La agenda de Falsarius: el niño que quería ser lechuga
Pese a lo que dice alguna leyenda urbana es falso que yo sólo me alimente de latas, sin tomar nunca productos frescos. Es más, lo verde me encanta. De hecho, de pequeño, mientras otros querían ser torero, notario o astronauta, yo quería ser lechuga.
LUNES: Hay que ver el juego lingüístico que dan unas bolitas de carne picada. Arbóndigas, alblóndigas, armondiguillas, albóndigas, almóndigas... La vida está llena de matices.
MARTES: No se puede vivir con miedo. Es una pena que el valor no pague las facturas.
MIÉRCOLES: Aprovecho la noche lluviosa para probar el Garum 2012, de bodegas Luis Pérez, que acaba de salir. Los tintos de Cádiz cada vez me enamoran más. Como me cuenta un amigo que le dijo el otro día un camarero de por aquí: "Últimamente se están haciendo mu güenos Riojas en Cádiz".
JUEVES: Pensando en un disfraz para Halloween llego a la conclusión de que si realmente quiero dar miedo lo ideal sería disfrazarse de obesógeno. Es sólo la palabra y ya acojona...
VIERNES: Tras un arduo trabajo de campo llego a una conclusión. Tú adelgazas y cuando inevitablemente vuelves a engordar, la grasa se vuelve a situar exactamente en los lugares en los que estaba. Esto me lleva a una sorprendente conclusión: los kilos de más tienen memoria.
SÁBADO Y DOMINGO: Pese a lo que dice alguna leyenda urbana es falso que yo sólo me alimente de latas, sin tomar nunca productos frescos. Es más, lo verde me encanta. De hecho, de pequeño, mientras otros querían ser torero, notario o astronauta, yo quería ser lechuga. No es que me pareciera especialmente apasionante, pero en la picarona astucia de mis pocos años ya me había dado cuenta de que las mujeres se pirraban por la lechuga. Ibas a una comida y mientras los hombres se lanzaban como locos a pedir chuletones, pescados o potajes varios, las señoras, que ya por aquel entonces me gustaban bastante, siempre pedían una ensalada. La conclusión estaba clara, para gustarle a las mujeres lo mejor era ser lechuga. Más tarde, claro, descubrí que las lechugas, por sí mismas, no tienen ningún atractivo sexual (vamos, sexual ni de ningún otro tipo) lo que tienen es que adelgazan. Pero de hecho esa simpatía por lo verde siempre ha seguido ahí. Curiosamente una de las recetas más populares de mi blog son unas judías verdes a la traicionera, que no llevan latas, ni congelados, ni nada parecido. Sólo verduras, y eso sí, un poco de jamón rico de esos cerditos campestres, que por su rural crianza son casi como florecillas del campo. Hoy vuelvo a las judías verdes, con esta receta de nuestra Operación Tipazo que espero que os guste tanto como a mí. No conseguí ser un niño lechuga, pero voy por bastante buen camino para acabar siendo un viejo verde.