2023, un año sí o sí marcado por el consentimiento
La ley de Irene Montero y el caso Rubiales han puesto el consentimiento en el centro del debate: ¿qué se ha aprendido este año y qué queda por aprender?
Si el consentimiento seguía en el centro o no en la reforma de ley del sólo sí es sí ha sido uno de los debates políticos del año que termina, y el propio concepto del consentimiento se ha colocado en el centro de la conversación pública durante este 2023. A la propia norma jurídica y la bronca política generada alrededor, a lo largo del año se sumaron algunos casos mediáticos.
El principal y más sonado, que ha llegado a acaparar la atención internacional, es el del beso que Luis Rubiales, entonces presidente de la Federación Española de Fútbol, le espetó a Jenni Hermoso en plena celebración de la victoria de la selección femenina en el Mundial de Fútbol el 20 de agosto. Muchos espectadores se quedaron helados al ver el gesto, y acudieron rápidamente a las redes sociales a mostrar su estupor, acrecentado por una frase de ella en un vídeo en el vestuario: "No me ha gustado. (…) ¿Pero qué hago yo?". La bola se fue haciendo cada vez más grande y no fue suficiente para pararla con un vídeo de disculpas de Rubiales. "No me queda otra que pedir perdón si hay gente que se ha sentido dañada", dijo en la grabación, hecha en el aeropuerto.
Días después, convocó una rueda de prensa, supuestamente para anunciar su dimisión, pero el giro de guión fue total: no sólo no dejó el puesto, sino que, tras relatar su versión de los hechos, cargó contra "el falso feminismo". Falso o no, el feminismo se volcó con el hashtag #SeAcabó, en apoyo a la jugadora y también para relatar otras historias de machismo en primera persona.
A día de hoy, Rubiales está destituido, además de inhabilitado tres años por la FIFA. El asunto está en manos de la Audiencia Nacional y, de hecho, Hermoso está citada para declarar el 2 de enero.
Un mes después del estallido del caso Rubiales, muchos usuarios de X (antes Twitter), volvieron a acordarse del consentimiento tras ver a Daniel Viondi, concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid, darle palmadas en la cara al alcalde Almeida en un pleno. Ironías de la vida, se debatía una iniciativa para renombrar el Antiguo Canódromo de Carabanchel en honor a Jenni Hermoso. Viondi fue expulsado del pleno y esa misma tarde renunció a su acta.
"Es usted un violento en los plenos, señor Viondi, y no se lo voy a permitir. No me vuelva a tocar jamás la cara. Jamás" fueron las palabras de Almeida al denunciar lo ocurrido. El regidor recalcó: "Y señora (Reyes) Maroto, espero que tome medidas, porque jamás se puede tocar como ha hecho él tres veces en la cara".
Y todo esto dentro del contexto de un año político caldeado por la ley del sólo sí es sí, que fue aprobada en el Congreso en agosto de 2022 pero que el ala socialista del Gobierno de coalición se vio obligado a reformar este año después de la cascada de reducciones de condena y excarcelaciones de agresores sexuales. Según datos de noviembre del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), se contabilizaron hasta dicha fecha 1.233 reducciones de pena y 126 excarcelaciones en aplicación de la norma. Constituyen, en total, el 31,4% de los casos revisados.
Sánchez, temeroso de que este 'agujero' en la ley le pudiera perjudicar electoralmente, decidió de forma unilateral presentar una reforma para elevar las penas de prisión cuando las agresiones se cometieran con violencia o intimidación o cuando la víctima tuviera la voluntad anulada. De este modo, se rescataban las horquillas del Código Penal previas a la aprobación, puesto que la ley redactada por Igualdad unificaba todos los ataques sexuales bajo el delito de agresión, ampliando la horquilla de penas tanto por arriba como por abajo para recoger todos los supuestos que antes se dividían en dos delitos: abuso y agresión. Pero una vez se modificaron las penas, los agresores condenados pidieron que se les aplicara la nueva ley si había oportunidad de una rebaja de su pena.
Podemos se sintió traicionado por el PSOE al aprobar esta reforma de la mano del PP y consideró que la reforma volvía a dejar el consentimiento fuera del centro de la ley. Con un semblante muy triste, la ministra de Igualdad, Irene Montero, calificó dicha reforma en el Congreso de "retroceso" porque "basa la credibilidad de las víctimas en las heridas que tienen sobre el cuerpo" y convierte a las mujeres que no pueden probar la violencia en "víctimas de segunda". El PSOE, a su vez, criticó a Podemos por llevar meses "intentando sacar rédito de un tema tan sensible como la violencia sexual".
La formación morada siempre defendió que la ley estaba bien hecha y acusó de "machistas con toga" a los jueces que aplicaban las rebajas de condena al entender que estaban llevando a cabo una lectura subjetiva y parcial de la norma. Ya meses después, cuando Irene Montero enfilaba su salida del ministerio de Igualdad, sí culpó al "Ministerio de Justicia del PSOE" del "error garrafal" del 'solo sí es sí'.
"No se ve como algo activo"
Son muchos los sinónimos de consentimiento que da el diccionario de la Real Academia, como permiso, autorización, licencia, conformidad, asentimiento, aprobación, beneplácito, aquiescencia, venia o anuencia. En todos ellos subyace una idea, la de estar de acuerdo, aunque algunos expertos ni siquiera creen que consentimiento sea el término idóneo.
"La palabra no me gusta", afirma Gregorio Gómez Mata, secretario de la asociación contra la violencia de género Alma. "Yo tengo aquí a montones de mujeres que no han tenido más remedio que consentir unas relaciones, pero eran auténticas violaciones, porque no las deseaban. Para mí, es más la palabra deseo", explica.
"Al final es entender que tenemos que asegurarnos de que la otra persona desea ese tipo de acercamiento y que las cosas son mutuas", apunta Alba Martínez Rebolledo, agente de igualdad y pedagoga especialista en violencia sexual y educación sexual en Equipo Ágora.
Como aclara, la propia palabra consentimiento da una idea de "permitir algo", cuando "en realidad, en los acercamientos físicos, sexuales o afectivos la acción tiene que ser algo activo por las dos partes, no una parte que propone y la otra que simplemente acepta". "Y todavía eso está muy integrado en la propia palabra consentimiento, no se ve el consentimiento como algo activo, algo mutuo, algo deseado", opina.
Mucho por "romper" y la educación como herramienta
A pesar de lo muy presente que el consentimiento ha estado en los medios y en el debate público, Gómez Mata no cree que se haya traducido en una mayor conciencia social. "A nivel general, todo el mundo se ha apuntado al boom del tema de Rubiales, pero también ha valido para que muchas negacionistas sigan batallando. Realmente, a la hora de la verdad, no se ve", sentencia. "No hay más que ver las noticias todos los días, con la cantidad de abusos y violaciones, que está habiendo, y cada vez más en menores", recuerda con pesimismo.
La investigadora y activista feminista Clara Serra, preguntada por El HuffPost en una entrevista en noviembre acerca de si ha cambiado este año la visión del consentimiento señaló que el caso Rubiales "ha producido un cambio con el que se ha establecido la expresión 'beso no consentido": "Después de este caso, se usará mucho más. Se hablará de los besos no consentidos dentro de lo que calificamos como agresión sexual. Esto es el efecto de la reforma de la ley que hemos tenido y de este caso en particular".
Para Martínez Rebolledo, el caso Rubiales "ha puesto sobre la mesa el tema del acoso en los espacios laborales": "Creo que ha llegado un punto en el que hay un rechazo mayoritario a que ese tipo de acercamientos se den en ese tipo de escenarios". A su juicio, "la sociedad cada vez está más educada en tener en cuenta que hay cierto tipo de acercamientos que no se pueden hacer cuando no tenemos la seguridad de que la otra persona lo vaya a recibir adecuadamente".
La experta en igualdad resalta algo que quizá se haya aprendido este año sobre consentimiento: que hay contextos en los que se aceptan determinadas situaciones "porque no se sabe responder en el momento". "Muchas veces se dejan pasar y creo que eso es algo que ha quedado claro, que porque en el momento los hayamos pasado por alto no quiere decir que realmente quisiéramos que eso ocurriera, sino que simplemente nos hemos dejado llevar por la situación porque no teníamos las herramientas o la preparación para hacerlo de otra forma", expone.
¿Y qué camino queda por recorrer? Para ella, aún quedan "por romper" muchas cosas, puesto que aún hay "mucha polarización": "Parte de la sociedad considera que esto son tonterías y que todavía tiene muy normalizada, por ejemplo, la cultura de la fiesta donde todo puede pasar. O la idea de que cuando se está ligando con alguien, parece que cuando se da pie a algo ya eso significa que todo lo que viene después también se le ha dado pie y como que las personas nos deben algo".
"La base fundamental para cambiar esto es la educación, no hay otra. Desde el primera nivel educativo", defiende el portavoz de Alma. Subraya además la necesidad de que el profesorado tenga formación en igualdad, puesto que "les estamos dando unas obligaciones sin haberlos formado". Desde su asociación intentan poner su granito de arena con el proyecto Igualex, destinado a los docentes, con "herramientas para trabajar la igualdad en todas las asignaturas".