Vuelta al cole, el mundo al revés
La charla que tendrás con tus hijos antes de volver a la escuela echará por tierra todo lo que les has enseñado hasta ahora
El coronavirus ha cambiado tanto nuestra forma de vida que hasta los mensajes y consejos que antes se repetían a niños, y no tan niños, ahora no sirven. La generosidad o el cariño han pasado —¿temporalmente?— a mejor vida. Frases como “Déjale a Javi tu juguete”, “Comparte las merienda con Lucía” o “Dale un abrazo a Berta” suenan hoy a ciencia ficción por lo irresponsable que sería pronunciarlas. Los consejos previos a la vuelta al cole, a la que se enfrentan este mes más de ocho millones de estudiantes, han cambiado diametralmente respecto a los que se han dado años y años.
“Los mensajes de antes no se pueden promover ahora. Lo que hay que decirle a los hijos es justo todo lo contrario”, reconoce el pediatra Quique Bassat, de la Asociación Española de Pediatría (AEPed). Es lo que recoge la usuaria de Instagram Txarini Urbano Sánchez en este vídeo viral que resume el nervio de los padres ante la vuelta al cole. “Ya no hay que compartir, olvídate de todo lo que te he dicho”, grita a la puerta del colegio. Aunque eso no significa que se esté promoviendo el egoísmo. En realidad se comparte de otra manera.
“Ahora compartir es cuidar de tu amigo y lo cuidas no abrazándolo”, explica la psicóloga Mar Romero, autora del libro Dani no quiere ir al cole. “Tienes que concienciarlo de que se pone la mascarilla por el otro, no por él”, continúa.
“El mensaje que hay que dar es que esos valores siguen siendo válidos, pero en un contexto de pandemia mundial se tienen que poner en pausa. Ahora las prioridades son otras”, añade. Prohibir la cercanía en las interacciones con amigos, relacionarse con compañeros de otras clases o prestar el material escolar son actos generosos. Las burbujas sociales están pensadas para proteger.
Con esta idea como base debería empezar la charla previa al inicio de las clases, que este año es más necesaria que nunca aunque el término dé tanta pereza como siempre. Porque si en algo coinciden los psicólogos desde el comienzo de la pandemia es que a los niños hay que hablarles de la covid-19 de forma abierta y clara, siempre teniendo en cuenta la edad del interlocutor.
“Explicar lo básico, sin complicar mucho las cosas porque, sobre todo si son niños, no van a poder quedarse con todo. Si son adolescentes, cuanto más claros y sinceros, mejor. Si tratas de diluir la información o azucararla es posible que genere un efecto rebote”, defiende Gerardo Castaño, de la web Psicólogos en Madrid.
La charla tiene que ser clara, directa y coherente. “Y con coherente quiero decir que los padres hayan hablado previamente entre sí para asegurarse de que todo el mundo está en el mismo lado. Así los niños no se van a encontrar con que mamá les dice una cosa y papá otra”, recomienda el especialista, para el que independientemente de la edad del niño hay que desterrar el ‘tenemos que hablar’. ”Lo ideal es que sea una conversación a modo informativo. Cuanto más claro y transparente con ellos, mejor. Les hace sentir más mayores saber que cuentas con ellos como adultos”, señala.
El tono del mensaje es el mismo independientemente de si es un alumno de Infantil, Primaria o Secundaria, y también los consejos que deben seguirse. Bassat apunta cinco, aunque señala uno imprescindible.
“La mascarilla hay que llevarla todo el tiempo y no se puede intercambiar con los compañeros ni andar tocando”
Obviamente un adolescente de 12 años no va a intercambiarse la mascarilla con un compañero, pero puede pasar en los más pequeños. Hay colegios que piden su uso en Infantil (a partir de tres años). Los mayores son los que deben aprender a no tocarla y cubrirse bien boca barbilla y nariz; los pequeños, a no cambiarla. Para evitar tener que renovarla a las cuatro horas, como pasa si se usan mascarillas quirúrgicas o higiénicas reutilizables, este especialista recomienda las mascarillas de tela higiénicas reutilizables.
Y para asegurar que la mascarilla se cambia todos los días, propone que los colegios adopten en un código de colores: lunes-verde, martes-rojo, miércoles-amarillo... No hace falta que sea lisa, sino que sea el color que predomine sea el del día. “Así los profesores pueden ver que los niños la renuevan”, apunta.
“Ni compartir material escolar ni cargar con cosas innecesarias”
El compañerismo ya no se lleva y para apuntarse a la nueva moda hay que llenar la mochila de ‘mis cosas’ e incluso etiquetarlas. Aunque tampoco es que esté al 100% prohibido prestar material, pero debería evitarse. “No hay que estresarse porque tarde o temprano va a pasar”, apunta Bassat.
Lo que sí se puede evitar, especialmente en los niños más pequeños, es “llevar extras”. “Hay que quitar de la mochila todo lo no necesario. Así se carga con menos peso y se evita las tentaciones de dejar al compañero esa novedad que acabará toqueteando”.
“Nada de tocarse”
El mensaje en realidad es distancia social y ahí entra en juego la separación entre pupitres, pero en el recreo o a la entrada o salida de clase ya no hay aliados externos.
Cristina Núñez Parra, especialista del centro Psicólogos Málaga PsicoAbreu, recomienda ser flexibles en estos términos. “Si el primer día de clase un niño se acerca rápidamente a abrazar a su amigo no deberíamos regañarle o castigarle, debemos entender que su reacción es totalmente comprensible. Podemos frenarle tranquilamente y ofrecer una alternativa, como hacer que se saluden con el codo, por ejemplo”, explican.
“Lavarse las manos antes y después de”
El plan es que los niños se laven las manos cinco veces al día, pero Bassat considera que el cuánto no debe marcar la higiene, sino en el cuándo. “Que se laven las manos antes de entrar en clase y al salir, antes y después de ir al baño y antes y después de comer”, recomienda. Siguiendo esta pauta se cumplirían el mínimo recomendado.
“Lo más práctico sería que en cada clase hubiese un bote de gel hidroalcohólico en la puerta, así sería más fácil interiorizar la rutina”, señala.
“Mejor no hacer amigos en otra clase”
Es la regla más asocial, pero es la regla fundamental para Bassat. También la más difícil de seguir. “Si se crean grupos estables es para que no se rompan y se evite así que el virus pueda propagarse en caso de que un niño de un grupo esté infectado”, explica Bassat. Del mismo modo es más fácil hacer un rastreo de casos si hubiese un positivo: “Recomendaría a los niños que hagan un diario de contactos y que al final del día escriban en un cuaderno con quién han estado ese día. Es una práctica que no se hace mucho pero que resulta muy útil”, explica el pediatra, que apunta este consejo también para adultos.