25 años... y lo que queda: el espinoso camino por delante para hacer realidad el acuerdo Mercosur-UE
La firma en Montevideo no es, ni mucho menos, el punto y final a un cuarto de siglo de tira y afloja comercial entre bloques. Francia ya ha prometido que dará 'batalla' contra su ratificación definitiva, algo a lo que podrían sumarse potencias como Italia o Países Bajos.
Un cuarto de siglo de pelea... y los asaltos que aún quedan. La firma este viernes 6 de diciembre del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur no pone un punto y final a un pacto deseado largo tiempo por Bruselas, sino que evidencia una nueva brecha en el seno del club de los Veintisiete.
"Se ha hecho historia", celebraba Ursula von der Leyen en el acto de firma en Montevideo, capital uruguaya, uno de los países sudamericanos que forman parte del Mercosur, junto con Argentina, Brasil y Paraguay. Allí se ha dado un paso clave a una unión comercial cerrada hace años, pero que no había podido ser ratificada aún por los compromisos medioambientales que exigía la UE.
Ahora había cierta prisa por dejarlo sellado, antes de que el retorno de Donald Trump y su amenaza de aranceles por el mundo sea oficial.
La presidenta de la Comisión Europea no ocultaba su euforia por haber superado las discrepancias para dar forma a un enorme área comercial que alcanzará a más de 700 millones de personas sin aranceles de por medio en las exportaciones; la mayor por extensión de estas características. Una "alianza única" para mandar un "poderoso mensaje al mundo", añadía la mandataria teutona.
Bruselas presume de que el nuevo acuerdo con Mercosur será un impulso para cerca de 60.000 empresas europeas con exportaciones actualmente al mercado sudamericano. Cifras que elevan hasta los 4.000 millones de euros al año que se ahorrarían por la retirada de las aduanas.
Por ahora, junto a Von der Leyen, Alemania y España defienden lo que consideran una "gran oportunidad económica" para el sector primario. Así se ha expresado Luis Planas, convencido de que "España gana con el acuerdo", pese a las encendidas críticas del campo español, que habla de un pacto "absolutamente indignante".
Mientras voces de ASAJA, COAG y UPA denuncian que "puede perjudicar seriamente a la agricultura y ganadería familiar europea", el ministro de Agricultura insiste en que "nuestro sector agroalimentario saldrá reforzado de esta apertura".
Para que eso ocurra aún hay que superar varios hitos clave en el camino legislativo. Y ese camino no se antoja fácil ni rápido. Pesos pesados de los 'Veintisiete' ya han mostrado su rotunda negativa, como Italia, Polonia o Países Bajos, y una potencia como Francia promete 'batalla' para tumbar un texto bendecido por estados como Alemania... y España, entre infinitas protestas del campo.
Los tres 'campos' de batalla en la propia UE: El Consejo...
Mientras los cuatro estados americanos celebran el acuerdo, en el caso del argentino Javier Milei con más peros que sus colegas, en Europa las posturas están más enfrentadas. De primeras, la UE necesita que den su visto bueno los otros dos grandes elementos comunitarios, el Consejo de la UE y la Eurocámara. Más allá, una posibilida con muchos visos de ser posible, que tengan que ratificarlo también los parlamentos nacionales de los 27 estados miembros.
En el caso del Consejo Europeo, las cifras importan y mucho. Como recoge EFE, para que lo avale la cámara de representación de los países comunitarios se requiere el visto bueno de al menos 15 de los 27 países y que estos representen a un 65% de la población total de la UE.
En total, Bruselas agrupa a unos 450 millones de habitantes. Por tanto, no basta con sumar apoyos a la causa. Han de ser poblacionalmente relevantes. Y en la batalla contra Mercosur, un acto clave como Francia ya ha adelantado su 'no'. La que representa Macron es la voz más resonante en su rechazo.
Primero, por la fuerza geopolítica del país, capaz de generar arrastre en otros socios comunitarios. Y, más allá, por su relevancia demográfica. Sus 68 millones de habitantes son casi un 15% del total de la UE, a los que se podrían añadir los 58 millones de Italia, los 36 de Polonia o los 18 de Países Bajos, entre otros.
El Parlamento Europeo...
En cuanto a la Eurocámara, tendrá un proceso largo y farragoso antes de la potencial luz verde. Primero intervendrán sus comisiones de Comercio Internacional y de Asuntos Exteriores, para dar después el paso al plenario, donde se afrontará la votación definitiva.
En la aritmética de Estrasburgo hay varias claves en juego. En primer lugar, como remarca EFE, los previsibles rechazos por parte de los eurodiputados de Patriotas por Europa (con las fuerzas de Marine Le Pen al frente), los Verdes y otros de izquierdas.
Pero aún más importante puede ser el sentido de voto que tomen parlamentarios que hagan prevalecer el rechazo de su país de origen a la orientación que pudiera tener el grupo del que forman parte. Franceses, holandeses, italianos o polacos pueden condicionarlo todo, según se posiciones.
Los parlamentos nacionales
Como último paso potencial, el contenido definitivo del acuerdo y su estructura legal definirán si es necesario que reciba el visto bueno interno país por país. Si se trata de un 'acuerdo mixto', Bruselas puede verse en problemas, ya que los diferentes parlamentos nacionales podrían ejercer el veto que algunos ya han dejado caer.
La 'batalla' que promete dar Francia también podría llegar desde estados como Austria, Polonia o Países Bajos. Por ahora, las cámaras nacionales holandesa y austriaca han evidenciado ya su posición en contra.
Añade EFE, que la posibilidad de veto vía asambleas nacionales no sería el primero. En 2016, el pacto entre la Unión Europea y Canadá pendió de un hilo por la negativa del Parlamento de Valonia, la región sureña de Bélgica, a avalarlo, hasta que finalmente cedió y dio un sí definitivo.