Alerta de la comunidad científica ante la nueva amenaza en el Ártico ruso
El corte de relaciones con Rusia obstaculiza la recopilación de datos sobre el estado del Ártico.
Los científicos que estudian el impacto del cambio climático en el Ártico se están enfrentando a numerosos obstáculos para obtener nueva información sobre su estado debido al corte en las relaciones con Rusia. El intercambio de datos entre científicos occidentales y rusos se ha reducido al mínimo debido a las sanciones y otras restricciones impuestas por Occidente en el marco de la guerra contra Ucrania.
Esto ha frenado varios proyectos y preocupa a los expertos, que se ven incapaces de monitorear la reducción del Ártico, que se está calentando cuatro veces más rápido que el promedio mundial y está acelerando el aumento de la temperatura del planeta. "Quizás sea imposible entender cómo está cambiando el Ártico sin Rusia", avisa en The New York Times el científico italiano Alessandro Longhi, especializado en permafrost.
Ante su exclusión de Rusia, Longhi y sus colegas se están viendo obligados a recurrir a estaciones como la Estación de Campo Toolik, un puesto de investigación dirigido por la Universidad de Alaska Fairbanks. en la parte norte del estado. Están tratando de comprobar si los gases liberados por el permafrost variaban según las plantas, como el algodonero, enterradas bajo los pies.
Sin embargo, faltan muchos datos fundamentales sobre la disminución de las heladas sin acceso a la información rusa, ya que los datos que logran recabar se limitan hacia América del Norte y Europa. "No tiene sentido excluir la mitad del Ártico", señala Torben Rojle Christensen, profesor de la Universidad de Aarhus y director científico de la Estación de Investigación Zackenberg en Groenlandia.
Peligro de un mayor calentamiento
Dos tercios de Rusia están cubiertos por permafrost, suelo congelado que retiene grandes cantidades de carbono que es liberado a la atmósfera cuando el suelo se descongela, lo que puede generar un mayor calentamiento. De ahí la importancia de los datos rusos.
Aun así, la Unión Europea dejó de financiar los proyectos en los que participaba Rusia tras la invasión de Ucrania. De igual forma, Estados Unidos redujo esta colaboración con los científicos rusos. "Nos dijeron explícitamente: no incluyan a Rusia", revela Vladimir Romanovsky, geofísico ruso de la Universidad de Alaska Fairbanks, que pronto comenzará a trabajar con Canadá.
Por su parte, Rusia también ha impuesto sus propios obstáculos a la cooperación con Occidente.
Si bien es comprensible el aislamiento a Rusia, los científicos destacan que, en este caso, puede ser perjudicial para el planeta y su clima. "Es como dispararse en el pie", denuncia Syndonia Bret-Harte, directora científica de Toolik y profesora de la Universidad de Alaska Fairbanks, a quien el año pasado se le suspendió la parte rusa de su propio proyecto relacionado con el clima.
Los expertos tratan de compensar esta falta de datos trasladándose a otro lugar u observando Rusia desde satélites, pero lamentan que no es suficiente. "Estamos haciendo lo mejor que podemos, pero esto es una crisis", comenta Bret-Harte.