23-F, guía de las elecciones alemanas: de ultras, cordones, recesión y desencanto
El socialdemócrata Scholz ha convocado comicios anticipados al romperse su coalición con liberales y verdes. Ahora la favorita es la conservadora CDU , pero lejos de la mayoría absoluta. Los ultras a AfD duplicarán sus votos y serán segundos.

Este domingo, Alemania se la juega. Y Europa con ella. La locomotora del continente, la primera economía comunitaria, el país más poblado de la Unión, la líder -junto a Francia- en políticas exterior o monetaria, está llamada a unas elecciones anticipadas que son fruto de un profundo desencanto tras una legislatura de precarios equilibrios, tendencias diversas por uniformar y una herencia menos lustrosa de lo que parecía.
Tras 16 años de reinado de Angela Merkel y su CDU (la Unión Demócrata Cristiana de Alemania, la derecha de toda la vidad), llegó un ajustado giro progresista con una coalición a tres entre la socialdemocracia (SPD), los verdes y los liberales, pero se rompió cuando moría 2024. Tocaba cita con las urnas, este 23 de febrero.
El canciller Olaf Scholz no ha tenido ni el liderazgo ni la estabilidad de su antecesora para llevar las riendas de un país que está a punto de entrar en su tercer año de recesión, donde el debate migratorio se ha instalado como un problema (lejos ya de la estampa solidaria de puertas abiertas de 2015) y donde la ultraderecha contamina la agenda y trastoca las apuestas.
Su mandato se ha visto afectado por terremotos nuevos como la guerra de Ucrania, que le ha obligado a cerrar las puertas al gas ruso con un enorme costo económico por su alta dependencia, y por las consecuencias de que su industria haya apostado demasiado a las exportaciones a Estados Unidos o a China. Son problemas que vienen de la era Merkel pero le han estallado en las manos a Scholz y no ha podido encontrarle soluciones que den respuestas a los ciudadanos.
Lo que auguran las encuestas ahora es un rechazo a estos años, que el canciller dejará de serlo y que su coalición semáforo (por los colores de las tres formaciones que la formaron) no será viable en la nueva legislatura. Tras cosechar en 2021 el peor resultado de su historia, le CDU será la fuerza más votada con entre el 29 y el 31% de los votos, lo que tampoco supondría un ascenso meteórico sobre el 24,07% actual. Le seguiría -y esta sí es una de las claves de esta elección- el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), con entre un 20 y un 22%. Es el doble que en las últimas elecciones federales y le supondrá pasar de ser la quinta fuerza a la segunda.
Les seguirían el SPD, con entre un 15 y un 16% de los sufragios (cae casi diez puntos), y Die Grünen (Los Verdes), con entre un 12 y un 14% (el retroceso puede ser de medio a 2,5 puntos). El Partido Democrático Libre (FDP, los liberales) son especialmente castigados, pues pasan del 11,4% al 4,3, complicándose incluso el acceso al Parlamento.
Sprint final el que está protagonizando Die Linke (La Izquierda), que pasaría del 4,89 al 6,7%. Y hay dos partidos minoritarios más que pelearán por entrar en un Bundestag atomizado: son BSW (Por la Razón y la Justicia, populistas de izquierdas), con entre el 4 y el 5% de los votos previstos, y FW (Freie Wähler o Electores Libres, localistas y euroescépticos), que se estancan en el 2%.
Una reforma electoral hace que este año el hemiciclo pase de 736 a 630 diputados. La pelea por cada asiento será aún más dura.
La gran pregunta es quién podrá gobernar Alemania tras este domingo, porque nadie tiene mayoría absoluta y las coaliciones son forzosas. ¿A dos o a tres bandas, incluso? Y lo más preocupante, ¿tendrá la ultraderecha la llave de gobernabilidad? Hasta ahora, el candidato de la CDU y virtual ganador, Friedrich Merz, ha prometido que no pactará con ellos para llegar a la cancillería, ni con una alianza para formar gabinete ni con acuerdos puntuales para ir sacando adelante las votaciones parlamentarias. "Puedo asegurar a los votantes algo de forma clara: con el partido que se autodenomina Alternativa para Alemania no cooperaremos antes, ni mientras, ni después", ha afirmado en sus mítines.
Problema: Merz -quien quiso mandar en la CDU pero se vio eclipsado por Merkel, un abogad exitoso que se fue a la empresa privada, se hizo multimillonario y ahora vuelve a sacarse la espina del poder- ostenta ya el dudoso honor de ser el primer político germano que ha votado con los neofastistas de AfD. Y lo hizo hace demasiado poco como para que los electores y la oposición olviden.
Fue a finales de enero cuando la derecha convencional aprobó una moción que impone duras restricciones a la inmigración, gracias al respaldo del partido de extrema derecha. Primera vez desde 1945 en que se rompía el cordón sanitario que, hasta ahora, había sido motivo de orgullo para Alemania. Nadie nunca se había aliado con los ultras. Merz lo ha hecho.
Tras un ataque con cuchillo por un afgano con dos víctimas mortales, el líder conservador anunció que como canciller cerraría las fronteras a los solicitantes de asilo, que es justo lo que dice AfD. Pese a ello, ahora trata de convencer al electorado de que aquella votación fue algo puntual y de que el cortafuegos seguirá activo si vence.

Quién y cómo suma
Las encuestas están estabilizadas desde hace más de diez días y, salvo el incremento de La Izquierda, el pescado parece vendido. Lo que no está claro, entonces, es cómo se puede armar un grupo que gobierne Alemania con garantías.
Si con la AfD no va, al final, ni a la vuelta de la esquina, la CDU se ve como primera fuerza pero sin posibilidades de apoyarse en la muleta ideológicamente más cercana, la de los liberales. Su fiasco en la presente legislatura ha sido importante, tanto como el desgaste de su líder, Christian Wolfgang Lindner, y podrían quedarse sin grupo parlamentario siquiera. Así que a Merz le quedaría la opción de formar Gobierno con el SPD de Scholz, con los ecologistas de Robert Habeck o con ambos.
Lo que en España parece impensable, que el equivalente al PP y el equivalente al PSOE germanos se sumen en un gabinete de unidad, no es nuevo en Alemania. Ya hubo tres en el tiempo de Merkel y en la última de sus legislaturas el propio Scholz fue ministro de Finanzas con ella.
Es factible pero no fácil, porque hay materias de gestión troncales en las que hay una enorme diferencia entre las partes. La inmigración es la más complicada. Merz ha supeditado esta suma de los dos grandes a un "giro en la política migratoria" de los de Scholz. Y deja la pelota en el tejado socialista, sabiéndose ganador: "Si no resolvemos estos problemas, en las elecciones legislativas de 2029 usted, nosotros y los partidos democráticos del centro político no afrontaremos un simple cambio de Gobierno, sino que nos deslizaremos hacia el populismo de derechas", dijo en el debate televisivo del pasado miércoles.
En campaña, el conservador se ha mostrado confiado en estos cambios, cree que el SPD "entrarán en razón", sobre todo porque espera que Scholz, si cae estrepitosamente, ceda el liderazgo al actual ministro de Defensa, Boris Pistorius, lo más centrado del socialismo alemán.
En el caso de Los Verdes, las diferencias no sólo son amplias en asilo y migración sino, sobre todo, en materia de legislación ambiental y medidas contra el cambio climático. Aunque la CDU se precia de ser parte de esta derecha que asume lo verde como necesidad insoslayable, a los preservacionistas les da miedo que Merz quiera dirigir el país como una de sus empresas y acometa el desmantelamiento de las regulaciones verdes (o parte de ellas). La suma a tres bandas añadiría más complicaciones, porque serían los interese de tres los que habría que hacer casar, pero puede que si se fragmenta más el Parlamento no quede otra salida aritmética.
Ahora mismo, con el hundimiento de los liberales y lo mal que acabaron con Scholz no se ve posible otra suma alternativa en el poder que no contemple a la CDU. Como informa la Agencia EFE, desde la fundación de la República Federal alemana han gobernado hasta ahora cuatro "grandes coaliciones" de democristianos y socialdemócratas, mientras que una alianza entre democristianos y Verdes sería una primicia a nivel nacional.
Según fuentes de la Unión Democristiana (CDU) de Merz citadas por el diario Handelsblatt, los conservadores están preparando ya "a nivel organizativo y de contenido" conversaciones preliminares tanto con el Partido Socialdemócrata como con Los Verdes, con la idea de poder lanzarlas lo antes posible, "incluso en la semana posterior a los comicios". Y si ellos allanan el camino en público, por lo que pueda venir, lo mismo hace el aún canciller: Scholz destacó el sábado que para él la migración irregular es una "prioridad" y que tras el atentado presumiblemente islamista que dejó dos muertos y 34 heridos en Múnich está dispuesto a nuevas reformas legales, según dijo en una entrevista con los medios del grupo Funke.
Los democristianos insisten en que si nada de lo anterior llega a buen puerto renunciarán a formar Gobierno, porque no se coaligarán con AfD. La prensa alemana, sin embargo, insiste en estos días citando a altos mandos de la CDU en que la puerta a acuerdos puntuales para sacar adelante iniciativas parlamentarias con el apoyo de AfD. Eso no es gobernar con ellos pero sí es legislar con ellos y, a todas luces, cooperar con los neonazis, denuncian las fuerzas opositoras en bloque.
A Alemania le pueden quedar por delante muchos meses de negociaciones una vez que pasen las elecciones de este 23-F si las negociaciones se complican. Y si n triunfan, también queda la opción de que el actual presidente, Frank-Walter Steinmeier, encomiende al SPD la formación de un Gobierno, que sería de centro-izquierda y en minoría. En última instancia, el atranque se resolvería con nuevas elecciones.

Los grandes asuntos de campaña
Hay tres grandes asuntos que han marcado esta campaña y que, según los sondeos, inclinarán la balanza electoral. Dos son domésticos, uno es internacional.
Sin duda, el más destacado es el papel de la ultraderecha en esta cita con las urnas y en la actual sociedad alemana. A la votación en la que la CDU se sumó a la AfD, sin precedentes, se sumó pocos días después una segunda que no salió adelante por apenas 12 votos. Eso quiere decir que una alianza entre las dos fuerzas puede hacer, en bloque, lo que quiera en el Bundestag.
No hace falta que Iniciativa entre en el Consejo de Ministros o que se pacten con ella normas puntuales, porque saldrán de estas elecciones con casi un cuarto del hemiciclo y eso ya cambia radicalmente las cosas. Tendrán peso como para marcar más aún la agenda, como para presionar ante determinadas políticas, hacer más ruido, tener más financiación, en un momento en el que se intensifica el debate sobre si debe o no ser una formación legal. ¿Es mejor vetar o neutralizar?
También puede alentar mejores resultados en elecciones regionales o locales por venir, pese a que las autoridades de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución ha incluido a la AfD en la lista de organizaciones extremistas "sospechosas" y ha clasificado a su ala juvenil, Alternativa Joven (que ahora quieren reformar precisamente por su radicalidad), como "extremista". Están catalogadas así desde abril de 2023.
¿Sólo han crecido por el desencanto de la sociedad alemana ante la crisis económica? ¿Hay realmente una inclinación racista en la ciudadanía? ¿Están convencidos de que la inmigración es el mayor problema del país? Son preguntas que no acaban de responderse y que se suman a las dudas, ahora, sobre cómo enfrentan a la AfD las demás fuerzas. Si empieza el coqueteo, si se le tiene en cuenta, hay analistas que auguran que pasarán a ser primera fuerza si realmente en la legislatura por venir no llega un plan de choque que devuelva a Alemania su fortaleza. Y no está nada claro que eso suceda en un contexto internacional como el que está dibujando Donald Trump.
Luego está lo más cercano, el bolsillo. El Gobierno alemán corrigió a la baja en enero sus previsiones y para 2025 espera apenas un crecimiento del PIB del 0,3%, tras dos años de recesión. Aún así, es posible aún que el país se enfrente a un tercer año de contracción. El mundo en el que Alemania dominó al parecer ya no existe. Eventos como el Brexit, los aranceles de EEUU, la invasión de Ucrania por parte de Rusia o el ascenso de China -que de comprador pasó ahora a competidor-, han pasado factura su modelo industrial.
Las peores decisiones se tomaron durante el largo perido de Merkel pero sólo ahora se ven las verdaderas consecuencias, algo a lo que la excanciller no hace mucha autocrítica en su reciente autobiografía. Alemania es especialmente sensible a la tendencia general, porque se volvió muy dependiente de los automóviles, de los productos químicos y también de la ingeniería mecánica de máquinas.
Y las recetas que se ponen sobre la mesa para resolver la crisis con muy diferentes, por lo que no sólo se votan ahora políticas específicas, sino modelos de Estado. En un cara a cara, el domingo pasado, Scholz defendió sus propuestas de un bono made in Germany para atraer nuevas inversiones del extranjero, así como un tope a las tasas por el uso de las redes eléctricas para bajar los precios de la energía y reiteró su promesa de reducir el IVA de los alimentos. La guerra de Ucrania impactó los precios y para subvencionarlos, su Gobierno "intervino con miles de millones" para ayudar a empresas y consumidores, recordó el canciller en el programa, e instó a mantener esta tendencia ahora que los precios están bajando.
Además, el líder del SPD subraya la necesidad de reformar el freno de la deuda, el mecanismo constitucional que limita el endeudamiento anual al 0,35% del PIB para poder realizar las inversiones necesarias en los diferentes ámbitos.
Merz, en cambio, le replicó que ésta es "la vieja canción de los socialdemócratas de subir los impuestos, aumentar la deuda e incrementar el gasto estatal", algo que según dijo "no puede ser la solución". Por el contrario, expuso su plan para reducir de forma escalonada los impuestos a las empresas del 30 % hasta el 25 %, lo que supondría para el Estado renunciar a ingresos de entre 20.000 y 30.000 millones de euros.
No obstante, según su razonamiento, esto aumentaría la competitividad de las empresas y contribuiría a relanzar la economía, que se arriesga a cerrar un tercer año en recesión de seguir el desarrollo actual, lo que a su vez aumentaría según dijo la recaudación fiscal. "La economía se está contrayendo, con su plan se seguiría contrayendo, mientras que con nosotros emprenderá un rumbo de crecimiento", dijo a su rival.
También abogó por reducir la burocracia y criticó que durante la legislatura de Scholz se mantuviera la hoja de ruta para desconectar las centrales nucleares y pasar centrales de carbón a la reserva.
Aún así, la CDU asume que cederá en determinadas propuestas económicas si los socialdemócratas acceden a su endurecimiento de las leyes migratorias. Unas cesiones realistas, dirán unos. Una traición, otros. Tantos bandazos se esperan que los electores ideológicos no tienen claro a qué atenerse con el programa en la mano.

Luego está la política exterior y, en concreto, Ucrania. El contexto de estas elecciones es cambiante, porque estamos aún descubriendo el plan de paz de Trump, que se ha empezado ya a negociar con Rusia pero no con Ucrania y, desde luego, no con la Unión Europea. El norteamericano plantea que Moscú se quede con territorios ya invadidos y veta a Kiev el ingreso en la OTAN, mientras le reclama que le devuelva en tierras raras el dinero que se le ha entregado en forma de ayudas con la Administración Biden.
En el caso de Europa, deja en el tejado de Bruselas y los Veintisiete las garantías de seguridad para Ucrania y la vigilancia de tropas sobre el terreno una vez que haya un armisticio, con su coste correspondiente. EEUU se retirará en medios y en dinero, una amenaza que está tocando seriamente la cooperación transatlántica.
En este contexto, hace falta un Gobierno en Berlín capaz de elaborar una estrategia para lidiar con Trump, tanto en Alemania como en la UE. Se está tratando de lograr a marchas forzadas. Los conservadores, los socialdemócratas y Los Verdes son todos partidarios de mantener y aumentar el apoyo alemán a Kiev -cosa que la ultraderecha rechaza de plano, con postulados prorrusos- y de realizar inversiones significativas en las Fuerzas Armadas. Un gasto complicado vistos los problemas económicos pero "existenciales", como los define Scholz.
Sin embargo, está por ver si eventualmente lograrán sobreponerse a las disputas sobre cómo financiar estas medidas y si un futuro Gobierno encabezado por Merz -conocido por estar a favor de suministrar misiles Taurus a Kiev- adoptaría una postura más determinada en este sentido a nivel europeo. Scholz hizo muchas promesas, pero por ejemplo se plantó ante necesidades de Kiev como los misiles Taurus.
Alemania ha sido el mayor apoyo de Ucrania, después de Estados Unidos, en lo militar y en la acogida de refugiados. En una encuesta realizada por el instituto de opinión Forsa, el 49% de los encuestados en Alemania se mostró a favor de la implementación de tropas de paz en Ucrania, mientras que el 44% se mostró en contra.
El favorito...
El favorito en estas elecciones, como se ha insistido ya, es el candidato de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), Friedrich Merz, de 69 años, quien, según el promedio de las principales encuestas, ronda 29% en intención de voto, tomando una ventaja de hasta 10 puntos respecto al oficialismo, que ocupa el tercer puesto.
El referente de la CDU, que representa también a su socia bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), ya había hecho dos intentos por conducir el espacio conservador, pero fue superado en 2018 por la excanciller Angela Merkel y en 2021 por Armin Laschet. Luego se volcó a la actividad privada en bancos de inversión como BlackRock. Ahora vuelve a intentar conducir el país, esta vez bajo el lema: “Una Alemania de la que podamos volver a estar orgullosos”.

El piloto aficionado y católico conservador en el último debate televisivo, tildó a Scholz de estar desconectado de la realidad, tanto por su política económica como por la migratoria. Merz se inscribe en la tradición de una “economía social de mercado”, prometió reducir los impuestos y recortar 50.000 millones de euros en gasto social.
En temas de inmigración, desató una ola de protestas luego de buscar el apoyo de la AfD para aprobar una moción -primero una no vinculante y luego otra que sí lo era- en el Parlamento para vetar a los extranjeros sin papeles en la frontera, incluidos los solicitantes de asilo. Pese al rechazo en la Bundestag de la segunda iniciativa, la maniobra fue vista como la ruptura del llamado “cordón sanitario” contra los sectores ultra y provocó una crítica masiva en las calles de ciudades como Berlín y Múnich, así como de la propia excanciller Angela Merkel.
En cuanto al regreso de Trump a la Presidencia de EE. UU., Merz dijo que causa “preocupación” en Europa y que por eso los países del bloque regional deben mantenerse “unidos”. En el último debate, el conservador hizo algunos guiños a la Casa Blanca; concordó en aumentar el gasto en defensa -en tanto país miembro de la OTAN- y dijo “entender” la decisión de Trump de reconocer solo dos sexos.
Si bien dijo que mantendría la ayuda a Ucrania, dijo no estar dispuesto a aumentar gravámenes ni el endeudamiento por Kiev y, al igual que Scholz, sostiene que aún no es momento de que el país ingrese a la OTAN.
... y los que van a la zaga
La candidata de 46 años, la primera en postularse a canciller por el partido ultraderechista AfD, espacio creado en 2013, ocupa el segundo lugar en las encuestas con cerca del 21% de la intención de voto.
Weidel, una exanalista del grupo Goldman Sachs, tiene pocas posibilidades de formar gobierno, dado que los principales partidos de la escena alemana rechazan una eventual alianza con su sector. Sin embargo, la popularidad de AfD es creciente, ya que fue el más votado en las elecciones regionales en 2024 en el estado de Turingia y quedó segundo en el vecino más poblado, Sajonia.

Bajo el lema "Tiempo para Alemania", el programa de Weidel destaca la migración como su principal tema de campaña, sintetizada en la propuesta de "reemigración". Este concepto, según afirman, alude solo a la expulsión por medios legales de los migrantes irregulares, pero ya fue utilizado contra migrantes en general y personas con ascendencia extranjera. AfD quiere endurecer los requisitos para la naturalización en el país y rechaza el sistema de asilo europeo.
Weidel centra su programa fronteras adentro y, si bien en otros momentos propuso la salida del país de la Unión Europea (UE), ahora aboga porque esta se convierta en una “asociación de naciones europeas” menos rígida y que Alemania reincorpore su moneda, el marco, en lugar de la divisa de bloque. Propone también que el grupo de los 27 retire las sanciones contra Rusia.
La política de extrema derecha recibió muestras de apoyo de parte del vice de Trump, J.D. Vance y de Elon Musk quien abogó por los “valores alemanes” en contra del “multiculturalismo que lo diluye todo”. El empresario dueño de Tesla y de la red social “X” dijo que Weidel no podía ser tildada de extrema derecha porque tiene una pareja del mismo sexo y de Sri Lanka.
Los seguidores de Weidel la han vitoreado al grito de “Alice für Deutschland” (Alicia para Alemania), que suena similar al slogan nazi “Alles fuer Deutschland” (Todo por Alemania), el mismo por el que la Justicia condenó a un referente de AfD en 2024.
AfD, en tanto partido con bancas el Parlamento Europeo, en 2024 sufrió un traspié con sus por entonces socios franceses de Agrupación Nacional. El espacio de Marine Le Pen expulsó de su bloque parlamentario a los alemanes, por considerar que había cruzado una “línea roja” al relativizar ante la prensa el carácter criminal de la SS durante el nazismo.
El actual canciller y candidato del Partido Socialdemócrata (SPD), Olaf Scholz, ha visto desdibujada su popularidad y, según la mayor parte de las encuestas, se ubica en tercer lugar, con casi el 16% de la intención de votos.
Su Gobierno, que surgió de las elecciones legislativas del 26 de septiembre de 2021, estuvo conducido por una inédita alianza de tres partidos, conocida como "coalición semáforo", en referencia a los colores de las fuerzas que lo integraban: el SPD (los rojos); Los Verdes (Die Grünen); y el liberal Partido Democrático Libre (FDP, amarillos). Pero desde el comienzo, se vieron diferencias y eclosionaron en noviembre, por una disputa sobre la flexibilización de las normas de endeudamiento de Alemania, que provocó la salida de los liberales. Scholz perdió una moción de confianza y el presidente anticipó las elecciones.

Desde febrero de 2022, tres días después del inicio de la guerra en Ucrania, Scholz apeló al concepto alemán de Zeitenwende (punto de inflexión) para preguntarse cómo es posible “seguir siendo actores independientes en un mundo cada vez más multipolar”. Bajo esa idea profundizó el gasto en defensa de su país y pidió reforzar la Unión Europea (UE).
El Gobierno enfrenta la creciente competencia con China -especialmente en la industria automotriz-, además de las restricciones energéticas porel corte de suministro de gas ruso a raíz de la guerra en Ucrania, así como debates internos por la ayuda a Kiev, de quien se convirtió en su principal soporte dentro de la UE.
A pesar de estar en tercer lugar en las encuestas, Scholz subió al ring del debate televisivo contra Merz porque los organizadores respetaron la tradición de enfrentar al gobernante del momento contra su principal rival. Merz lo acusó de impulsar un “intervencionismo de tintes verdes” y de “desconectar” centrales nucleares en medio de una “profunda crisis energética”. En tanto, Scholz señaló a Merz por acercarse a la AfD. Pese a ello, el SPD aún podría volver a ser socio en un eventual gobierno de la CDU, como en tiempos de Merkel.
Los Verdes llevan como candidato a Robert Habeck, de 55 años, luego de que este ocupara el cargo de vicecanciller y ministro de Economía en el gobierno de Scholz, donde el partido ecologista también logró sentar a Annalena Baerbock en el ministerio de Relaciones Exteriores. Según las encuestas, estos rondan los 13 puntos en intención de votos.
La agenda medioambiental, que en la campaña de 2021 ocupaba un rol predominante entre las preocupaciones de los alemanes, hoy se ve desplazada a un cuarto lugar, después de preocupaciones como la economía, la inmigración y la política externa. El corrimiento de esas consignas, también estuvo presente en la coalición de gobierno ya que luego del inicio de la guerra en Ucrania, las políticas en pos de eliminar de manera progresiva el uso de combustibles fósiles en los sistemas de calefacción no fueron la prioridad.

Sin embargo, el programa del partido, titulado “Crecer juntos”, mantiene un enfoque a favor de la “sostenibilidad” con ideas como la de “fortalecer la economía sin comprometer al medioambiente”. También propone crear un "Fondo Alemania" para renovar la infraestructura del país, mejorar la movilidad con transporte público, facilitar el acceso a la vivienda y cerrar las plantas de carbón, según cita el canal nacional de noticias DW.
Comparte con SPD las políticas de gravámenes progresivos y de aumento de salario mínimo. En tanto, la posición de Los Verdes respecto al apoyo a Ucrania se mantiene y al igual que Scholz, criticaron a Merz por buscar apoyo en la AfD.
Entre todos ellos tendrá que elegir los más de 59 millones de ciudadanos que están hoy llamados a las urnas.