Volver a la guerra de 2008
La semana pasada, cuando todo esto empezó, era como cualquier otro día en la oficina. Alrededor de las 3:30 pm nos enteramos de que uno de los mayores líderes de Hamas había muerto. Entonces supe que algo malo iba a suceder muy pronto.
La semana pasada, cuando todo esto empezó, era como cualquier otro día en la oficina. Alrededor de las 3:30 pm nos enteramos de que uno de los mayores líderes de Hamas había muerto. Entonces supe que algo malo iba a suceder muy pronto. Y así fue. Estaba terminando de trabajar cuando mis padres llamaron pidiéndome que volviera a casa de inmediato, porque tenían el presentimiento de que se producirían ataques en las próximas horas. Mientras conducía hacia allí vi delante de mí cómo un F16 lanzaba un cohete. ¡De inmediato fui consciente de que la guerra de 2008 se volvía a repetir! Los bombardeos no cesaron esa noche ni al día siguiente. Mis padres decidieron mudarse a la casa de unos parientes, no porque fuera una zona más segura, sino porque estar cerca de la gente y la familia ayuda a mi hermana pequeña y mi madre a estar más tranquilas.
Como tengo acceso a internet, puedo revisar mi correo electrónico regularmente y sacar algo de trabajo desde casa. Pero estoy preocupada por mis colegas, aunque he estado en contacto con ellos una vez al día y sé que de momento están sanos y salvos. Sin embargo, estoy aún más preocupada por los beneficiarios que viven en las áreas más peligrosas y especialmente por los no podemos contactar.
Durante la guerra de 2008 tuvimos que dejar nuestras casas tantas veces a las tres de la madrugada para refugiarnos en un lugar más seguro que esta vez decidimos no esperar más e hicimos las maletas de inmediato. No es nada fácil dejar tu casa sin saber qué es lo que va a pasar, cómo te la vas a encontrar a la vuelta, si es que para entonces sigue en pie.
Cuando por fin se produzca un alto al fuego, habrá un montón de problemas en Gaza. Mucha gente habrá perdido sus casas en los bombardeos, no tendrán donde vivir, ni agua corriente, ni comida.
En mi familia no hay niños pequeños (el más joven de mis hermanos tiene 19 años), pero mis amigos que tienen hijos me cuentan cómo, durante los bombardeos, tratan de calmar a sus hijos contándoles que son fuegos artificiales. Pero ellos nunca les creen. No pueden comprender por qué pasa lo que pasa. Siguen preguntándose una y otra vez si se levantarán al día siguiente o no. Se me parte el corazón.