Con la venia de Iglesias
Cuando se le pregunta a Pablo Iglesias por el regreso a la primera línea de Iñigo Errejón responde que la dirección morada trabaja para reforzar su perfil como candidato oficioso a la la Comunidad de Madrid, y que sólo por ello quien fuera su 'número dos' ha recobrado protagonismo en el espacio político durante las últimas semanas.
¿Nada más? El inventor de la "máquina de guerra electoral" llevaba casi un año en modo silente y desaparecido. En una discreta segunda, tercera o cuarta fila. Unos dicen que para asimilar la derrota de Vistalegre II. Otros, que a la espera de una segunda oportunidad en el caso de Podemos "no pudiera". En el fondo, quienes le conocen bien sostienen que siempre deseó "hacerse un Sánchez", esto es, reconquistar posición en el caso de que Pablo Iglesias se hundiera. Lo cierto es que en los últimos días ensaya su propia versión del célebre tango. Tras Gardel, Plácido Domingo, Roberto Carlos, Estrella Morente o Raphael, aquí llega ahora el "Volver" de Errejón.
Sin frente marchita, pero desde lejos, también en su caso, las luces van marcando el retorno. Por algo se dice de él que es una especie de Fouché redivivo y que, igual que el camaleónico político francés, posee la misma habilidad para asegurarse su propia supervivencia y mantenerse en el poder a toda costa independientemente de quién lo ocupe.
Audaz, frío e impenetrable, Errejón se ha cuidado mucho de que sus movimientos en el último año por los cenáculos madrileños no trascendieran a la opinión pública y que su sombra no se proyectara ni se inmiscuyera en la estrategia seguida por Pablo Iglesias aunque no la compartiera, como fue el caso ante la crisis catalana. "Un partido progresista que no reivindica la identidad nacional no es útil", dijo antes de que los suyos descarrilaran en Cataluña en una entrevista en la que confesó emocionarse tanto con la bandera de España como con el rock radical de La Polla Records. Ahí es nada.
Salvo un par de apariciones puntuales, en el último año apenas se ha prodigado por los medios de comunicación, pero poco a poco ha ido dando pasos de cara a su candidatura a la Comunidad de Madrid, un destino que en su día aceptó a regañadientes cuando Iglesias se lo ofreció. Tanto que se tomó su tiempo antes de encajar definitivamente su próximo destino y confiar en la honestidad que la dirección le prometió si aceptaba el reto de arrebatarle a Cristina Cifuentes el sillón de la Puerta del Sol.
Hoy, a pesar de que Podemos no pasa por su mejor momento e Iglesias es el líder político peor valorado en las encuestas, Errejón ha asumido resignado su nuevo destino, si bien su papel en asuntos que van más allá de su paciente reconversión a la política madrileña ha dado pábulo a quienes siempre le vieron renuente a dar un paso atrás en el espacio nacional.
Una pregunta en la sesión de control al Gobierno hace un par de semanas -la primera en nueve meses-, varias conexiones desde el Congreso con los programas matinales de televisión, su papel en la reforma electoral impulsada por los "morados" y su reiterada presencia en las manifestaciones de los jubilados han disparado la rumorología entre propios y extraños.
Y es que, aún distanciado del núcleo de dirección, nadie duda en Podemos que el que fuera 'número dos' de Iglesias ha decidido construir su propio espacio y está ya en su propia campaña que, para algunos, trasciende con mucho la escena madrileña. Esto ocurre justo en el momento en que Unidos Podemos y sus confluencias han perdido un tercio de su electorado a lo largo de 2017, según señala un documento interno elaborado por Carolina Bescansa sobre el CIS de enero, pese a que el sondeo oficial daba a los morados medio punto más en intención de voto que en noviembre.
En el mismo documento, elaborado por Bescansa a espaldas de la dirección, se sostenía además que Podemos era entre todas las formaciones del mapa político la que más rechazo generaba entre los españoles y la que menos porcentaje de votos leales sumaba.
Y mientras esto ocurre, Errejón se deja ver en conferencias, presentaciones de libros, concentraciones y programas para hablar no de Madrid, sino de la necesaria cooperación de las fuerzas madrileñas, de la grata sorpresa que le ha supuesto el apoyo de la Iglesia católica a la huelga feminista del 8M y de pensiones dignas. Y sólo de cuando en cuando se deja ver por alguno de los 179 municipios de la Comunidad de Madrid. En Parla, donde estuvo hace cinco días en una charla sobre movilidad y transporte, ya participa hasta en actos conjuntos con IU, pese a que no fue él precisamente el más defensor de la confluencia con los de Garzón en las últimas elecciones.
Será que ya no cree que "haya que evitar quedarse atrapados en etiquetas más estrechas" ni que "dos más dos sumen menos". O será que estar fuera y silente le debilita y ha decidido regresar por ello al centro de la escena. Con la venia -o no- de Pablo Iglesias.