Día Europeo de los Derechos de los Pacientes: no están todos los que son
Al contrario que otras, esta celebración en concreto cumple un requisito muy conveniente, si no imprescindible: que el colectivo afectado por la cuestión sea lo bastante amplio. En este caso, la población diana es la inmensa mayoría de las europeas y europeos.
Comenzaré por reconocer el escaso entusiasmo que me suscita el creciente recurso a la declaración de un sinfín de "días de..." que, con diferentes pretensiones territoriales (nacional, internacional, continental o, incluso universal), nos proponen dedicar una jornada anual a la reflexión, exaltación o simple conmemoración de un objetivo concreto; ya sean los derechos de los pueblos indígenas o el calentamiento global, pasando por las enfermedades raras, los libros o la voz, sin ir más lejos.
Aclaro que esta falta de entusiasmo no depende de mi grado de acuerdo o desacuerdo con la importancia que los distintos promotores atribuyen a su causa concreta. Para mí, cualquier objetivo públicamente confesable que merezca el interés intelectual y el esfuerzo de un colectivo de seres humanos agrupados en torno a él es en principio digno de respeto y, en consonancia con su grado de altruismo, incluso de reconocimiento y apoyo individual y social.
Mis reservas frente a tales días dedicados monográficamente a una determinada causa nacen en realidad de mi sospecha (próxima al convencimiento) sobre la razón de su inclusión en el calendario oficial por parte de las autoridades correspondientes. Sospecho (me parece que no sin fundamento) que tal declaración por parte del organismo gubernamental o supranacional concernido podría muy bien responder al deseo inconfeso de disimular y eludir la propia responsabilidad, parcial o total, en el hecho de que esa reivindicación concreta a la que se asigna día de interés preferente continúe siendo una aspiración pendiente.
En lugar de dedicar tales días a mostrar los avances fruto de su trabajo, las autoridades implicadas tienden a emplearlos en un ejercicio público de autosatisfacción. Como si haber sido capaces de la solemne declaración de tal fecha como "día (nacional, internacional, o mundial) de tan candente cuestión" fuese algo más que un hecho anecdótico.
Da la impresión de que se pretende hablar del tema en cuestión ese día al año como máximo y relegarlo al olvido los restantes 364. Pero tal vez peque yo de malpensado.
Pues bien, como quiera que este 18 de abril de 2014, se celebra el Día Europeo de los Derechos de los Pacientes, sin incurrir en contradicción con lo antedicho, me dispongo a hacer mi aportación personal a dicha celebración y a compartirla con los lectores que, queriéndolo o no, habrán sido pacientes de los servicios médicosanitarios en el pasado, lo son en el presente, o lo serán al menos en el final de sus días, dado que es harto improbable en una sociedad desarrollada y medicalizada como la nuestra pasar toda una vida sin contacto con los servicios sanitarios.
Al contrario que otras, esta celebración en concreto cumple un requisito muy conveniente, si no imprescindible, creo yo, para que un asunto merezca la declaración de su día específico: que el colectivo afectado por la cuestión sea lo bastante amplio. En este caso, la población diana es la inmensa mayoría de las europeas y europeos que, en algún momento de su existencia, tuvieron o habrán de tener la condición de pacientes; sin olvidar, claro está, a quienes lo son en la actualidad.
La celebración tiene a su favor, además, el no ser promovida o patrocinada por ningún organismo oficial sino por un colectivo ciudadano denominado Active Citizenship Network (ACN) que agrupa a diversas organizaciones europeas empeñadas en mejorar la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas que les afectan.
Partiendo de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 2000, la ACN redactó en noviembre de 2002 su Carta Europea de Derechos del Paciente cuyo preámbulo se inicia muy significativamente en estos términos: "A pesar de sus diferencias, los sistemas nacionales de salud de los países de la Unión Europea tienen en común el poner en peligro los derechos de los pacientes, consumidores, usuarios, familiares, poblaciones desfavorecidas y ciudadanos de a pie de sus países". Desde luego, no parece la ACN un colectivo inclinado a morderse la lengua. La carta identifica y define catorce derechos básicos de todo paciente en sus relaciones con los Servicios de Salud. A mi juicio, no están todos los necesarios pero todos los recogidos lo son.
Desde 2007 la ACN instituyó además este Día Europeo de los Derechos de los Pacientes con la finalidad de que "aquellas organizaciones ciudadanas activas que trabajen en el campo de los derechos de los pacientes a nivel nacional" puedan dedicarse a "informar, debatir y adoptar compromisos para mejorar los derechos de los pacientes en Europa". Objetivo loable donde los haya al que, como miembro de la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (AFDMD), he dedicado y dedico mi tiempo y esfuerzo, al igual que hacen muchas otras personas.
Es bien sabido que nuestro objetivo primordial en la AFDMD es lograr la despenalización de la eutanasia y que la ley nos reconozca así el derecho a decidir autónoma y libremente sobre todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas, incluido el modo y el momento de morir; probablemente sea menos conocido nuestro activismo en la pedagogía de los derechos sanitarios ya reconocidos.
Como parte de esa labor pedagógica a que nos invita el Día Europeo de los Derechos de los Pacientes, me propongo analizar críticamente el grado de cumplimiento de esos 14 derechos en nuestro país. A ello, y a argumentar sobre un derecho (la disponibilidad de la propia vida) no incluido en la Carta de la ACN, dedicaré mis próximos artículos, a cuya lectura invito a los lectores aunque solo fuera porque han sido, son, o serán, pacientes usuarios de los Servicios Sanitarios.