Como agua de mayo: todo lo que EEUU debe hacer por Ucrania antes de las elecciones
Analistas del Centro Carnegie apuestan por "más financiación" y "una profunda coordinación de políticas" para ayudar a Kiev, un aliado que mira preocupado si hay relevo en la Casa Blanca y al que afecta el discurso triunfalista de Putin.
La guerra de Ucrania está a punto de llegar a los dos años y no hay ganador a la vista. Movimientos, sí, muchos. Estrategias, más. Pero para todos los escenarios futuros, si Kiev quiere ganar, necesita la ayuda de sus socios occidentales, que se sume a su resistencia insólita ante el invasor ruso.
En el Fondo Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace) han sentado a sus mejores analistas para debatir sobre el futuro del conflicto, justo cuando Estados Unidos, el mayor bastón de Ucrania, afronta un año electoral. En noviembre, si nada cambia, Joe Biden y Donald Trump volverán a medir sus fuerzas y de sus decisiones depende, en parte, que el Ejército ucraniano pueda imponerse o perder.
El diagnóstico es claro: apuestan por "más financiación" y "una profunda coordinación de políticas" para ayudar a Kiev, un aliado que mira preocupado si hay relevo en la Casa Blanca -porque el republicano ya ha dicho que se está gastando demasiado en la guerra europea- y al que afecta el discurso triunfalista de Vladimir Putin, cada vez más ampuloso.
El analista Aaron David Miller pregunta qué es lo "mínimo" que Washington debe abordar en la ayuda a Ucrania y el investigador Eric Ciaramella responde a las claras que lo primero es que "el Congreso debe aprobar la financiación de emergencia", porque "los ucranianos ya han comenzado a racionar las municiones desde el otoño". Lo segundo, "aún más crítico" a su entender, es que hay que "comenzar a construir un marco de políticas mucho más amplio", en el que EEUU, más los aliados europeos más los de Asia y el Pacífico, brinden a Ucrania "un acuerdo de seguridad a largo plazo acuerdo que pueda salvar el período desde ahora hasta que entren formalmente en las instituciones occidentales, ya sea la UE o la OTAN".
En la última cumbre de la OTAN en Vilna se firmó un documento, apoyado por la Alianza, la UE y el G7, en el que ya se establecía el embrión de este pacto multibanda. "El objetivo es proporcionar un modelo de financiación más predecible y sostenible para que los planificadores militares ucranianos puedan entender lo que les espera, construyendo una fuerza que sea capaz de defender el país y disuadir futuros ataques rusos", señala Ciaramella.
Un impulso, se duele, que se ha visto frenado por la política doméstica estadounidense y "por un enfoque en las medidas de gestión de crisis asociadas con la contraofensiva". Aún así, cita como ejemplo el acuerdo de seguridad por 10 años que el británico Rishi Sunak acaba de firmar con Volodimir Zelenski como ejemplo de que algo se mueve en ese terreno.
Su compañera Dara Massicot se muestra más apremiante, porque hay mucho en juego ya y hay que actuar rápido. EEUU tiene que ver cómo lograr "que Ucrania supere este año en el campo de batalla". "En este momento, saben que necesitan atrincherarse, deben ponerse a la defensiva y necesitan apoyo para eso. El objetivo es poder defender sus fronteras con Bielorrusia y Rusia y hacerlo tan complicado que Rusia no intente atacarlas continuamente y avanzar como lo está haciendo ahora", señala.
"Los ucranianos se están defendiendo bastante bien en las zonas donde están atrincherados. Los rusos están perdiendo múltiples batallones contra muy pocos comparativamente en el lado ucraniano. Los ucranianos también necesitan más defensas aéreas y más interceptores de defensa aérea si quieren defender sus ciudades lo mejor que puedan". O sea, de Occidente y de EEUU en particular necesitan armamento que refuerce sus cielos.
La especialista en Rusia pone sobre la pesa una afirmación peliaguda: "Creo que es hora de reconsiderar si existen limitaciones políticas sobre ataques de mayor alcance contra objetivos militares dentro de Rusia propiamente dicha. Dejar eso como un santuario sigue siendo una señal de que Ucrania será una esponja de misiles indefinidamente".
El moderador le pregunta si entiende que se están frenando los golpes en suelo ruso por la "aversión al riesgo" que siempre ha tenido en este y en otros frentes abiertos el presidente Biden y Massicot responde: "Pienso en los comportamientos que Rusia ha exhibido contra los ucranianos. Si están disparando misiles adquiridos en Corea del Norte a 500 kilómetros hacia Ucrania, ¿por qué no se le permite a Ucrania hacer lo mismo? Rusia tiene vulnerabilidades en su estructura de fuerzas. Pueden producir cientos de misiles al mes. No pueden producir cientos de lanzadores de misiles al mes ni cientos de aviones al mes".
El exceso de confianza de Putin
Los especialistas del Carnegie, un tanque de pensamiento con sede en Washington, también valoran el momento en que se encuentra la guerra. Comparten ambos que no se puede hablar de "estancamiento" ni de "punto muerto" porque hay movimientos constantes en el campo de batalla, aunque sí un gran desgaste en las dos partes, que empeorará si no cambia la dinámica, por ejemplo, con la ayuda exterior a Kiev.
"Ambos bandos se encuentran con el mismo tipo de problemas cuando intentan avanzar ofensivamente. Ambos bandos también están operando de manera bastante eficiente en defensa", dice Massicot. Y Rusia en particular "está poniendo a prueba el sistema de voluntariado hasta sus límites" y se enfrenta "a una escasez de mano de obra en industrias críticas de todo el país".
"Rusia está dispuesta a absorber muchas bajas que, francamente, Ucrania no puede permitirse, pero su poder sigue siendo bastante desordenado. Si nos fijamos en todas las ventajas que tiene (ya sea cadencia de fuego de artillería, bombas planeadoras o misiles), todavía no es capaz de traducir eso en un avance significativo, algo que le gustaría mucho hacer", ahonda la analista, que defiende igualmente que Ucrania está sabiendo innovar en el campo de batalla hasta el punto de que Rusia le copia, aunque con más poder de pegada.
Para Ciaramella, "lo que en realidad está sucediendo aquí es una carrera para rearmarse (...), estamos hablando de una reconstitución militar rusa que está en marcha". Frente a eso, lo que llegue de Occidente. "Para finales de este año, las cosas podrían estar en una posición muy diferente según las decisiones que Occidente y los líderes rusos y ucranianos tomen ahora", apunta.
También destaca que Putin siente como si tuviera "el viento a favor", con la guerra que no se inclina a los ucranianos, la economía que no colapsa, la ayuda occidental renqueante y las elecciones de marzo, en puertas, completamente controladas sin opositores, una "farsa". Pese a la contraofensiva y a los medios llegados del exterior, Rusia ha aguantado y eso hace que "Putin probablemente se sienta bastante seguro de que tiene los medios para aplastar lentamente a los ucranianos y contar con que la política de Occidente –y especialmente de Washington– intervenga para darle una ventaja decisiva para fin de año".
Massicot completa el dibujo precisando que también el mandatario ruso, pese a jactarse de que las cosas no le van mal, acusa el desgaste de controlar el debate interno de la guerra y sus críticas, que es complicado sostener una invasión con tantas bajas -de 10.000 a 20.000 en los dos últimos meses- y la industria de defensa acelerada y que puede caer en un "exceso de confianza", que se ve en su tono y su lenguaje.
Sobre la posibilidad de negociar la paz, ambos especialistas tienen claro que hoy hay visiones muy diferentes en cada bando sobre lo que supone pactar un alto el fuego, con Rusia queriendo "dictar" los términos del armisticio. Que haya un estado ucraniano sostenible depende de lo que ocurra en el campo de batalla, porque Kiev puede ir fuerte a unas negociaciones sólo si mejora en el terreno. Sin eso, su posición sería "terrible" para su soberanía e intereses.
Son los ucranianos, en cualquier caso, los que deben decidir. "No importa qué giros y vueltas tome esto (...), ya sea un alto el fuego o seguir luchando: ellos están en el asiento del conductor, con nosotros apoyándolos", concluye Massicot.