¿Quo vadis, PSOE?
Con los resultados de las elecciones europeas, al aparato de Ferraz le será difícil contener la ansiedad de una militancia que hace meses que clama por el cambio y, por tanto, su hoja de ruta. A la vista del histórico batacazo, noviembre puede convertirse en julio; las primarias, en un congreso extraordinario y Alfredo Pérez Rubalcaba en un secretario general que no acabe el mandato de cuatro años.
El destino de la UE, el menoscabo del bipartidismo, el rumbo del proceso soberanista, el rechazo de los españoles a los ajustes del Gobierno... y el futuro inmediato del PSOE. ¿Quo Vadis, PSOE? Del resultado de las elecciones europeas dependía también el ritmo que los socialistas impriman, finalmente, a su calendario orgánico. Y a la vista del histórico batacazo, noviembre puede convertirse en julio; las primarias, en un congreso extraordinario y Alfredo Pérez Rubalcaba en un secretario general que no acabe el mandato de cuatro años. Quién sabe. Todo es incierto en un PSOE que desde noviembre de 2011 no ha parado de encadenar derrotas y crisis internas a cuenta de la "herencia Zapatero", un débil liderazgo y la falta de un proyecto claro. Lo de anoche empeora el panorama. Una derrota histórica que ni siquiera paliará el notable retroceso de un PP que sigue por delante. Así que o el PSOE afronta un proceso de profunda metamorfosis o dejara de ser el PSOE.
Pocos se atreven a especular sobre el futuro inmediato hasta que no emita señales Andalucía que, en el lenguaje del socialismo, hoy es sinónimo de Susana Díaz. No sólo tiene el poder orgánico de la mayor federación del PSOE y el institucional de la Comunidad Autónoma con mayor número de habitantes, sino que en estos comicios su región, ha sido el único territorio donde los socialistas fueron primera fuerza política. No sólo eso: el 26,3 por ciento de todo el voto socialista procede de Andalucía, donde Díaz se ha impuesto en las europeas al PP por casi diez puntos.
Los socialistas entran de lleno ya en la carrera por la sucesión y los aspirantes, en escena. De Carme Chacón y de Eduardo Madina se sabe que, antes de conocer el alcance del resultado, eran partidarios de defender tanto el procedimiento como el calendario (primarias y noviembre). La primera porque a su regreso de Miami y en su efímera participación en la campaña electoral ha podido comprobar por ella misma que los apoyos que cosechó en el Congreso de Sevilla frente a Rubalcaba ya no son los que fueron. Tanto que algunos de sus valedores en aquel cónclave se han pasado con armas y bagaje a la opción Madina al entender que la catalana ya es pasado, que cometió un error al tomarse un año "sabático" en el peor momento para el socialismo y que con ella jamás se restañarían las heridas que aún supuran de aquél cónclave sevillano.
El secretario general del Grupo Socialista, Eduardo Madina, también invocaba el procedimiento y el calendario. Primero, porque forma parte de la dirección federal que los aprobó y segundo porque, a diferencia de otros, él siempre defendió esos plazos. De los planes de Patxi López poco se sabe. Pero en el recuerdo colectivo aún está su intento de forzar la dimisión de Zapatero con un congreso extraordinario en mayo de 2011 después del batacazo del PSOE en municipales y autonómicas. Del cuarto aspirante en discordia, Pedro Sánchez, se dice que tiene interés en anunciar más pronto que tarde su candidatura, quizá porque es de entre todos el más desconocido para las bases.
Con los resultados de las elecciones europeas, al aparato de Ferraz le será difícil contener la ansiedad de una militancia que hace meses que clama por el cambio y, por tanto, su hoja de ruta. El hoy número uno del PSOE no es de "efecto diésel" de modo que, pese a la hecatombe, nadie espera una dimisión ante la Ejecutiva Federal que se reúne este mismo lunes, pero sí una señal inequívoca de retirada ante el máximo órgano entre congresos. En el horizonte no se atisba, por tanto, la constitución de una gestora, sino otros dos escenarios.
Uno, adelantar la elección del candidato al mes de julio o al de septiembre haciéndolas coincidir con la consulta que elegirá a los cabezas de lista de municipales y autonómicas. Y dos, forzar un congreso extraordinario que desplace las primarias para más adelante y las convierta de facto en una plataforma de proyección para un nuevo secretario general al que nadie intentaría disputar el pódium. Ahí es dónde tanto el "Viejo Testamento" del PSOE como algunos barones son partidarios de ungir a un candidato capaz de unir todas las sensibilidades del partido. Y hay quien está interesado en que a esta operación se le cuelgue el nombre de Eduardo Madina. No sólo porque Felipe González le vea con buenos ojos, Zapatero no oculte su predilección por él o Rodríguez Ibarra haya declarado en público que es la opción más segura, sino porque de entre los nombres que suenan sería el único capaz de evitar una nueva fractura. Él niega la mayor, considera imprescindibles las primarias y además atribuye intereses espurios a quienes tratan de colgarle el traje de "candidato del aparato".
Mientras todo esto ocurre en la trastienda del PSOE, Susana Díaz se volcaba en la campaña y sólo en la campaña. No ha hablado con ningún aspirante ni ha tenido contacto con otros secretarios generales más que para intercambiar impresiones sobre el grado de movilización en los territorios, para no despistarse de su objetivo: lograr una victoria holgada en Andalucía. Conseguido de sobra su objetivo, hará valer su primacía. Nadie lo duda. Y por eso, aspirantes, barones y, por supuesto, el aparato de Ferraz están pendientes de las señales que emita. No lo hizo la noche electoral, y tampoco lo hará el lunes, pero sí el martes, día en que ha convocado a su Ejecutiva. Todo el PSOE mira a Sevilla a la espera de signos palmarios.