El futuro de las mujeres de EEUU con Trump al frente, un presidente que quiere "protegerlas, les guste o no"
El mandatario ha dejado claro que dejará la legislación del aborto en manos de los estados y se prepara para una vuelta al "poder masculino".
"Voy a hacerlo, les guste o no a las mujeres. Voy a protegerlas. Voy a protegerlas de los migrantes que llegan. Voy a protegerlas de los países extranjeros que quieren atacarnos con misiles, y de muchas otras cosas". Con este mensaje definía Donald Trump el pasado mes de octubre en un mitin en Wisconsin (EEUU) sus futuras políticas en materia de igualdad y dirigidas a las mujeres.
El ya presidente electo de EEUU ha sido acusado nada menos que por al menos 16 mujeres de abuso sexual y fue declarado culpable por abuso sexual y difamación a la escritora E. Jean Carroll en 2023. Aunque esquivó el delito de violación, sí que fue condenado a pagar cinco millones de dólares a Carroll en concepto de indemnización.
Ni esto ni sus múltiples comentarios misóginos ni los 34 delitos por los que se les ha declarado culpable dentro del caso Stormy Daniels —por falsificar registros comerciales relacionados con un pago de dinero para silenciar a la exestrella porno Stormy Daniels con el fin de que su relación extramatrimonial no lo perjudicara en su campaña de 2016 a la Casa Blanca cuyo juez ha retrasado sin fecha la sentencia del juicio penal—, han frenado la reelección del candidato republicano.
Las mujeres han sido sin duda objeto de numerosos comentarios misóginos en su última campaña en la que tachó a Kamala Harris como "malvada, enferma, loca", entre otras lindezas. Eso sin tener en cuenta que en 2021 la calificó a ella y a la también demócrata Alexandra Ocasio-Cortez como "un puñado de señoras con gatos y sin hijos que se sienten miserables de sus propias vidas y de las decisiones que han tomado".
La misoginia de Trump no es algo nuevo y en este nuevo mandato, sus primeros movimientos y nombramientos ya han dado un golpe sobre la mesa a favor del liderazgo masculino más machista. Todo ello teniendo en cuenta que en su anterior mandato ya anuló medidas destinadas a combatir la discriminación laboral, la brecha salarial, el acoso sexual en el trabajo o el abuso sexual en la escuela y la universidad, entre otras.
"Es muestra de todo el movimiento antiagenda de género, lo que llamamos como el gender backlash, se diferencia de otros movimientos más recientes en que no lo ocultan, sino que además lo dicen de manera asertiva y de manera clara", explica a El HuffPost Lina Gálvez, eurodiputada del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (S&D), presidenta de la Comisión de Igualdad de la Eurocámara y miembro de la Delegación para las Relaciones con los Estados Unidos.
Para Gálvez la frase que pronunció Trump en Minnesota es muy "reveladora" con respecto a la "visión que tiene de las mujeres". "Realmente, una visión diferenciada de las mujeres frente a los hombres, como seres o bien complementarios, o bien que se pueden usar, o bien, como dijo en este caso, que necesitan protección, incluso de ellas mismas", recuerda.
En este sentido, Susana Malcorra, presidenta de GWL Voices, apunta a El HuffPost que el caso de Trump y su actitud con las mujeres se refleja directamente en las políticas que promueve. "Cuando existe un liderazgo al que le cuesta reconocer la desigualdad, es muy complicado que haya políticas que vayan a suponer un cambio en positivo para la vida de las mujeres y es muy posible que se tienda a reforzar una visión tradicional del rol de las mujeres en la sociedad retrocediendo en derechos que ha costado mucho conseguir y han beneficiado a todos como sociedad", detalla.
Para Gálvez el caso de Trump no es aislado y lo engloba a nivel internacional dentro de "una internacional de extrema derecha muy clara y con un carácter antigénero" y afecta a las decisiones de las mujeres en todas las áreas.
"Es una concepción de las mujeres como seres realmente no autónomos o no con la misma autonomía. Sabemos también de su pasado, de sus comentarios y eso da, sin duda, alas en Estados Unidos, a toda la misoginia y el ir realmente en contra de toda la agenda de igualdad. Desde la educación hasta, por supuesto, los derechos sexuales y reproductivos", recalca la eurodiputada.
El aborto, la muestra más clara del dominio del cuerpo femenino
La cuestión del aborto ha sido uno de los temas que más ha polarizado la reciente campaña electoral. La derogación en 2022 por parte del Tribunal Supremo de la sentencia precedente Roe contra Wade de 1973 que lo establecía como derecho constitucional ha provocado que 21 estados hayan introducido restricciones en cuanto al derecho a la interrupción del embarazo o directamente su prohibición.
Muchos de ellos han sido feudos republicanos como Florida, Dakota del Sur y Nebraska, por lo que no sorprende la posición del presidente, que ha asegurado que no tomará ninguna decisión a nivel federal y lo dejará en manos de cada estado.
A pesar de las restricciones aplicadas, Gálvez apunta que durante la campaña ha habido varios estados donde el derecho al aborto se ha sometido a referéndum. "La mayoría de ellos ha ganado el derecho al aborto. En algunos no, pero la mayoría de ellos sí", recuerda la eurodiputada, que apunta que, sin embargo, este apoyo popular no se ha trasladado en un apoyo en masa a Kamala Harris en las urnas. "Ha habido como una especie de disociación que todavía hay que estudiar bien y mirar bien los datos en el voto", señala.
Esta desigualdad y las distintas restricciones en cada uno de los estados rompe con el que debería ser un derecho universal para las mujeres. "Cuando hablamos de derechos de las mujeres no podemos olvidar que hablamos de derechos humanos, por lo tanto, su protección en cualquier democracia, debe ser igual para todos los ciudadanos; en este caso, para todas las mujeres", apunta Malcorra.
Para la presidenta de GWL Voices que este acceso sea desigual hace que haya "desplazamiento forzado y suponga costos adicionales y riesgos para la salud". Además, recuerda que "la capacidad económica de las mujeres que se encuentren en esa situación será determinante en muchos aspectos" así como que se "especule con un derecho reproductivo".
Ilegalizar el aborto o poner restricciones no va a reducir las tasas de abortos que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tal y como recalca Malcorra, "son similares en países donde es legal y en aquellos donde está restringido o prohibido".
"Lo que cambia con la prohibición es que el resultado es un mayor número de abortos inseguros, con riesgos para las madres, mayor impacto en mujeres en situación de vulnerabilidad, por lo que sería perpetuar una legislación que ya sabemos de antemano que acaba con los derechos reproductivos de las mujeres", señala.
Para Gálvez, dejar abierta la legislación a los estados "evita la responsabilidad" de Trump en este aspecto, pero lo califica como "un retroceso muy claro" en los derechos sexuales y reproductivos.
Muestra de ello es que en Wisconsin se está tratando de recuperar la ley del aborto en 1849 por la que cualquier aborto es considerado "homicidio" y en la que además se negaría la atención sanitaria en el caso de que se pusiera la vida de la mujer en juego.
"Esto también es bastante sintomático porque dices ¿qué otro paciente, qué otro caso existe que se le niegue la atención sanitaria? Ninguno, es que se le está negando la atención sanitaria", remarca Gálvez. "Realmente hay una negación, una negación de la autonomía de las mujeres sobre nuestro propio cuerpo y una negación obvia también de nuestros derechos incluso a tener el acceso a la salud, a un tratamiento", añade.
Los hombres proTrump bajo el "tu cuerpo, mi decisión", las jóvenes feministas bajo el 4B
La polarización entre hombres y mujeres en Estados Unidos es cada vez más vigente, teniendo en cuenta los resultados electorales. Harris obtuvo el voto del 54 % de las mujeres, en comparación con el 44 % que obtuvo Trump, según las encuestas publicadas a última hora por Edison Research tras las elecciones.
"Las encuestas indican que hay una separación ideológica, cada vez mayor, entre hombres y mujeres", señala Malcorra, quien lo ve como "algo preocupante" y que "nunca se había dado en la historia contemporánea".
"Apunta a la fractura de la sociedad incluso en los niveles más íntimos de la vida de las personas, y a que pueda dificultar las relaciones personales entre hombres y mujeres, ya sean, en lo laboral, la amistad, o las relaciones de pareja", señala. Además, no se muestra especialmente optimista a esta polarización ya que "tiende a impedir la necesaria cooperación entre hombres y mujeres para una buena convivencia".
"De perpetuarse, hay un gran riesgo de que, estas formas de deslegitimizar las voces de las mujeres, se conviertan en reacciones radicales y polarizadas y eviten la falta de soluciones para mejorar la vida de las personas", sentencia.
Desde la victoria de Trump el estallido sexista se ha visto aún más incrementado en redes sociales. Uno de los ejemplos más reseñables fue el de Nick Fuentes, un influencer masculinista y supremacista blanco que volvió viral el mensaje "tu cuerpo, mi decisión" en tono de burla ironizando sobre el mensaje feminista "mi cuerpo, mi decisión", utilizado por el movimiento desde los años 60 en reivindicaciones por la autonomía sexual y reproductiva.
En un informe publicado el 8 de noviembre, apenas tres días después de los comicios, el Instituto para el Diálogo Estratégico (ISD) apuntó a un aumento de los contenidos misóginos en las redes sociales desde finales de octubre. Entre ellos, los mensajes que pedían la erradicación de la 19ª Enmienda de la Constitución estadounidense, que asegura a las mujeres el derecho de voto, habían crecido exponencialmente.
Además, señalaban que el día después de la elección de Donald Trump, se registró un aumento del 4.600% en las menciones en X de las frases "Tu cuerpo, mi decisión" y "Vuelve a la cocina".
Esta brecha electoral de género, también palpable en otros países como Corea del Sur y que poco a poco se va abriendo camino en Europa, ha dado lugar también a movimientos feministas como el 4B, iniciado por las surcoreanas como respuesta al auge de casos de violencia de género y la misoginia. Según el 4B movement, las mujeres que se sumen no deben tener citas, relaciones sexuales, hijos o casarse con ningún hombre. En coreano, las cuatro palabras empiezan por B: bisekseu, bichulsan, biyeonae y bihon. Además, también se han viralizado vídeos de mujeres reivindicando raparse el pelo acabando con este tradicional símbolo de feminidad o apostando por ligarse las trompas.
A pesar de esto, un sector de las mujeres también ha girado hacia el conservadurismo, como son Moms for Liberty o las conocidas como tradwives, nicho del voto hacia Trump.
"Las mujeres han votado en una proporción mayor a Kamala Harris y los hombres en una proporción mayor a Donald Trump. Aunque no se ha polarizado tanto el voto como se esperaba que se polarizara. Ellos también han jugado con esa idea con muchas mujeres, de decir ‘todo el movimiento woke va a afectar sobre todo a vuestros hijos, que los van a acusar de violadores, etc.’ Entonces ha apelado mucho a las madres también, muchas mujeres han votado incluso protegiendo a sus hijos", explica Gálvez.
Esta podría ser una causa por la que el voto no se haya polarizado tanto entre géneros como se esperaba. "Al igual que aquí en Europa, consiguieron, por ejemplo, que las austríacas identificaran el miedo al inmigrante en las últimas elecciones. Estas conquistas de mujeres en ámbitos específicos, son muestra de que está calando el mensaje conservador. No en todas, porque evidentemente", señala la eurodiputada, que apunta que estos resultados pueden ser "un revulsivo, un catalizador de más polarización" de cara a una brecha mayor en un futuro.
Malcorra recuerda que "el avance de las demandas feministas puede intensificar la resistencia de sectores conservadores, quienes ven estas agendas como una amenaza a los valores tradicionales". "Estos movimientos han movilizado un sector clave del electorado femenino en favor de agendas conservadoras y también suponen un riesgo de retroceder en derechos para todas las mujeres, incluidos para ellas", añade.
La vuelta al "liderazgo masculino" y la esperanza de una mujer presidenta de EEUU
Otro ejemplo de las líneas políticas de Donald Trump en este nuevo mandato son las elecciones de los ya conocidos como sus halcones, personas de confianza de su gabinete de gobierno que muestran el núcleo más duro y conservador del partido republicano. Por supuesto, ampliamente masculino.
Ejemplo de ello son Elon Musk, al que ha colocado al frente del departamento de Eficiencia Gubernamental de EEUU, el que ha sido candidato a fiscal general Matt Gaetz, acusado de tráfico sexual de una menor e investigado por ello por el Comité de Ética de la Cámara., pese a que finalmente ha retirado su candidatura.
"Esos hombres fuertes que está eligiendo Trump para su gobierno, lo que sabemos hasta ahora, es que tampoco auguran una concepción del poder y de la gestión de los asuntos muy igualitaria. Y es como decir que en el poder tienen que seguir estando los hombres", señala Gálvez, quien cree que eso remarca una "identificación del poder con lo masculino que no ayuda a la igualdad".
"Internacionalmente ya sabemos que toda esta ola anti-gender lo es en parte o forma parte de un movimiento internacional en el que además se ha metido mucho dinero y mucha estrategia. Ahora todos estos movimientos van a contar todavía con mucho más dinero y más estrategia", recuerda.
Sobre si en un futuro el escenario podría cambiar y de una vez por todas en unas próximas elecciones pudiera haber una presidenta en EEUU —como ya vaticinaban de la forma más ilusa Los Simpsons— Malcorra y Gálvez se muestran optimistas.
"Perder la esperanza sería el fracaso. Especialmente porque hay que tener presente algunos desarrollos importantes que se han producido desde las elecciones de 2016. Desde entonces, se han producido tres elecciones, y el candidato vencedor ha sido un hombre, sin embargo, el mero hecho de que estemos empezando a normalizar candidatas femeninas en los principales partidos en un avance extraordinario", señala Malcorra.
La presidenta de GWL recuerda el cambio que sea ha dado en la última década, más aún teniendo en cuenta el sistema electoral estadounidense "más de 74 millones de votantes depositaron su confianza en una mujer para ser presidenta de los Estados Unidos".
"Quiero ser siempre optimista y pensar que algún día. Pero desde luego parece que los estadounidenses no quieren a una mujer por ahora como presidenta de los Estados Unidos. No están todavía preparados para eso, o al menos las candidatas que se han presentado", señala Gálvez, que recuerda que no toda la responsabilidad de la derrota debe caer sobre Harris, a la que considera "una buena candidata", sino también sobre los demócratas.
Por el momento, los próximos cuatro años se prevén áridos y difíciles en políticas de igualdad en Estados Unidos, donde la brecha de género sigue siendo de las más altas a nivel económico y también de poder. Y ahí, Trump sí que parece que va a construir un muro.