Amistades famosas
A los que más les gustan los amigos famosos es a los políticos. Matan por sacarse una foto con uno de ellos. No había más que ver la toma de posesión de Obama; premios Nobel no parecía haber muchos, pero de los otros no faltaba ni uno: Beyonce, Eva Longoria, James Taylor, Katie Perry, Clooney.
Nadie escucha cuando cuentas tus batallitas, nadie se ríe de tus chistes, te sientes ninguneado e ignorado y no sabes por qué. Yo te voy a decir el motivo, estás ignorando uno de los paradigmas básicos de nuestra sociedad: hoy eres un cero a la izquierda si no tienes un amigo famoso. Da igual que seas físico nuclear, presidente de Coca Cola o un excelente creador de figuras de papel maché. A nadie le interesa lo que digas a menos que conozcas alguien que salga en la tele. ¿Es nuevo este fenómeno? No exactamente, hay personas que han pasado a la posteridad solo por sus amigos: Pepín Bello figura en los libros de historia principalmente por tener como compañeros de la Residencia de Estudiantes a Dalí, Lorca o Buñuel. Incluso, hasta hace bien poco, cualquiera que quisiera tirarse un poco el pisto decía que a casa de sus abuelos iban a cenar Machado, Azorín o Unamuno. Lo que han cambiado ahora son los personajes dignos de admiración, los que hacen que la cara de nuestro interlocutor se ilumine de interés cuando le decimos que hemos estado tomando copas con él. No intentes atraer la atención diciendo que frecuentas a Javier Marías, a Miquel Barceló o a Mario Gas. ¡Por Dios! hay que estar a la altura de los tiempos que vivimos. Carmen Lomana, un icono per se, declaraba recientemente que ella tenía muchas inquietudes intelectuales, como demostraba que entre su círculo de amistades se encontraban Mario Vaquerizo y Alaska. Por lo tanto, es posible que si dices que eres amigo de Cristiano Ronaldo te postulen para el sillón ñ de la Real Academia.
A los que más les gustan los amigos famosos es a los políticos. Matan por sacarse una foto con uno de ellos. No había más que ver la toma de posesión de Obama; premios Nobel no parecía haber muchos, pero de los otros no faltaba ni uno: Beyonce, Eva Longoria, James Taylor, Katie Perry, Clooney, etcétera. Un caso que demuestra lo caro que cotizan los amigos famosos es el de Gerard Depardieu, que él solito provocó un conflicto diplomático entre Francia y Rusia. Como recordarán, el actor declaró que no quería pagar más impuestos en su país y que renunciaba a la ciudadanía. ¿Qué es lo que hizo el señor Hollande? Llamarle por teléfono y durante una hora intentar convencer al presunto evasor para que abandonara la patria. Allons enfants de la patrie, cantemos juntos. Vamos, como si me llama Rajoy para decirme que no sea tonto, que la subida del IRPF no es para tanto. En estas se mete por medio el ínclito Vladimir Putin, invitando a Gerard (así es como le llamamos en casa) a refugiarse en su país. Como era de esperar, al día siguiente el orondo actor ya aparecía retratado abrazando a su nuevo mejor amigo, para desolación de Hollande.
Al recordar esta noticia, se me ha ocurrido elevar una propuesta a Montoro: señor ministro, en vez de buscarnos las cosquillas por otras vías, implante un nuevo impuesto que grave los ingresos recibidos por exclusivas de la prensa rosa, apariciones en fiestas o participación en programas de telebasura con una tasa de 95%. Con un poco de suerte, el señor Putin acabará llevándose a todos estos personajes para amenizar las largas noches de los espectadores de Volgogrado. Seguro que triunfan allí, la famosa marca España abre un nuevo mercado y todos tan contentos. Quizás así mis amigos vuelvan a hacerme caso cuando les cuente un chiste o esa anécdota tan cachonda que me sucedió ayer cuando iba al mercado. O quizás simplemente descubra que soy mucho más aburrido de lo que suponía.