Las claves del juicio en el que la vergüenza cambió de bando: de la dignidad de Gisèle Pelicot a las condenas a su marido y su manada

Las claves del juicio en el que la vergüenza cambió de bando: de la dignidad de Gisèle Pelicot a las condenas a su marido y su manada

El caso ha supuesto un antes y un después a nivel mundial, con Gisèle Pelicot como icono de la integridad y la grandeza.

Gisèle Pelicot, este jueves en la Corte de Avignon, Francia.EFE

En 2020, un hombre fue detenido en Francia por grabar debajo de la falda a mujeres en un supermercado. El hecho, totalmente deleznable, podría parecer un titular más, pero fue el que destapó un caso para el que no hay adjetivos de horror suficientes. El hombre se llamaba Dominique Pelicot.

Este jueves ha sido condenado a 20 años de cárcel por, durante años, haber drogado a su mujer, Gisèle Pelicot, y haberla ofrecido a decenas de hombres para que la violaran mientras estaba inconsciente. Sus 50 cómplices (que se sepa), su manada compuesta por jóvenes, ancianos, de todo tipo de profesiones y perfiles, han sido todos declarados culpables. Todos fueron cómplices, todos mantuvieron silencio.

Los investigadores pudieron tirar de ese hilo de las grabaciones y se encontraron con las de las violaciones a Gisèle Pelicot, además de imágenes íntimas de su hija y de su nuera, obtenidas también sin su consentimiento.

La víctima, en las semanas que ha durado el mediático juicio en el tribunal de Avignon, ha dado una lección de dignidad y entereza con su decisión de que fuera a puerta abierta para que "la vergüenza cambie de bando". Estas son las claves de todo lo ocurrido, de las condenas y de las lecciones que ha dejado el proceso:

Los hechos

Ni el paso del tiempo atenúa la dureza de la mera transcripción de los hechos. Tras décadas de un matrimonio aparentemente 'feliz', incluso 'idílico' a ojos de los testigos, Dominique inició los abusos en privado y en grupo en 2011, violándola de forma sistemática tras drogarla con alta dosis de ansiolíticos para dejar a Gisèle en un estado de inconsciencia, una 'sumisión química' que anulaba la voluntad de la víctima.

Así, hasta 2020 se sucedieron las sesiones de abusos sexuales grupales, en ocasiones con conocidos y otras tantas con desconocidos a los que Dominique contactó por internet 'ofreciendo' el cuerpo de su por entonces esposa. Al menos 92 violaciones durante diez años lograron probar los fiscales.

La sentencia recoge que el exmarido llegó a "poner en peligro" la vida de Gisèle por los abusos y la cantidad de químicos que le habría hecho ingerir sin ella ser consciente.

50 hombres de toda edad (desde los 27 hasta los 74), condición socioeconómica y profesión. La red de violación múltiple tocaba a bomberos, periodistas, jubilados, militares, enfermeros o camioneros. Muchos de ellos alegarían después, en el juicio, que creían que eran unas prácticas "consentidas".

Todo lo negó la propia víctima, reconvertida en heroína y abanderada del movimiento feminista a raíz de su caso. Gisèle descubrió de forma accidental lo que esa manada de 51 hombres hacía con ella. Fue en comisaria, donde acudió tras la denuncia sobre su esposo por filmar a mujeres por debajo de sus faldas en un supermercado.

En el largo y mediático juicio también el mismísimo Dominique Pelicot anularía la 'versión' de sus compinches, a los que acusó de ser tan "violador" como lo era él, rechazando así que ellos desconociesen las prácticas sexuales a las que sometían a Gisèle sin ella saberlo.

La confesión había sido total. Tras relatar su propia culpa, Dominique Pelicot aún guardaba un extraño alegato final. Una disculpa por "lo sucedido" con un mensaje en forma de alabanza hacia su mujer y de amor hacia su familia para decirle "que la quiero". Pero llamó especialmente la atención su reconocimiento a Gisèle por su "coraje" al haber sido "capaz de soportar las insinuaciones de una supuesta complicidad por su parte".

En paralelo al juicio, los psicólogos y forenses iban dibujando un perfil de Dominique, un tipo "manipulador", "mentiroso" y "perverso". Características que él mismo admitió al reconocer que "no nacemos siendo un perverso, nos convertimos en él".

La(s) sentencia(s)

No ha lugar a dudas. Dominique Pelicot y sus 50 'socios' han sido declarados culpables, empezando por el exmarido, ese 'buen vecino' del que nadie sospechaba y que puso a disposición de decenas de hombres a Gisèle sin ella saberlo.

La condena para Dominique Pelicot es la máxima que podía afrontar según el Código Penal francés. 20 años por un cúmulo de cargos que incluían la violación agravada por haber sedado, agredido sexualmente y ofrecido a su mujer a decenas de desconocidos, así como la captura de imágenes íntimas de su propia hija. Para el cabecilla de la trama de abusos, de 72 años, la prisión será obligatoria durante al menos dos tercios, unos 14 años, tras los que podrá acceder a la libertad condicional.

Tras él, hasta cinco decenas de hombres hasta completar un abanico de condenas de más de 400 años de cárcel; con todo, lejos de los 652 que reclamaba la Fiscalía. Todos han sido condenados por esa violación con agravante de "en reunión", salvo cuatro: tres únicamente responden por tentativa de violación porque no hubo penetración y uno, por abuso sexual. Para la mayoría las penas oscilarán entre los 8 y los 11 años.

Dejando aparte al cabecilla, la siguiente condena más alta ha recaído en un hombre de 63 años que llegó a violar hasta en seis ocasiones a Gisèle. Otro de los principales acusados, Jean-Pierre Maréchal, pasará 12 años entre rejas por replicar los métodos de sumisión química con su propia esposa. Por contra, seis de los acusados quedarán en libertad bien por haber sido castigados con penas exentas de prisión o por haberlas cumplido ya en detención provisional.

Icono feminista y símbolo de la dignidad

Sin duda, Gisèle Pelicot es el icono feminista de este año, hasta el punto de que, en los últimos días, personas de todo el mundo han señalado que debería haber sido ella la Persona del año de TIME —la revista estadounidense se decantó por Donald Trump— y por redes sociales han llegado a circular fotomontajes erigiéndola a ella como esta figura.

El paso al frente que eligió dar de no esconder su rostro, de querer que el juicio se celebrara a puerta abierta, de testificar y hasta de enfrentarse a la proyección en la sala de imágenes de violaciones que sufrió le ha valido que, tanto en Francia como fuera, la palabra con la que más se la ha asociado es 'dignidad'.

Y si 'dignidad' es la palabra, la frase que la representa es el famoso "Que la vergüenza cambie de bando". Este lema contra la violencia sexual no es suyo —en realidad lo pronunció en 1974 otra Gisèle, la abogada feminista apellidada Halimi—, pero lo hizo revivir en el arranque de las sesiones. Toda una reivindicación de que las víctimas se liberen de la culpa, porque eso son, víctimas, y donde se debe poner el foco es en los agresores.

  Imagen de la manifestación del 25N de 2024 en Madrid.Francesco Militello Mirto / Getty Images

Sin ir más lejos, ese lema sobre la vergüenza se convirtió en el de decenas de manifestaciones en España este 25N, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. 'Juntas, el miedo cambia de bando, se leía por ejemplo en la convocada por la Comisión 8M en Madrid. Si en Francia el caso de Gisèle Pelicot ha puesto el consentimiento en el centro e impulsará incluso cambios legislativos en el país galo, también ha resonado fuerte en España, donde veníamos del #SeAcabó —y seguimos; de hecho, el juicio por el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenny Hermoso comenzará en febrero de 2025— y donde están proliferando a través de las redes sociales los testimonios anónimos de cientos de mujeres sobre violencia sexual o conductas machistas que han sufrido. 

Los 'buenos' que eran malos

El juicio también ha puesto sobre la mesa que no existe un perfil del violador y que, desde luego, está muy lejos del estereotipo de hombre malo agazapado en un callejón oscuro. Entre los 51 acusados, cuyas edades abarcan de los 27 a los 74 años, había desde un bombero hasta un jubilado, pasando por un fontanero. Ninguno delató, ninguno reaccionó. Y muchos, según su entorno, eran buenas personas: buenos hijos, buenos padres, buenos maridos.

Pone los pelos de punta pensar en un dato que dio Le Monde: sólo dos de los 72 hombres identificados por los investigadores dijeron que no tras escuchar el ofrecimiento de Dominique Pelicot de violar a su mujer drogada. No sólo eso: algunos 'reincidieron' y la violaron hasta en seis ocasiones. 

"El violador, en algunos casos, puede ser un buen padre, un buen compañero de trabajo, un buen vecino"
Stéphane Babonneau, abogado de Gisèle Pelicot

Como indicó el abogado de Gisèle, Stéphane Babonneau, se ha roto con la imagen del violador como un agresor que utiliza la violencia física o como alguien que socialmente marginado. "El violador, en algunos casos, puede ser un buen padre, un buen compañero de trabajo, un buen vecino. Es importante que en el debate que existe en la sociedad sobre la violación se aparte de una vez por todas la idea de que al violador se le ve venir, que es un hombre malo por naturaleza. Durante mucho tiempo, este tipo de concepción del violador hizo que muchas violaciones no pudieran ser reveladas. Las víctimas pensaban que era imposible que se les creyera cuando denunciaban algo en contra de una persona que tenía una buena acogida social", afirmó, en declaraciones recogidas por RTVE

Un nuevo capítulo

Este jueves, tras conocerse la sentencia, Gisèle Pelicot ha dado otra lección de dignidad. Ha señalado que respeta al tribunal y su decisión, pero su principal mensaje ha sido para "las víctimas no reconocidas cuyas historias quedan en la sombra": "Quiero que sepan que compartimos la misma lucha". "He querido, al abrir las puertas de este proceso, que la sociedad hiciera suyos sus debates. No lo he lamentado en ningún momento", ha remarcado.

"He querido, al abrir las puertas de este proceso, que la sociedad hiciera suyos sus debates. No lo he lamentado en ningún momento"
Gisèle Pelicot, este jueves tras conocer la sentencia

Ahora, aunque se ha descrito como "en ruinas", sigue acudiendo a terapia. Sin embargo, ha rechazado tomar medicación porque, víctima como fue de la sumisión química, no quiere ingerir sustancias.

Precisamente durante el proceso judicial quedó finalizado su divorcio. Según la BBC, ha vuelto a adoptar su nombre de soltera, pero durante el juicio siguió usando el apellido Pelicot "para que sus nietos estuvieran orgullosos de estar emparentados con ellas y no avergonzarse de estar asociados a Dominique".

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