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Advierten de las consecuencias de la guerra sucia con el agua en Ucrania: "Han creado una bomba tóxica"

Advierten de las consecuencias de la guerra sucia con el agua en Ucrania: "Han creado una bomba tóxica"

Un estudio advierte de la persistencia de contaminantes en la zona afectada y del impacto a largo plazo en la salud y el ecosistema.

Vista de la presa de Kajovka, en el río Dnipro.Dmytro Smolienko

La destrucción de la presa de Kajovka, en el río Dniéper, ha desatado una crisis ambiental de magnitudes desconocidas. La catástrofe, ocurrida el 6 de junio de 2023 tras una serie de explosiones y bombardeos rusos, no solo provocó una inundación masiva en la región de Jersón, sino también la liberación de toneladas de sedimentos contaminados. Un equipo de científicos que ha estudiado los efectos del desastre advierte en la revista Science que se ha generado "una bomba de relojería tóxica" cuyos efectos podrían prolongarse durante décadas.

El investigador del Instituto de Ecología de Agua Dulce y Pesca en Aguas Interiores Leibniz, en Berlín, Alexander Sukhodolov, ha resumido los efectos de la destrucción de Kajovka en un correo enviado a la edición portuguesa del diario Público: "Destrucción mecánica de la presa, inundación, vaciado del embalse y contaminación de los ecosistemas marinos".

El impacto inmediato ha sido devastador. La rotura de la presa dejó correr el agua sin control durante al menos dos semanas, inundó unos 630 kilómetros cuadrados y arrastró una enorme cantidad de sedimentos hasta el Mar Negro, afectando al 50% de su superficie en la zona noroeste. Los ecosistemas del río Dniéper y sus alrededores han sufrido pérdidas irreparables: 18 especies protegidas de peces han desaparecido, y las poblaciones de roedores, utilizadas como referencia en el estudio, se han reducido entre un 20% y un 30%.

El problema va más allá de la destrucción inmediata. La exposición del lecho del embalse ha liberado 1,7 kilómetros cúbicos de sedimentos contaminados con 83.300 toneladas de metales pesados, además de fósforo y nitrógeno procedentes de la industria y la agricultura. Estos residuos tóxicos no solo afectan a la biodiversidad, sino que representan una amenaza para la salud humana. "Dada su naturaleza persistente, estos contaminantes suponen un riesgo ecológico y sanitario a largo plazo", advierten los investigadores.

La situación ha llevado a Ucrania a evaluar el impacto económico del desastre. Según una estimación del Ministerio de Protección Ambiental ucraniano, revelada en enero, los daños ascienden a 14.000 millones de dólares (12.860 millones de euros), siete veces más de lo calculado inicialmente, según la organización Euromaidan Press.

A pesar de la gravedad de la situación, los científicos ven signos de recuperación. La regeneración natural ya ha comenzado con la dispersión de semillas por el viento y el agua, y se espera que el 80% de los ecosistemas equivalentes a los anteriores a la presa se restablezca en un plazo de cinco años. La biodiversidad del Dniéper también podría aumentar en los próximos dos años.

Sin embargo, la recuperación total tardará mucho más. "Algunas medidas de mitigación, pequeños pasos que pueden aplicarse a nivel local, ya están en marcha, incluso en medio del conflicto", explica el investigador del Instituto de Ecología de Agua Dulce y Pesca en Aguas Interiores Leibniz, Alexander Sukhodolov. "Pero la reconstrucción completa de la zona afectada llevará años, décadas, o quizás más, dependiendo de los esfuerzos que se puedan llevar a cabo".

El uso del agua como arma de guerra se ha convertido en una estrategia recurrente en el conflicto. La destrucción de infraestructuras hídricas ucranianas forma parte de la ofensiva rusa, a pesar de que las Convenciones de Ginebra prohíben expresamente estos ataques. Sukhodolov subraya la contradicción entre la devastación ambiental causada por la guerra y los esfuerzos globales por frenar el cambio climático: "Las emisiones diarias de contaminantes a causa del conflicto superan los intentos de reducción mediante energías renovables".

Los expertos insisten en que la biorremediación, un proceso que utiliza plantas para absorber metales pesados, será clave para eliminar los residuos tóxicos. Pero esta estrategia requiere tiempo. La contaminación derivada de la destrucción de la presa de Kajovka seguirá siendo un problema durante al menos una década.