Hay vida más allá de la refriega
Anoten el nombre de Juan Lobato porque dará que hablar. Aún no está claro si su futuro estará en la política autonómica o en la nacional. El salto, dicen, está por determinar, pero llegará. El PSOE no está sobrado de talento ni de cantera como para prescindir de aquellos que arriesgan, piensan por sí mismos y tienen propuestas superadoras de las luchas intestinas.
Salgan, por un momento, de la actual refriega socialista. Dejen para otro día el acertijo sobre de dónde sale el dinero con el que Pedro Sánchez financia su campaña, si la gestora va o no a rebufo de lo que le marca el ex secretario general, de si liderar el PSOE requiere dedicación parcial o plena, de si alguien desea que uno mande y todos obedezcan, de si Susana Díaz anunciará su candidatura el próximo 18 o en 2018 o de si está a punto de empezar una guerra muy sucia...
Amplíen el foco. ¿Imaginan un socialista poniendo por escrito que la desconfianza y la pérdida de credibilidad del PSOE se debe, entre otras cosas, a sus posiciones ideológicas y programáticas difusas, a los enfrentamientos casi permanentes y a la falta de atracción y selección de talento para los puestos de representación y dirección?
¿Han escuchado a algún miembro del PSOE reconocer que el 15-M se produjo después de 7 años de un gobierno de izquierdas, y que este movimiento aún espera de los socialistas una respuesta a sus demandas legítimas y acertadas?
¿Alguien que apueste por un partido sin complejos en lo político y en lo orgánico y que no tenga miedo a profundizar y explorar nuevos y mejorados sistemas de participación?
¿Un nombre que apunte las graves consecuencias de la mediocridad política que sufre España desde hace años?
¿Una voz que clame contra un sistema electoral y de selección de cargos públicos que no premia ni fomenta la capacidad y el talento y, a la vez, plantee soluciones para ello?
¿Una solución para el encaje de Cataluña en España, que no plantee barreras a un deseo de expresión sobre el sentimiento de pertenencia o la identidad nacional y no desborde el marco constitucional?
Anoten el nombre de Juan Lobato. Técnico de Hacienda del Estado, profesor de Derecho Tributario en la Universidad Autónoma de Madrid, licenciado en Derecho y Administración y dirección de empresas por la Universidad Autónoma de Madrid y alcalde de Soto del Real desde 2015.
Dará que hablar. Aún no está claro si su futuro estará en la política autonómica o en la nacional. El salto, dicen, está por determinar, pero llegará. El PSOE no está sobrado de talento ni de cantera como para prescindir de aquellos que arriesgan, piensan por sí mismos, tienen propuestas superadoras de las luchas intestinas y no forman parte de quienes transigen con según que reglas por mantener un escaño o creerse imprescindibles en el foco público.
De momento, su propuesta, La España que queremos y el PSOE que necesitamos no había roto la barrera del atronador ruido que desde hace meses suena en el socialismo. Y eso que hasta la "todopoderosa" Susana Díaz quiso hasta dos veces plantarse en Soto Del Real para conocer las intenciones del joven regidor y convencerle para que se sumase a las huestes del "susanismo", un ejército en el que algunos no emiten señales que inviten a romper con la actual dinámica de confrontación ni a superar los debates nominalistas que llevaron al PSOE al naufragio colectivo.
Juan Lobato, que considera el enfrentamiento actual entre socialistas fruto de "la falta de un diálogo sincero, libre y valiente durante años", apuesta por un debate sin límites, una renovación completa de las estructuras orgánicas, un liderazgo colectivo y una decidida reacción para actualizar la relación de la socialdemocracia con la sociedad para acercarse de nuevo a jóvenes, clases medias y urbanas. Y todo con un PSOE que huya de presidencialismos.
De ahí un documento, de 58 páginas, valiente y rompedor en lo político, lo económico y lo orgánico, que va más allá tanto de lo que los coordinadores de la ponencia marco del PSOE están dispuestos a explorar como de lo que Pedro Sánchez sería capaz de expresar, con ayuda o sin ella, de las grandes agencias de comunicación, los gurús de la economía o los referentes de la izquierda tradicional.
La España que queremos y el PSOE que necesitamos es un texto construido sobre cuatro paliares estratégicos: la economía sostenible del conocimiento, una fiscalidad justa y redistributiva, derechos y servicios públicos para el progreso y una democracia ágil y eficaz. Una propuesta de alguien con ambición de país, hambre de partido e inteligencia suficiente para desmarcarse del "su" y del "sa" con una oferta oxigenante e innovadora. No en vano todos le cortejan, si bien no parece que nadie le haya convencido para que forme parte de una de las trincheras desde las que se libran estas primarias.
El documento, que Lobato colgó hace tan sólo una semana en su página web, ha sido enviado a 1.500 socialistas y, como admite en declaraciones a El Huffington Post, surgió allá por noviembre como consecuencia "de un debate vacío de ideas en el que sólo contaban los nombres", el que vivió el PSOE después del desgarrador Comité Federal del 1 de octubre.
Está nutrido de una recopilación de artículos y pensamientos del alcalde de Soto del Real, pero también de sugerencias y publicaciones de otros jóvenes socialistas alejados de la refriega orgánica y con vida profesional más allá de unas siglas, entre los que están, entre otros, el eurodiputado Jonás Fernández o el diputado Ignacio Urquizu. Savia nueva. El resultado final ha sido redactado por el propio Lobato, que lo ha remitido también a los coordinadores de la ponencia política y económica, aunque ni José Carlos Díaz ni Eduardo Madina hayan tenido tiempo para leerlo en profundidad.
Lo que la gestora no incorpore al documento marco, se presentará en forma de enmiendas, si bien no parece que el desarrollo del debate por el que transita la competición socialista tenga mucho que ver con el modelo Lobato, sino más bien con el mantenimiento del statu quo. Al menos, quedará constancia escrita de que hay vida inteligente en el PSOE y de que es posible un socialismo que no surfee sobre cuestiones polémicas, como ha ocurrido este fin de semana con la derogación de la reforma laboral.
Aquí algunos ejemplos: la sostenibilidad del sistema de pensiones y la búsqueda de fuentes de financiación complementarias como un fondo de capitalización que garantice la jubilación de los aportantes, la unificación de los impuestos de Renta y Patrimonio, el pago de las tasas universitarias una vez que el desarrollo profesional del alumno permita asumir los gastos, la ampliación del uso de consultas ciudadanas para asuntos de interés general, la puesta en marcha de presupuestos participativos estatales y regionales o la aplicación de un doble filtro para la elección de cargos públicos.
Con todo y como lo que está en juego además de un de un modelo de país, es un modelo de partido, Lobato y el grupo de jóvenes socialistas que tienen vida profesional fuera de las siglas, rechazan como primera premisa que, ante la convocatoria de los congresos federales, sean las direcciones salientes (en el caso actual, la gestora) quienes determinen la línea política para los próximos cuatro años. De ahí que apunte hacia un modelo en el que se exija normativamente a los líderes que aspiren a dirigir el PSOE presenten un candidatura con un líder, un equipo y un proyecto. Y que una vez, determinado el liderazgo y por tanto el modelo de país, se proceda al sistema de enmiendas desde el nivel local hasta llegar a la definición final por parte de los delegados.
Esto, además, de que el PSOE se tome en serio la tarea de atraer talento hacia sus filas para estar representado por direcciones políticas potentes en todos los niveles de la organización. Su fórmula: que la presentación de candidaturas sea libre, sin necesidad de reunir un número determinado de avales y que la elección sea a dos vueltas (una primera entre todos los aspirantes y una segunda entre los dos que más apoyo hayan obtenido en el caso de que ninguno alcanzara el 50 por ciento de los votos en la primera vuelta y no hay una diferencia de más de 30 puntos entre los dos primeros).
Propone también que los militantes decidan no sólo sobre el secretario general, sino también sobre sus equipos. Y en un momento en que en el PSOE está en cuestión si las primarias a candidatos a la Presidencia del Gobierno deben mantenerse, como se aprobó en el anterior congreso, abiertas a la ciudadanía, el alcalde Soto del Real es partidario de extenderlas también a la elección de los aspirantes a gobiernos autonómicos y alcaldías.
Plantea además un cambio en el orden establecido para la celebración de los congresos de tal modo que primero se elija a los líderes de niveles inferiores, desde abajo hacia arriba y no a la inversa. Y sobre las consultas a la militancia propone que se limiten a asuntos de especial trascendencia para la acción política que precisen de una solución rápida que no pueda esperar a un proceso congresual; que traten sobre cuestiones de acción que no hayan sido determinadas previamente en el congreso o que, habiéndolo sido, excitan razones justificadas para consultar sobre su modificación o que tengan que ver con asuntos que no generen consensos evidentes.
Asuntos todos ellos que, de momento, no están en la agenda de quienes competirán por la secretaría general del PSOE ni de sus equipos. Alguien debería preguntarse cuál es el motivo y en qué momento los socialistas se volvieron conformistas, aceptaron que las cosas son como son y prefirieron ser más de lo mismo.