Así funciona el 'woke fishing' la nueva técnica de ligar haciéndose pasar por feminista y progresista
'Tranquila, soy aliado'.
“Se hacía llamar feminista, pero de feminista no tenía un pelo”, explica Louise, una estudiante de psicología de 19 años. Al igual que muchas otras mujeres, fue víctima del woke fishing, una nueva técnica de ligue que consiste en adoptar otra ideología y que, pese a lo novedoso que resulta el término, en la práctica ya está muy extendida.
El woke fishing es un término acuñado por la periodista británica Serena Smith para describir una situación en la que una persona finge ser progresista, abierta de mente, antirracista, feminista, etc. para sacar provecho de alguien.
A finales de julio, Serena Smith contó en Vice la experiencia que tuvo con un hombre que le hizo woke fishing. Cuando le reveló a su nueva pareja que quería ser vegana, este no pudo reaccionar peor. “No te irás a convertir en una de esas feministas veganas, ¿no?”. Ella asegura que nunca antes había dicho algo negativo sobre el feminismo. No fue hasta más tarde cuando se dio cuenta de que las opiniones que había expresado no tenían nada que ver con las que de verdad tenía.
El término woke fishing es reciente, pero está formado a partir de dos términos ya existentes: woke y fishing.
Woke era una palabra que en su origen utilizaban las personas negras de Estados Unidos para dejar claro que eran conscientes de las injusticias del sistema opresor que pesaba sobre las minorías. El término volvió a la luz en 2013 en el marco del movimiento Black Lives Matter contra la violencia policial de la que son víctimas los afroamericanos. Desde entonces, el “wokismo” se ha difundido en internet, pero sigue siendo utilizado mayoritariamente por víctimas del racismo.
La palabra fishing (pesca) también se ha utilizado en expresiones como catfishing (la técnica de ligar digitalmente usurpando las fotografías de una persona más guapa o con mejor físico), y woke fishing, un derivado de este fenómeno, solo que en vez de usurpar fotos, manifiestas opiniones e ideologías que no son la tuya con el objetivo de gustar más a la otra persona.
Lee a continuación los testimonios de varias jóvenes francesas.
Caroline, de 19 años, vivió esta situación el año pasado con su exnovio. “Soy una mujer muy abierta de mente. Publicaba muchas fotos en ropa interior en las redes sociales porque me encanta. A él también le gustaba y me decía que era libre de hacer lo que quisiera con mi cuerpo”, explica.
“Él compartía mis fotos con orgullo y yo me sentía genial porque además de sentirme una mujer libre, me sentía respetada”, recuerda.
Sin embargo, al cabo de dos meses, su novio empezó a cambiar de parecer.
“Me pidió que borrara las fotos porque eran vulgares. Al principio defendía la libertad de las mujeres y nos respetaba, pero en cuanto me tuvo en el bolsillo, empezó a meterse con mis seres queridos, con mi forma de vestir y con mi pasado”, comenta la joven.
Llegados a ese punto, Caroline no sabía qué hacer. “Me sentí herida porque yo le amaba, y a raíz de sus palabras, perdí la confianza en mí misma y la autoestima”.
Caroline y Luc siguieron igual durante tres meses, pero ella no pudo soportar más la situación. “No dejábamos de discutir por esto y yo no soy la clase de chica que se calla. Eso no le gustó porque me dijo, y cito textualmente: ‘Yo quiero una chica que sea sumisa y tranquila’. Todavía no se me ha borrado de la mente”.
El joven con quien salía Louise, de 19 años, guardaba muchos secretos que ella ni sospechaba. Se conocieron por Twitter y salieron juntos unos dos meses. “Parecía abierto de mente, aliado feminista, antirracista, etc.”.
Pero la verdadera cara de Jonathan no tardó en salir. Poco a poco, empezó a decirle lo que no le gustaba de las relaciones serias: “Me decía que no le gustaba la indecisión ni el hecho de que no respondiera inmediatamente a sus mensajes. No me pareció muy importante, así que lo acepté sin pensarlo dos veces”, comenta Louise.
“Poco a poco me fue haciendo aceptar sus manías. Se hacía llamar feminista, pero de feminista no tenía un pelo. Utilizaba el feminismo para lo que le convenía (pedirme fotos desnuda, probar técnicas sexuales, etc.) y argumentaba: ‘Ahora las mujeres sois libres de hacer eso, así que hacerlo es ser feminista’”.
“Aparte de hacerme este tipo de propuestas, era muy afectuoso, me escribía todos los días, me enviaba flores, me decía piropos y todo eso”.
Sin embargo, discutían mucho: “Tenía mucho miedo de que me dejara y no volviera a encontrar a alguien que mostrara tanto interés en mí, así que al final siempre ‘arreglábamos’ las cosas”.
Pero, a la definitiva, Louise decidió cortar con Jonathan.
“Conocí a un hombre mayor que yo (él 31 y yo, 19) que decía ser feminista, y de verdad lo parecía. Era muy convincente. Me hablaba de Virginie Despentes y publicaba fotos y carteles feministas en su perfil de instagram”, relata Clara, que tiene ahora 21 años.
Pero eso no era más que la punta del iceberg. “Cuando hablábamos de estos temas, me prestaba atención. Era el aliado perfecto”.
La situación degeneró progresivamente hasta que Clara empezó a sufrir abusos graves. “Parecía una persona diferente, un narcisista perverso. Mostraba una versión de sí mismo al resto del mundo, pero vivir con él era una verdadera pesadilla”.
Clara explica que su faceta oculta se fue revelando poco a poco. “Me encontré con una misoginia no muy evidente al principio, pero sí insidiosa. Lo intentaba disimular, pero me llamaba ‘muñeca’ y me reducía como mujer a simples objetos con sus palabras y sus acciones”.
La joven explica que Grégory sabía adaptarse a los entornos que frecuentaba. “Se presentaba como aliado para ganarse la confianza de las mujeres y hacerse querer, pero no tiene respeto por las mujeres, ni por su madre. Hablaba con todo el mundo porque le encanta ser el centro de atención. Se hacía pasar por aliado y copiaba el discurso feminista, pero, por detrás, era celoso, posesivo y a veces violento”.
Al cortar con él, Clara le expuso los motivos: “Me dijo que lo sentía mucho, que no se había dado cuenta. Intentó convencerme de que ya era consciente de sus actos, pero todavía hoy sigue publicando historias y fotos para demostrar lo feminista que es”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.