar las disputas antes de que se produzcan, pero la UE también debería intentar diversificar y asegurar acuerdos comerciales con otros socios como Mercosur e India, por si acaso. POLITICO ha publicado que Bruselas ya tiene un plan de contingencia sobre todo por si gana Trump.

La apuesta verde

Europa estará también muy pendiente de la política climática de quien salga elegido en las urnas del 5-N. Aunque en la UE el Pacto Verde está sometido a críticas y hay empeño en rebajarlo, descafeinarlo, restarle ambición, hay un compromiso sólido con la transición limpia, porque no queda otra. Igual que no hay un planeta b, no hay un plan b, dadas las condiciones. 

Trump, en su primer mandato, se retiró del Acuerdo de París alcanzado en 2015 y, aunque los demócratas rehicieron las cosas, el republicano promete hacerlo una vez más si es reelegido. Siempre ha sido un negacionista del cambio climático. También ha prometido aumentar la producción de petróleo y gas e incluso se ha popularizado su eslogan "Drill, baby, drill!", esto es, "¡Perfora, baby, perfora!". Toda una declaración de intenciones. Así que, se entiende, hará hincapié en la independencia energética del país, aprobando más perforaciones en busca de petróleo y gas natural. Medidas harán que el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados sea casi imposible de alcanzar.

Protesta del movimiento Fridays for Future contra Donald Trump y su política de combustibles fósiles, el 27 de septiembre de 2019 en Atenas (Grecia).Giorgos Georgiou / Getty

Por su parte, Harris ha guardado un silencio inquietante sobre las cuestiones climáticas durante la campaña, lo que también es un mal presagio para los esfuerzos europeos por abordar el reto climático. De lo poco que se sabe es que ahora apoya el fracking, un proceso de perforación puede provocar la emisión de sustancias químicas cancerígenas a la atmósfera, lo que supone una potencial fuente de contaminación del agua y el aire, al que se había opuesto en el pasado. No es esperanzador. 

Lo esperado, en líneas generales, es que siga impulsando nuevos proyectos de infraestructura en EEUU, como lo ha hecho Joe Biden, con empleos bien remunerados, y apostando por una transición a una economía con bajas emisiones de carbono. 

Ninguna de las dos posturas ayudan en una UE que va a situar la seguridad y la competitividad en el centro, en su búsqueda de una Europa más geopolítica.

Titania
Titania
Santander

Con las crecientes tensiones comerciales entre EEUU y China y la preocupación por los costes de la transición ecológica, es probable que a la Unión le resulte mucho más difícil seguir avanzando en la acción climática en los próximos cinco años. Sin alicientes desde Washington, menos compromiso. Habrá que ver cómo toma sus grandes decisiones comerciales y tecnológicas, de la eliminación progresiva de los combustibles fósiles a la diplomacia climática.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.