Y el Feminismo hizo justicia
“Cuando vamos a salir por la noche y sé que voy a volver sola, siempre pienso qué zapatillas ponerme por si tengo que volver corriendo”. “Cuando pienso que alguien me sigue hago que hablo por teléfono y saludo a cualquier ventana como si me estuviesen esperando”. ”¿No os pasa que cuando vais a volver solas a casa preferís no poneros ropa sexy para que no os digan nada por la calle?”. Estas frases salen de una conversación con mis amigas sobre el miedo a la violación.
Después de tres años recibiendo con impotencia las noticias sobre la violación múltiple de La Manada, el Tribunal Supremo ha fallado que lo que pasó aquella noche de 2016 fue violación y no abuso. Y nosotras recibimos la noticia pletóricas. Esto significa que los agresores serán condenados a 15 años de cárcel y no 9 como se decidió en un primer momento. Son seis años de diferencia que representan el salto de la injusticia a la justicia, del cabreo a la esperanza.
Miles de mujeres hemos hecho nuestro el duro proceso por el que ha pasado la víctima. Sabemos que cualquiera de nosotras podría haber acabado allí la noche de San Fermín. A cualquiera nos pueden violar. A cualquiera nos pueden grabar para después compartir las imágenes con sus amigos. A cualquiera nos pueden juzgar en medios de comunicación por hacer vida normal. Pueden filtrar datos y fotos de cualquiera de nosotras en Forocoches.
La sentencia de La Manada representa una de las grandes victorias para el feminismo actual y a la vez una victoria pírrica: aún queda mucho por hacer. Pero al menos prueba la fuerza que ha cobrado el movimiento durante los últimos años en España. La Justicia se ha revisado y ha rectificado. ¿Lo habría hecho en caso de no existir un fuerte movimiento de mujeres que señala la violencia sexual en sus distintas formas? No lo sabemos. Y tampoco lo sabremos. Porque el feminismo no tiene pinta de hacer una retirada después de esta victoria en su lucha contra el machismo. Una lucha que, por cierto, se lleva librando siglos y no ha derramado ni una gota de sangre.
Hemos pasado del “no es no” al “sólo sí es sí”. Ya no nos vale el “se metió por una calle oscura”, “iba provocando”, “iba borracha” o “era una guarra”. Algo se está moviendo y algo está cambiando. La Manada ha puesto de manifiesto la necesidad de una perspectiva de género no sólo en el sistema judicial, sino en todos los ámbitos de la vida.
Durante tres años, miles de mujeres hemos vivido este caso como algo personal sintiéndonos desprotegidas cada vez que el abogado de estos tres individuos era aplaudido en televisión, cada vez que los medios se hacían eco de los vítores que recibía ‘el Prenda’ allá por donde pasaba o cada vez que alguno de nuestros compañeros —algunos de ellos muy queridos y cercanos— cuestionaban a esa joven que le echó los ovarios de irse a denunciar sola tras haber sido sodomizada en un portal a 400 kilómetros de su casa y de los suyos.
Hoy, las mujeres volvemos a estar más unidas que nunca y, por suerte, un poco más protegidas.