10 años del golpe de Al Sisi contra los islamistas: las claves de su poder en Egipto
El 3 de julio de 2013, tras tres días de multitudinarias protestas, el presidente islamista Mohamed Morsi, primero escogido democráticamente, fue apartado por el mariscal y exministro de Defensa, quien asumiría la presidencia al año siguiente.
El golpe de Estado militar que derrocó al Gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto cumple hoy diez años. El 3 de julio de 2013, tras tres días de multitudinarias protestas, el presidente islamista Mohamed Morsi, el primero escogido democráticamente en unas elecciones, fue apartado por el mariscal y ex ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, quien asumiría la presidencia al año siguiente.
El Ejecutivo egipcio se vistió de nuevo con colores castrenses apenas dos años después de que en 2011, millones de egipcios salieran a calle en una revolución que consiguió derrocar al también militar Hosni Mubarak, que gobernó el país entre 1981 y 2011 con el sobrenombre de El Faraón.
Estas son las claves de esta década con el nombre de Al Sisi al frente del país árabe donde, según diversas organizaciones no gubernamentales, se vive bajo la censura, corrupción, represión de derechos humanos y una grave crisis económica que pasa factura a una ciudadanía cada vez más empobrecida.
Crisis económica
Egipto lleva varios años sumido en una crisis económica que se agudizó en 2020 con la pandemia de covid-19 y posteriormente con la guerra de Ucrania, ya que el país árabe es uno de los principales importadores de cereales del mundo.
En 2022, la moneda local perdió la mitad de su valor frente al dólar estadounidense, mientras que el gobierno tuvo que negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo urgente de 3.000 millones de dólares, el cuarto que la entidad concede al país africano desde 2016.
Para poder recibir esta partida de emergencia, Egipto se vio obligado a aceptar las exigencias para flexibilizar el tipo de cambio de su moneda, que se desplomó mientras la inflación se disparaba por encima del 30 %.
La omnipresencia del Ejército en la economía, ocupando espacios clave con privilegios que no tiene el sector privado, ha minado también la inversión y la competitividad e impide la llegada de capital extranjero.
Política faraónica
El urbanismo "faraónico" ha marcado gran parte de las políticas públicas de Al Sisi con la construcción de incontables puentes y carreteras en la capital.
Lo más llamativo es el desarrollo de una megalópolis en el desierto al este de El Cairo, conocida como la "nueva capital administrativa" y con un coste de 300.000 millones de dólares.
También llevó a cabo la ampliación del Canal de Suez con un coste de 8.000 millones de dólares, que inauguró en agosto de 2015 y definió como “regalo de Egipto al mundo”.
El Gran Museo Egipcio es otra de las grandes ambiciones con las que Al Sisi, y aunque la fecha de inauguración estaba prevista para 2021, actualmente sólo está abierta de manera parcial sin todavía acceso a las exposiciones
Relaciones internacionales
En política exterior, el ministro Sameh Shukri ha reforzado la alianza egipcia con Estados Unidos y con la Unión Europea, especialmente en materia de inmigración con acuerdos económicos para evitar las salidas hacia Europa de migrantes irregulares.
Además, ha estrechado lazos con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, sus valedores en el golpe de Estado, a la vez que se ha acercado al Gobierno sirio de Bachar al Asad, al que apoyó en su reingreso en la Liga Árabe el pasado mes de mayo.
Estos años se sumó al boicot ya desactivado a Qatar y ha acercado posiciones con Israel, mientras trata de abrirse a países africanos vecinos, aunque mantiene tensiones con Etiopía por la construcción de la presa en el Nilo, que pone en riesgo el caudal del río a su paso por el país de los faraones.
Derechos humanos
Para varias organizaciones internacionales de derechos humanos, Egipto utilizó la cumbre climática COP27 de 2022, el mayor evento global que el país ha albergado en esta década, como una herramienta para lavar su imagen y tratar de mostrarse al mundo como un país comprometido con el medio ambiente y los derechos humanos.
Entidades como Amnistía Internacional y Human Rights Watch aprovecharon la cita internacional para denunciar las numerosas violaciones de derechos que padecen activistas políticos y periodistas egipcios, muchos de los cuales viven en el exilio por temor a represalias tras denunciar la corrupción del sistema y la criminalización de la libertad de expresión.
Informes de estas organizaciones denuncian el encarcelamiento de centenares de personas, acusadas de "terroristas" por mostrar su oposición al régimen, que pasan años entre rejas de modo "preventivo", o sin un juicio justo ni acceso a una representación letrada adecuada.
Futuro incierto
Al Sisi se mantiene en el poder tras ganar las últimas elecciones de 2018 con más del 97 % de los votos a su favor.
Los próximos comicios, previstos para 2024, se esbozan en el horizonte con la incertidumbre de si Al Sisi concurrirá o cederá el testigo a un sucesor, mientras los interrogantes en materia económica, política y social siguen pesando sobre la mayoría de la ciudadanía egipcia.